lunes, 6 de diciembre de 2010

Magia contemporánea en Japón

En el Mar Interior de Japón, siete pequeñas islas se convierten en punto de encuentro de artistas de todo el mundo

El arte ha cambiado el rostro del archipiélago japonés de Seto, integrado por varios territorios pesqueros que, hasta hace muy poco, quedaban normalmente alejados de los itinerarios turísticos habituales.

El nombre de estas islas comenzó a correr de voz en voz el pasado verano, con la celebración del primer Festival de Arte de Setouchi. Durante cien días, entre julio y octubre, las islas se llenaron de instalaciones, performances y exposiciones firmadas por prestigiosos artistas contemporáneos. Con tal éxito, que las autoridades han decidido que el festival se celebre de forma trianual.

La iniciativa surgió a partir de la experiencia de una de las islas, Naoshima, de poco más de ocho kilómetros cuadrados y cerca de 3 mil 300 habitantes. El lugar ya era conocido entre los aficionados al arte desde principios de la década de 1990, cuando un grupo editorial, la compañía Benesse, decidió asociarse con el prestigioso arquitecto nipón Tadao Ando para reconvertir esta isla en un punto de referencia para los artistas contemporáneos.

El objetivo era, en palabras de sus promotores, impulsar el desarrollo de una zona cada vez más despoblada a través de arte y la arquitectura.

Galardonado con el Pritzker (el "Nobel" de arquitectura) en 1995, Tadao Ando siguió el lema "Naturaleza y Arte" para diseñar obras como el Museo Benesse House, que combina un hotel con una galería de arte moderno con obras de artistas nipones y extranjeros.

En la costa, a pocos metros del edificio de Ando, se yergue una gigantesca calabaza gigante creada por la artista contemporánea japonesa Yayoi Kusama que se ha convertido en icono de la isla.

 

Arte por simpatía y proximidad
Ando también construyó en Naoshima el Museo de Arte Chichu (literalmente, "en la tierra"), un edificio de cemento, acero, cristal y madera que se levanta sobre una colina.

Este centro alberga exposiciones permanentes como la de la Galería Claude Monet, con cinco pinturas de la serie de nenúfares del impresionista francés, que conviven a pocos metros de obras de artistas contemporáneos como los estadounidense James Turrell y Walter de Maria.

Aunque Naoshima ya era relativamente conocida desde hace una década, el festival de Setouchi disparó de nuevo su popularidad y logró poner también en primera línea del arte las vecinas islas de Teshima, Teshima, Shodoshima, Ogijima, Oshima, Inujima y Megijima.
Las autoridades de estas pequeñas islas, afectadas a su vez por el éxodo de sus habitantes más jóvenes a las ciudades, decidieron insuflar un poco de vida a la región. Y, siguiendo el ejemplo de Naoshima, decidieron hacer suya la experiencia.

"El envejecimiento y la disminución de la población estaban reduciendo la vitalidad de las islas y echando a perder sus características únicas", explicaban los organizadores del Festival de Arte de Setouchi, que contó con el apoyo de artistas, fundaciones y el Gobierno de Japón.

"Tenemos la esperanza de devolver la vitalidad al Mar Interior, donde la naturaleza y las personas se han mezclado y sincronizado. Queremos hacer que el Mar Interior de Seto sea el 'Mar de Esperanza' para todo el mundo", señalaba el comité organizador.

A una media hora de Naoshima en barco se encuentra la isla de Teshima. Sus costas tranquilas combinan playas de arena y piedras con campos verdes y pequeños pueblos de pescadores.

Teshima ofrece el escenario perfecto para conjugar arte, arquitectura y paisaje. Lo demostró una instalación del artista islandés-danés Olafur Oliassen, que en el interior de una casa idéntica a las del resto del pueblo creó un sugerente espectáculo de agua, luz y sonido.

 

Arte hasta los poros
O la "Harmónica" de la australiana Sue Pedley, una instalación que envolvió en una gigantesca red de pesca una casa tradicional como reflejo de la "memoria visual", según la artista, de los pobladores de la isla.

O la del alemán Tobias Rehberger, galardonado en la Bienal de Arte de Venecia, que transformó una vivienda vacía de la pequeña población de Ieura en un insólito restaurante, utilizando motivos de camuflaje inspirados en las batalles navales de la Primera Guerra Mundial.

Pero Teshima es conocida, sobre todo, por albergar el museo diseñado por el arquitecto Ryue Nishizawa del estudio SANAA, ganador del Pritzker este año. Según sus promotores, el museo simboliza la revitalización de la isla. Sus formas representan una enorme gota de agua, y en su interior tiene obras de la artista Rei Naito, todas con el agua como tema central.

 

Situado a los pies de una pequeña colina, el museo se inauguró el pasado octubre, durante el Festival de Arte, en medio de una gran expectación y en un entorno sin igual: muy cerca de la costa y a unos cientos de metros de un pequeño estanque en el que varias esculturas giratorias de la artista nipona Chiyoko Todaka creaban la sensación de enormes pétalos flotantes.

Más información

LO MAS LEIDO