Conocida como peste de los pequeños rumiantes (PPR), está considerada como la enfermedad viral más destructiva que existe para los rebaños de pequeños rumiantes, al mismo nivel que la peste bovina para el ganado vacuno en el pasado. La PPR puede alcanzar una tasa de mortalidad de hasta el cien por cien en ovejas y cabras, y aunque no afecta a los humanos, puede provocar enormes pérdidas a nivel socioeconómico.
La FAO lanzó la alerta tras una reciente misión de emergencia a Tanzania efectuada por su Centro de gestión de crisis-Sanidad animal (CMC-AH, por sus siglas en inglés).
La misión recomendó que Tanzania inicie una campaña de vacunación de emergencia alrededor de la zona en donde se produjo el brote de la enfermedad –en la mitad norte del país– y que considere vacunar adicionalmente el área fronteriza con Malawi, Mozambique y Zambia. También es importante que estos últimos países incrementen la vigilancia y la lleven a cabo de forma activa.
Si se permite que la enfermedad se extienda desde Tanzania al conjunto de los 15 países de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC, por sus siglas en inglés) tendría el potencial de devastar los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de millones de pequeños pastores y agro-pastoralistas.
África meridional por ahora libre de la enfermedad
La PPR apareció en Tanzania a principios de 2010, amenazando a la cabaña local de más de 13,5 millones de cabras y 3,5 millones de ovejas. Se encuentra también en algunos países de Oriente medio y en partes de Asia central y meridional, mientras que en África ha afectado a las regiones occidental, oriental y central del continente. Pero por ahora África meridional se ha librado.
El responsable de la misión, Adama Diallo, señaló que la enfermedad se transmite fácilmente por contacto directo entre los animales vivos que comparten pastos y en los mercados de animales vivos. Diallo encabeza el laboratorio de Producción y Salud animal que depende conjuntamente a la FAO y la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) y que se encuentra en Viena, Austria.
Más expansión
Para impedir que la enfermedad siga avanzando, su equipo recomendó una vacunación selectiva de los pequeños rumiantes basado en los principales puntos de control y las rutas utilizadas por los pastores trashumantes. Pero en Tanzania meridional se requiere la vacunación de pequeños rumiantes en un área más extensa, debido a que cualquier virus que aparezca aquí supone un peligro para los países de la SADC en su conjunto. Por ello la primera prioridad es garantizar que se detiene la circulación del virus en esta zona.
En la mitad norte del país, la vacunación de emergencia alrededor de los lugares donde se produjeron brotes sería importante para detener el virus. Los criadores de ovejas y cabras no deben trasladar sus animales hasta que se lo permitan las autoridades, aseguró Diallo.
Añadió que la FAO estaba disponible para ayudar a los países a controlar la disponibilidad de reservas de vacunas para la campaña de emergencia, reforzar la capacidad de los laboratorios y fortalecer la vigilancia activa sobre el terreno. También puede ayudar a aumentar la concienciación sobre la enfermedad entre los veterinarios sobre el terreno, así como a sus ayudantes, los pastores y entre los comerciantes.
El Jefe de los servicios veterinarios de la FAO, Juan Lubroth, señaló que “ovejas y cabras son vitales para obtener alimento e ingresos entre las comunidades de pastores trashumantes. La presencia de la enfermedad afecta directamente a los bienes de las familias, por lo que los servicios veterinarios en los países de la región deben revisar sus planes de contingencia, fortalecer los controles fronterizos y mejorar la vigilancia. Estamos a disposición de la SADC en el momento en que nos necesite. Y este parece ser uno de esos momentos”.
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