Pará se afianza como la tierra brasileña de la palma africana (Elaeis guineensis), después de destacarse como el estado amazónico que más bosques nativos perdió por causa del avance de la agricultura, la ganadería, y la industria maderera.
Con dos proyectos la empresa Petrobras Biocombustible tiene como meta originar 420.000 toneladas anuales de aceite de palma, el doble de la producción brasileña actual.
Por su parte, la compañía brasileña Vale, la mayor productora y exportadora mundial inauguró el año pasado su proyecto para producir 160.000 toneladas anuales de biodiésel a partir de 2014, para consumo propio en sus máquinas y locomotoras que extraen y transportan sus productos.
Para eso está sembrando 60.000 hectáreas de palma en seis áreas del mismo estado de Pará, donde tiene sus mayores reservas minerales en la Sierra de Carajás.
Una zonificación agroecológica identificó 31,8 millones de hectáreas idóneas para el cultivo en el país, pero autorizó la siembra en solo 4,3 millones de hectáreas, la mayor parte en Pará.
La gran productividad de la palma en tierras ecuatoriales es la ocasión de diversificar las materias primas del biodiésel brasileño, hasta ahora hecho de soja en cerca de 85%, y permitirá convertir a Brasil en un gran exportador del aceite. Actualmente compra la mitad del aceite que consume, unas 450.000 toneladas al año.
La rentabilidad es preservada por una productividad de seis toneladas anuales por hectárea en un cultivo fijo, que dura 25 a 28 años, además del creciente mercado de biocombustibles.Eso justifica proyectos de biodiésel, aunque el aceite de palma tenga hoy mejores precios en la industria alimentaria y química.
Pero Agropalma, la única gran productora de aceite de palma en Brasil, dejó de hacer biodiésel "temporalmente" porque sus precios no son competitivos en las subastas públicas de contratos de suministro.
En Brasil la mezcla es de 5% desde enero, porcentaje que se preveía alcanzar en 2013.
Colombia tiene "tres millones de hectáreas con buenas condiciones para el cultivo", además de las 365.000 hectáreas ya sembradas.
América del Sur y Central aparecen como nuevas fronteras de la palma africana, ante el crecimiento de la demanda. Pero se busca evitar la deforestación y los daños sociales registrados en Indonesia y Malasia, que concentran 85% de la producción mundial del aceite de palma.
La Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sustentable creada en 2002 por empresas productoras y consumidoras, establece compromisos ambientales, sociales y legales que descartan la deforestación, limitando la expansión a áreas ya degradadas.
La legislación brasileña exige para la Amazonia la preservación de los bosques en 80 por ciento de cada predio, en la llamada reserva legal.
Tantos cuidados no impiden el rechazo de ambientalistas y activistas sociales. "Estamos contra cualquier monocultivo en gran escala, incluso de árboles", en defensa de la biodiversidad y un clima más equilibrado.
Además, la evaporación forestal amazónica, separada al sur por la cordillera de los Andes, irriga las áreas agrícolas más productivas de Brasil, Argentina y Paraguay.
Otro riesgo es fitosanitario. Convertir Pará hará muy difícil controlar las plagas, advirtió José Stanley de Oliveira, gerente de Fitosanidad de Agropalma.
Dos insectos son los más peligrosos y mortales: el Eupalamides cyparissias, que perfora varias partes de la planta, y el Rhynchophorus palmarum, que provoca la enfermedad del anillo rojo, "incurable".
Su gran productividad oleícola y la ventaja de no contener ácidos grasos explican el crecimiento vertiginoso de la producción de aceite de palma, que se multiplicó por nueve desde 1980.
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