miércoles, 1 de diciembre de 2010

“Porque me mató tan mal, y seguí cantando”

Esta frase de María Elena Walsh, hecha canción y mensaje por Mercedes Sosa, preside las páginas de ‘¡Libres! Testimonios de mujeres víctimas de las dictaduras’, una cita convertida en libro para no olvidar que el castigo a la impunidad sigue siendo una tarea inconclusa en varias partes del mundo.

Katia Gumucio y René Lechleiter, tras el acto de presentación del libro en el Käfigturm, de Berna.

 
No es un libro con pretensiones literarias ni exclusivo de las autoras, sino 26 experiencias dramáticas, de rabia contenida por años y de la esperanza irrenunciable de un grupo de bolivianas que decidieron romper su silencio. Es un documento que fue presentado el pasado fin de semana en la sala Käfigturm de Berna por la Asociación de Residentes Bolivianos y la Embajada de Bolivia en Berlín.

“Sentía mucha rabia, tanta como la que siento ahora que me pongo a recordar lo que me hicieron, y es ahora que derramo lágrimas por todo lo que me hicieron e hicieron a muchos jóvenes que soportamos porque teníamos juventud y soñábamos con un mundo mejor”, escribe Anita Urquieta Paz, cuya inquietud reunió a muchas de las que, como ella, pasaron el calvario de golpizas, humillaciones psicológicas y otro tipo de torturas para forzar delaciones.

“Espero que este testimonio pueda enseñarles sobre lo que no se ha escrito y no se considera en la historia de Bolivia, con la finalidad de que reflexionen y tomen consciencia de que estos hechos no ocurran nunca más”, exhorta a su vez Olga Blanca Valverde Ostria de Torrico. Muchas de las que toman la palabra (como hace más de tres décadas lo hiciera la ama de casa minera Domitila Chungara) coinciden en el nombramiento de sitios de detención y tortura e incluso en los nombres de sus verdugos sin castigo.

América Latina tenía entonces un cuadro general

Entre 1964 y 1984, casi todos los países latinoamericanos eran dominados por dictaduras militares que han marcado para siempre la vida de decenas de miles de personas por el encarcelamiento arbitrario, las desapariciones e incluso los asesinatos. Bolivia no fue la excepción, aunque las dimensiones parezcan menores frente a las de Argentina, Chile o Paraguay .

Los gobiernos de los generales Barrientos, Banzer y García Mesa forman parte de ese capítulo que por negligencia, premeditación o conveniencia permanece preso en el limbo de la memoria.

“Es un gran esfuerzo hecho por estas mujeres que debe ser difundido y a partir de eso cuidar lo que tenemos ahora”, dice a swissinfo.ch Katia Gumucio Stambuk, miembro del Movimiento de Mujeres Libertad, refiriéndose al valor del libro presentado y al proceso político actual en Bolivia.

El arquitecto, periodista y gran conocedor de América Latina René Lechleiter conoció a Anita Urquieta Paz, compartió ideales con ella -y aunque las condiciones y las distancias interrumpieron su comunicación durante años-, guarda una imagen clara de quien ya no vio aparecer su relato en el libro: “Amaba la vida, era militante, preparada en economía, buena madre y buena amiga”.

A juicio del miembro del Partido Suizo del Trabajo, “en Bolivia hay un auge comparable con el que vivió Chile tras el ascenso de Salvador Allende, entonces visto como un hito del proclamado camino hacia el socialismo latinoamericano.

¿Ha cambiado la mentalidad de los militares?

Los movimientos populares que surgen en plena Guerra Fría reclamando justicia social y económica, las acciones guerrilleras y una actitud vigilante de quienes detentan el poder económico marcan las décadas de los años 70 y 80. Es entonces cuando los altos rangos militares creen que su “su obligación es salvar la democracia” y en nombre de la “Seguridad Nacional” gobiernan con mano dura bajo la lógica de que todo el que se opone a su línea es “subversivo”. Los resultados desastrosos de esas gestiones son conocidos por la opinión pública mundial.

¿Cuánto ha cambiado en Bolivia?

“Yo personalmente, pienso que es una formación para la pelea y muchas veces no es contra el enemigo correcto. Esperemos que no nos toque vivir algo como lo que hemos vivido antes. Estas nuevas generaciones de militares, policías, juventud en general queremos que sea diferente”, señala Katarina Gumucio.

Tras el golpe en Honduras y el conato sofocado en Ecuador, Gumucio admite que en Bolivia también ya han tenido un intento bullado y otros menos perceptibles, de manera que la tranquilidad en ese aspecto es relativa. Pero que si se diera un caso similar el pueblo “está preparado para resistir”, porque como nunca en la historia de Bolivia –precisa-, el presidente Morales cuenta con un respaldo mayoritario.

Portada del libro.
Portada del libro. (swissinfo)
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Impunidad y falta de reconocimiento

René Lechleiter lamenta que” la inmensa mayoría de la opinión pública suiza no emplea ni el término, ni tiene conciencia de la impunidad y, sobre todo, no tiene conciencia del trasfondo de lo que pasó en América Latina. Pinochet está muerto y la cosa se acabó”, dice refiriéndose al hecho de que se recuerde poco o nada las atrocidades cometidas durante las dictaduras militares.

Más aún, lanza una constatación y una pregunta: ¿Por qué casi no hay monumentos a las mujeres en América Latina, y hay tantos de “hombres en caballos que hasta quizás asesinaron”? En todo caso, refiere a swissinfo.ch que siendo arquitecto se hizo periodista y fotógrafo en América Latina para tratar de desvirtuar con sus artículos las percepciones erróneas que los grandes medios de comunicación puedan tener sobre aquellas realidades.

En fin, el encuentro auspiciado por la Asociación de Residentes Bolivianos en Berna (ARBOL) permitió escuchar y ver en un vídeo a algunas de las mujeres cuyos testimonios vivos hicieron rodar alguna lágrima entre los asistentes.

La represión y la tortura dejan secuelas físicas y psíquicas. Por eso quienes presentaron el libro ‘¡Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras’ pusieron énfasis en la necesidad de permitir que nunca más haya, entre otros sitios, un diminuto “cuartito azul” habitado por ratas y desperdicios como únicos cohabitantes de las mujeres que por tener sueños y utopías propias de la juventud cayeron allí. En las páginas del documento quedan escritos los nombres de 261 mujeres que pasaron por esos suplicios y 64 nombres de sus torturadores.

Desde una jaula se oye un cantar; es un jilguero, quiere volar. De qué lo acusan, díganselo. Pues culpa alguna nunca existió. (Cantautor boliviano, Alfredo Dominguez).

Juan Espinoza, swissinfo.ch
Berna

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