Los países vencedores querían asegurarse que una "Gran Guerra" como la que había tenido lugar no se repitiera en el futuro y, para ello, se propusieron acabar con Alemania en el plano militar y económico.
Pero el tratado de paz fue tan "frágil", como afirmó el historiador Jean Baptiste Duroselle, que fue en sí mismo "fuente de ulteriores dificultades". La tan ansiada paz terminaría por contribuir a que una nueva guerra se desatara en el futuro.
LOS "CATORCE PUNTOS" DE WILSON
El presidente norteamericano, Woodrow Wilson, cumplió un papel fundamental en el arreglo de la paz. Su intención era terminar con el equilibrio de fuerzas que imperaba entre las potencias, el cual consideraba ineficaz. Por eso, propuso la creación de la Sociedad de las Naciones, que años más tarde se convertiría en la Organización de las Naciones Unidas. El objetivo de la Sociedad debía ser acabar con las acciones bélicas de los Estados mediante sanciones económicas o militares.
En un primer momento, los alemanes y los austrohúngaros le habían pedido sólo a Wilson el armisticio, porque creían que sería más "benévolo" con los derrotados. Los "catorce puntos" de Wilson, su plan de paz, implicaban, para Alemania, la pérdida de Alsacia y Lorena. Sin embargo, el tratado parecía menos destructivo que cualquiera que pudiese llegar a proponer el primer ministro francés, Georges Clemenceau o el premier británico, Lloyd George.
No obstante, y para desgracia de los alemanes, Wilson terminaría por plegarse a las propuestas francesas y británicas, y daría el visto bueno a las duras condiciones del tratado de paz. "No tenemos que hacer concesiones a los alemanes simplemente porque no quieran firmar lo estipulado", afirmó.
UN TRATADO IMPUESTO POR LOS VENCEDORES
El Tratado de Versalles le fue impuesto a Alemania, ya que los países vencidos fueron excluidos de las conversaciones de paz. Al ver las disposiciones acordadas por franceses, británicos y norteamericanos, los alemanes quedaron indignados.
El ejército alemán se redujo significativamente, y el país perdió gran parte del territorio que había ocupado tras años de guerra. Alemania también se haría cargo de las compensaciones económicas por los daños sufridos por la población civil. Además, y a propuesta de Lloyd George, los alemanes iban a tener que pagar todas las pensiones militares. El monto total fue extraordinario. La economía alemana terminaría devastada.
Clemenceau tenía una deuda con el pueblo francés, tan golpeado por el ejército alemán. El "enemigo hereditario", como llamó el historiador Marc Ferro a los alemanes, debía ser destruido de tal manera que nunca más pudiese levantarse. Francia quería venganza, sobre todo después de la pérdida de las provincias de Alsacia y Lorena y de la dura derrota en 1871 ante los alemanes, comandados por el entonces canciller Otto von Bismarck.
Sin embargo, la paz de Versalles lejos estuvo de cumplir los objetivos franceses. Las duras condiciones del Tratado contribuyeron a que Alemania resurgiera peor que nunca, con líderes como Adolf Hitler a la cabeza.
DE LA "PAZ FALLIDA" A LA APARICIÓN DE HITLER
Nadie pensaba en la capacidad de pago de Alemania. Esto es algo que John Maynard Keynes, el ideólogo del Estado de Bienestar, trató de advertir. Sin embargo, Clemenceau abogó para que se mantuviesen las cláusulas acordadas, y Lloyd George y Wilson estuvieron de acuerdo.
El tratado, entonces, no se suavizó. El 28 de junio de 1919, se firmó la paz en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles. Es así como, al comenzar la década del ’20, nacía una Alemania destruida económicamente y resentida por las obligaciones impuestas en la posguerra. Y de la bronca por un tratado desigual emergería uno de los peores y más nefastos personajes de la política del siglo XX: Adolf Hitler.
La "paz fallida" fue la semilla del nazismo. El Tratado de Versalles, que debía poner fin definitivamente a los conflictos bélicos, contribuyó, junto con la locura asesina de Hitler, al desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial.
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