viernes, 12 de noviembre de 2010

Océanos desvastados por décadas de abusos

La cuna de la vida en la Tierra –el océano– está alcanzando rápidamente el punto en el que perderá su capacidad para regular el clima del planeta y proveernos de comida, oxígeno y hábitat.
Según Ahmed Djoghlaf, secretario ejecutivo de la Convención  sobre Biodiversidad (CBD)  de la ONU, el ritmo de extinción de especies es mil veces mayor que el ritmo natural, y el mundo se está acercando a un “punto crítico” donde la pérdida sería irreversible.

Los océanos del mundo, que representan el 99% del hábitat en la Tierra y cubren casi el 70% de nuestro planeta, están siendo cada vez más saqueados, contaminados y rellenos con dióxido de carbono como resultado de la actividad humana.

En Nagoya, Japón, 15.000 participantes de 193 países miembro de Naciones Unidas se reunieron para trazar un plan estratégico para los próximos 10 años, con el objetivo de preservar los ecosistemas de la Tierra.  


Sobrepesca
Debido a la sobrepesca, el 19% de las reservas de peces está siendo sobreexplotado, el 8% está agotado, el 52% está completamente explotado, mientras que solo el 1% muestra signos de recuperación, afirma el Informe Técnico para la Biodiversidad Mundial. La sobreexplotación resulta en cuantiosas pérdidas económicas para la industria pesquera y las comunidades.

“La sobrepesca llevará al colapso de las reservas de peces. Esto tendrá dos impactos: millones de habitantes costeros que dependen de la pesca para ganarse la vida serán arrastrados a la pobreza. Los peces e invertebrados marinos son parte de las últimas fuentes de alimento natural del planeta; proveen a más de 2.600 millones de personas con al menos el 10% de su consumo promedio de proteínas per cápita”, escribió David M. Ainsworth, funcionario de información en la CBD de la ONU, en un email desde Nagoya.
“El criterio y los cupos se aplican en aguas territoriales de los respectivos países, pero no en los océanos del mundo, que se consideran 'tierra de nadie'"
El informe de CBD afirma que debido a la sobrepesca, los pescadores ven cada vez menos peces predadores de gran tamaño, y más especies menores en la cadena alimenticia –un fenómeno conocido como “fishing down marine food web” (reducción de la pesca en la red trófica marina)– como las medusas. Aun más, la sobreexplotación ha colocado a 20 especies en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), donde figuran las especies en peligro de extinción.

El informe también revela un panorama preocupante para la recuperación de las poblaciones de peces incluso si la humanidad apretara el freno. Por ejemplo, las reservas de bacalao de Canadá colapsaron en la década de 1980 debido a la sobreexplotación. Aunque las industrias pesqueras están cerradas desde 1992, hay pocos signos de recuperación.

“Los tiburones y el atún de aleta azul están bajo amenaza a nivel mundial. Los arrecifes de coral están en grave peligro debido a las prácticas destructivas y el cambio climático”, agrega Ainsworth.

La captura “accidental” y excesiva de otras especies marinas tales como peces, ballenas, delfines y tortugas, también representa un desperdicio de los preciosos recursos del océano.

De acuerdo con Dimitar Berov, un ecologista marino búlgaro, existen metodologías para proteger los recursos pesqueros que se utilizan en Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea e Islandia. Pero estas políticas generalmente se utilizan con un doble estándar.

“El criterio y los cupos se aplican en aguas territoriales de los respectivos países, pero no en los océanos del mundo, que se consideran “tierra de nadie” y nadie puede controlarlos directamente”, explica Berov.
“Un océano vacío significa un futuro vacío para los cientos de millones que dependen de la pesca para comer"
“Otra práctica viciosa es la explotación de los recursos marinos de países pobres en África y Asia, los cuales tienen poblaciones de peces relativamente mejor preservadas, pero no tienen los recursos para pescarlas. Los países occidentales ricos compran pescado a precios ridículamente bajos donde no hay cupos claramente definidos para una ‘captura sostenible’”, agrega.

Nathalie Rey, consejera de ‘Oceans’ para Greenpeace Internacional, advierte que si el negocio pesquero continúa como siempre, la industria pesquera colapsará hacia 2050. En solo 60 años de pesca, ya desapareció el 90% de los grandes peces como el atún y el pez espada, comenta Rey.

“Un océano vacío significa un futuro vacío para los cientos de millones que dependen de la pesca para comer y para los 170 millones de personas cuyos empleos dependen directa o indirectamente del sector pesquero”, dice Rey.

Por otro lado, ella dice que “Crear una industria pesquera más sostenible podría elevar el ingreso mundial de los hogares pesqueros de $35 mil millones a $44 mil millones por año”.
Dos semanas antes de la cumbre de la ONU, Greenpeace publicó el “Plan de Emergencia de Rescate de los Océanos”. El informe sugiere que la creación de reservas marinas –áreas del océano restringidas para la pesca, la extracción de combustible fósil y otras actividades industriales– puede proteger y restaurar los ecosistemas marinos. 

Contaminación del océano
No solo está el problema de la sobrepesca, sino que la contaminación también es una grave amenaza para nuestros océanos, dice Rey.

“La contaminación con petróleo de barcos, accidentes de buques petroleros o plataformas petroleras amenazan a nuestros océanos, como pudimos ver con el desastre causado por British Petroleum en el Golfo de México. Aguas residuales, vertederos, accidentes, pesticidas, deshechos agrícolas y mineros, también llegan a nuestros océanos, haciéndoles daño”.

Rey explica que cuando materiales tóxicos u otros contaminantes son consumidos por los peces, que a su vez son consumidos por los humanos, puede resultar en envenenamiento por comida o efectos en la salud a largo plazo, tales como problemas en el desarrollo de bebés y enfermedades cardíacas en adultos.
los contaminantes químicos pueden afectar los niveles hormonales, la fertilidad y la capacidad cerebral
Las toxinas sintéticas y orgánicas que llegan al océano pueden ingresar a la cadena alimenticia y provocar enfermedades incurables en el hombre, escribió Eva Kopataki en un email, experta en contaminación ambiental de la Universidad de Manchester, Reino Unido. Ella dice que, de acuerdo con estudios recientes, este tipo de contaminantes químicos pueden afectar los niveles hormonales, la fertilidad y la capacidad cerebral.

Kopataki agrega que los plásticos desechados se desintegran en monómeros moleculares, pero siempre permanecen en la capa superior del océano. En su ensayo "El impacto de la contaminación plástica en el Océano Pacífico Norte y las posibles soluciones", ella cita que un crucero promedio con 3000 pasajeros produce más de 8 toneladas de desechos sólidos por semana. Sin embargo, solo el 20% de los desechos plásticos proviene de barcos, mientras que el 80% proviene de operaciones en tierra firme. 

La acidificación está corroyendo la fauna marítima

El océano absorbe mucho más dióxido de carbono que la tierra. Mundialmente, cada segundo se emiten 1000 toneladas de CO2, de las cuales 300 toneladas son absorbidas por los océanos. Con el incremento de la concentración de CO2, la tasa de acidificación del océano cambia.

"A medida que los océanos se vuelven más acídicos, se incrementa la capacidad del agua de mar para disolver el carbonato de calcio –el elemento constructivo de todos los organismos con caparazón y del esqueleto de los arrecifes de coral tropicales y de agua fría–. Al llegar al punto crítico, estos animales morirán", dice Berov.

Los océanos nos ayudan, ¿por qué no lo ayudamos?

Violeta Evtimova es una bióloga búlgara que ha trabajado en un centro de terapia donde los delfines ayudan a niños con autismo y síndrome de Down. Ella se sorprendió al ver cómo los delfines se comunicaban con los niños a un nivel emocional y los hacían reír. Evtimova describe uno de los juegos terapéuticos.

"Primero los niños se ubican en una plataforma y los delfines les llevan pelotas y aros. Luego los niños ingresan al agua, los abrazan y juegan con ellos".

La bióloga describe a una niña que sufrió un severo trauma psicológico y se volvió retraída. Pero con los delfines, reía a carcajadas. Su madre dijo que no parecía su hija.

"Lo malo es que mientras los animales marinos nos ayudan, nosotros no hacemos lo mismo por ellos", dice Evtimova, reflexionando sobre el sufrimiento de los océanos.

Pero es optimista y considera que cada uno de nosotros puede hacer algo para ayudar.

"En casa tenemos una regla: si se enciende un aparato eléctrico, otro debe apagarse. Podemos compartir el auto con compañeros, usar el subte o la bicicleta para ir a trabajar. Solo necesitamos pensar en cómo ser útiles a la naturaleza".

Evtimova nos recuerda un antiguo proverbio nativo americano: "No heredamos la Tierra de nuestros padres, sino que la tomamos prestada de nuestros niños".

Fuente: lagranepoca

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