domingo, 12 de diciembre de 2010

La aventura de Coloane en las Galápagos

Cumpliendo un sueño de infancia, en 1981 el autor de Tierra del Fuego visitó las islas Galápagos. Ahora se publica el diario de su viaje.


Uno de los viajes más emotivos de Francisco Coloane fue el que hizo al archipiélago de las Galápagos en noviembre de 1981. Aprovechando la invitación a un congreso literario en Ecuador, al que evidentemente no prestó mayor atención, el escritor pudo cumplir su gran anhelo de infancia: conocer aquel lugar del que hablaban las crónicas de decenas de navegantes, investigadores y aventureros que alentaron su formación. Sobre todo uno.

"Para muchos, entre los que me cuento, Charles Darwin es el científico más notable del siglo XIX, no sólo por su viaje de permanente estudio alrededor del mundo a los 25 años", apunta el escritor magallánico, "sino porque hizo uno de los extraordinarios aportes al conocimiento del hombre, cuyas observaciones, con especial atención y detención de cinco semanas en las Galápagos, fueron clave para exponer sus concepciones revolucionarias sobre el origen de las especies y del hombre".

Esta convicción, y este sentimiento, a fin de cuentas, es el principal ímpetu que da forma a Galápagos, texto publicado originalmente en 2002 por la prestigiosa editorial italiana Guanda y ahora disponible para los lectores nacionales a través del sello Navegación e Ideas. Se trata de una edición cuidada, que incluye fotografías del viaje y una portada limpia, que rinde homenaje a las hechas por la editorial Nascimento hace más de 30 años. Un detalle saludable, si se considera que, salvo casos aislados, las publicaciones chilenas actuales no se caracterizan por la virtud ni el buen gusto en estos asuntos.

Viaje y homenaje

Estructurado en cuatro segmentos, Coloane establece una línea que comienza con los antecedentes históricos del archipiélago (la presencia de los incas y de otros navegantes provenientes de diversos puntos del globo mucho tiempo antes que la llegada de Colón) y continúa con los principales hitos que han convertido a la región en un punto estratégico no solo en el ámbito de las ciencias naturales, también en el político: además de ser utilizadas por la marina de EEUU en la II Guerra Mundial, algunas de las islas fueron convertidas en brutales centros de detención en momentos de la historia ecuatoriana.

Además del reconocido furor naturalista de Coloane, sin duda que estos pasajes son fundamentales para entender los matices del viaje y aproximarse a las islas por harto más que un afán turístico que reduzca todo a tortugas marinas enormes, volcanes amenazantes, iguanas de mirada hostil y leones marinos echados panza al sol. Están, por supuesto, los rigores que el clima impone a sus visitantes.

"Después a bordo, bebo un ron con hielo para pasar el calor. Seguro que la mezcla del ron y el hielo apaga la sed", apunta Coloane, quien luego detalla las penurias vividas por los viejos navegantes que, pese a lo generoso del paisaje, muchas veces se hallaron sin nada de agua para beber. "Hombres que a menudo se sintieron tan atormentados por la sed que incluso recurrían a la muerte de animales, y en primer lugar las focas, que era lo más próximo que tenían, para beber de ellas su sangre que manaba por la herida abierta".

Galápagos es abundante en curiosidades históricas convenientemente documentadas, como las aventuras de un grupo de colonos alemanes que llegó a la isla Floreana envalentonado por el expansionismo que entonces promovía Hitler antes de la II Guerra Mundial, tal como ocurrió, entre otros lugares, con ciertas zonas de Brasil.

El relato se detiene en la enigmática figura del doctor Fiedrich Ritter, uno de sus líderes, y quien antes de su viaje al archipiélago se quitó todos sus dientes y los reemplazó por otros de acero, más firmes y que le reportaron natural popularidad entre sus colegas.

"Cerca de 40 años después de Ritter", apunta Coloane, "me encontré en Floreana con un matrimonio también alemán en que ambos usaban esta dentadura".

Pero Galápagos, se ha dicho, no es únicamente la bitácora de un viaje feliz (memorable es el pasaje en que el novelista se lanza al mar y es flanqueado por dos tortugas y un pez raya), también es un repaso (y un homenaje) a aquellas lecturas que lo alentaron en su camino como escritor aventurero. En lo particular, a la obra de Herman Melville, Charles Darwin y Paulette Rendón, quienes desde la narrativa, el apunte científico y el género vivencial aportaron a que Coloane se constituyera como un escritor más complejo y completo de lo que se cree; un narrador cultísimo, de conocimientos rigurosamente sistemáticos que supo esconder muy bien en sus historias de hombres rudos enfrentados a la naturaleza inclemente. Así, este paso por las Galápagos parece ser una luminosa y justa excepción entre tanto viaje por lugares donde sólo se atreven los valientes.

1 comments:

ahora tengo ganas de leer el libro!!

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