La crisis económica y financiera solo ha frenado ligeramente el aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), mucho menos de lo que se había calculado a la vista de la caída de las actividades industriales y del consumo asociado de combustibles fósiles. Los últimos datos elaborados por los científicos, para 2009, presentan un panorama preocupante: las emisiones globales de CO2 cayeron solo un 1,3% en plena crisis, en 2009, lo que significa menos de la mitad (2,8%) de lo que se había previsto.
Y el futuro inmediato es aún más grave, ya que, con las expectativas de crecimiento proyectadas, "las emisiones de CO2 habrán aumentado más del 3% en 2010, acercándose a las máximas tasas de crecimiento registradas entre 2000 y 2008", explica un equipo británico de investigación.
Estos datos poco halagüeños de la evolución de las emisiones mundiales se presentan en el último número de la revista Nature Geoscience en vísperas de la cumbre del clima de Cancún, en la que los delegados de unos 190 países intentarán, a partir del próximo lunes, avanzar hacia futuros acuerdos de mitigación y adaptación al cambio climático.
Las perspectivas son pesimistas en cuanto a resultados vinculantes. El primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto termina en 2012 y los países no han concretado aún compromisos de contención de los gases de efecto invernadero para después de esa fecha.
La caída global de un 1,3% en 2009 enmascara fuertes diferencias regionales, de manera que las reducciones en los países desarrollados han resultado prácticamente compensadas por las fuertes subidas que han registrado algunas economías emergentes, sobre todo India y China, informan los científicos en el último número de la revista.
Pierre Friedlingstein y sus colegas, de las universidades de Exter y East Anglia, han hecho el análisis contabilizando las cantidades de CO2 emitidas a partir del consumo energético de cada país y han comparado los resultados con las previsiones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional.
En Estados Unidos cayeron, en 2009, las emisiones de CO2 en un 6,9%, en Reino Unido, en un 8,6%; en Alemania, un 7%, en Japón, un 11% y en Rusia, un 8,4%. Mientras tanto, se registraron valores positivos muy significativos en Asia: las emisiones de China crecieron un 8%, las de India, un 6,2% y las de la República de Corea, un 1,4%.
El análisis de Friedlingstein y el resto del equipo aporta, sin embargo, un dato positivo: las emisiones globales debidas a la deforestación han caído en total en torno a un 25% en comparación con 1990, sobre todo porque se han reducido las emisiones de la deforestación tropical. Las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global siguen creciendo y la concentración del principal componente, el CO2 , en la atmósfera se sitúa ya en 387 partes por millón (ppm).
A mediados del siglo XVIII, es decir, antes de la revolución industrial, el nivel de CO2 atmosférico era de 280 ppm; dos siglos más tarde, hacia 1960, era de 315 ppm, y sigue aumentando. Los expertos calculan que para evitar efectos climáticos graves e irreversibles, con unos elevados costes de adaptación, no debería subir la temperatura más de dos grados este siglo, con lo que la concentración de CO2 en la atmósfera calculada no debería sobrepasar el nivel de 400 ppm (450 ppm contando todos los gases de efecto invernadero).
Algunos escenarios de proyección climática (incluidos estudios de la NASA) indican, sin embargo, que el listón de los dos grados ya se ha superado, puesto que estaría en torno a los 350 ppm de CO2, lo que significa que, si no se reduce drásticamente, el máximo actual se traduciría ya en un aumento de la temperatura en el futuro de entre 2,7 y 3,7 grados centígrados.
Para estabilizar en este siglo los gases de efecto invernadero al nivel de 450 ppm (400 ppm para el CO2 exclusivamente), tendrían que registrarse fuertes reducciones (entre un 30% y un 50%, hacia 2050) tras un máximo en torno a 2015.
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