Con rocas que datan desde la creación del planeta, la isla es uno de los lugares más antiguos, pero también uno de los más novedosos y amigables del mundo.
Mientras veía la proa del MV Fram de Hurtigruten Cruise Line cortando a través de las aguas grises del Océano Ártico en la costa este de Groenlandia, un soplo de humo rosa se levantó en el aire. En unos minutos, el barco estaba rodeado por chorros de espuma que se levantaban como amigables señales de humo desde el fondo del mar.
Luego una ancha y negra ballena cortó el agua y se sumergió debajo de la proa del barco, la cola de la ballena jorobada ondeó por un momento antes de desaparecer. El mar parecía hervir de enormes leviatanes de piel resbaladiza que habían emergido para echarnos un vistazo.
¡Esto es Groenlandia!
La aventura en un crucero por Groenlandia estuvo llena de esos momentos, una foca “cuello de cisne” tomando un baño al sol en un iceberg, mientras un glaciar se separaba de una montaña de hielo azul, o un alcatraz joven, con una envergadura de alas de 1,20 metros, planeaba las corrientes de aire por el arco del puerto...
Groenlandia es la isla no continental más grande del mundo. Tiene una extensión de más de 2.200.000 km2 de roca cubierta con una enorme capa de hielo, y es un nuevo destino turístico importante para viajeros experimentados. Con rocas que datan desde la creación del planeta, la isla es uno de los lugares más viejos en la tierra y a la vez uno de los más novedosos.
La disminución de su capa de hielo, que se derrite rápidamente, está permitiendo que la isla emerja del océano. Según los geólogos, el 50% de las reservas petrolíferas sin explotar están sobre el Círculo Ártico y Groenlandia, y con su potencial riqueza mineral, ha sido apodado como el “futuro Dubai del Norte”.
Un choque de culturas
Los esquimales nativos son amigables con los visitantes y mantienen en segundo plano su lucha contra las complejidades del nuevo siglo. Sin embargo, los conflictos entre una sociedad tribal de cazadores y recolectores que tienen sus raíces desde hace casi mil años, y los conglomerados multinacionales del siglo XXI, se filtran por debajo de la apacible superficie cultural de la isla.
En ningún sitio se pone tanto en evidencia el conflicto ancestral de culturas como en la capital de Nuuk, en la costa occidental.
En el Museo Nacional de Groenlandia se encuentran las momias de dos mujeres esquimales y un bebé, encontrados enterrados cerca del pequeño poblado de Qilakitsoq.
Enterradas alrededor de 1475, las momias fueron descubiertas a pocos kilómetros de los restos de Brattahlid, el lugar de la granja del “constructor” Erik “el Rojo”.
En 985, exiliado de su hogar en Islandia por asesinato, Erik llevó a un grupo de colonos nórdicos a la zona meridional de Groenlandia donde establecieron granjas junto a la costa. A medida que el hielo, de un clima que cada vez se volvía más frio, se deslizaba hacia el sur, también lo hacían los esquimales cazando mamíferos marinos. Las dos culturas no se mezclaron y a mediados del siglo XV los vikingos se marcharon y los esquimales ocuparon sus tierras.
El legado de Erik “el Rojo”
Cuando nuestro barco llegó al lugar de Brattahlid, nos subimos en unos botes pequeños del círculo polar para ir a tierra firme. La granja de Erik se veía idílica con la luz del atardecer. Una rica alfombra de césped verde y flores silvestres cubrían las colinas pastoreadas por ovejas y ponis; lo cortaba un pequeño arroyo. En la roca encima del sitio en el que desembarcamos, una estatua pesadamente armada del hijo de Erik, Leif, vigilaba desde la antigua finca de su padre.
Erik había elegido el lugar para su casa con sabiduría, en un cabo rocoso con una vista amplia del mar. Nos dieron la bienvenida unas reproducciones de su vikinga casa, larga y tradicional, y su pequeña capilla cristiana construida por su esposa, Thjodhildr.
En uno de los extremos de un espacio para hacer hogueras, delimitado por piedras a lo largo de longitud de la casa, había una reconstrucción del telar de Thjodhildr, esculpido con laboriosidad en la madera.
Sorprendentemente, esta alargada casa nórdica era casi idéntica a la casa tradicional de invierno de los Inuit, que vimos unos días después en Tasiliik, en la costa occidental, con pieles de reno a lo largo de las paredes.
Para completar la ilusión de viaje en el tiempo a la era de los vikingos, una guía local llamada Eadda, vestida con ropa medieval, nos recibió con los brazos abiertos y nos relató la historia del asentamiento nórdico.
Según Eadda, la última referencia conocida a los vikingos fue una boda celebrada en 1408 en la granja de Erik. Después de esto, solo hay silencio y la elocuencia de los sucesores de los vikingos, las momias de Qilakitsoq.
Maravillas geológicas
Aunque Groenlandia alberga pueblos abandonados, zonas de minería y pueblos pesqueros, la isla es más que un ejemplo de la lucha del hombre por sobrevivir en un medio hostil. Ofrece una clase magistral sobre las fuerzas geológicas inagotables que dan forma a la tierra.
Skjoldungen es una isla en la costa oriental de Groenlandia que nuestro barco nunca hubiera sido capaz de rodear completamente debido a lo compacto del hielo. Ahora, a medida que entrábamos en los estrechos fiordos sin hielo, emergían desafiantes roques que me recordaban a la costa occidental de Escocia.
Aparte de los sonidos del barco, el silencio era absoluto. Grandes esculturas abstractas de hielo tabular flotaban alejándose de glaciares que se resquebrajaban. Brillantes ríos de hielo azul corrían a lo largo de rocas verticales que, retorciéndose y doblándose sobre sí mismas, indicaban la actividad volcánica que había provocado este panorama. Líneas negras de óxido de magnesio depositado por el hielo fundido pintaban la cara de los acantilados como las líneas en los cuadros de Mondrian.
El hielo azul es el más antiguo, según nos dijo el geólogo residente de MV Fram. El peso del agua congelada ha presionado suficientes burbujas de oxígeno para crear una dura capa de azul claro que parece mármol transparente.
Belleza glacial de la UNESCO
Los acantilados desaparecieron y luego estábamos fuera del paso Skjoldungen en la Bahía de Koge. Diagonalmente atravesando la isla de Groenlandia yace Ilulissat, el fiordo de hielo declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, el glacial más grande del mundo.
Repleto de icebergs, algunos con más de 90 metros de altura, fue cerca de aquí donde el explorador noruego Fridtjof Nassen partió en agosto de 1988 para caminar a través del glaciar de Groenlandia. A medida que las enormes montañas de hielo flotaban silenciosamente alrededor del Fram en ese paisaje inolvidable, no podía evitar pensar en el Titanic y su encuentro con uno de ellos.
Llegar al puerto más grande en la costa oriental, Tasiliik, era como ser recibido por el frío. El barco fue saludado por un coro amigable de aullidos de perros de trineo, mientras el pueblo emergía de la niebla. Bajo una nueva iglesia colocada en la cumbre, había casas de brillantes colores desperdigadas por colinas rocosas como la colección de “Legos” de un niño.
Desde el muelle, nos pusimos en marcha para subir la colina hacia la iglesia para una actuación que realizaba la Coral de Tasiliik, y familias de esquimales que paseaban por allí nos sonreían tímidamente.
Esto era Groenlandia, ancestral y moderna, amigable e inhóspita, congelada en el tiempo y emergiendo hacia el futuro, uno de los últimos grandes lugares para visitar en la Tierra.
Susan James es una escritora con sede en California que ha vivido en la India y Reino Unido. Se especializa en arte e historia y ha escrito sobre la Ruta de la Seda de China, Enrique VIII de Inglaterra, y la escena artística de Singapur.
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