Hoy, su riqueza natural, su fortuna del siglo XXI, está amenazada si los gobiernos no asumen políticas para desarrollarla y evalúan la contribución económica de la biodiversidad en la producción de alimentos, productos farmacéuticos, turismo y otros, según el Pnud.
También, “si no se toman las medidas necesarias para que, al hacerlo, se evite una vez más la expoliación histórica de nuestros pueblos, pues si las guerras de la conquista fueron por el oro, la plata los diamantes y otras piedras preciosas, las del siglo XXI lo serán por los recursos naturales”, según el ambientalista Fernando Saavedra.
Cuarenta y un países, en los que viven 570 millones de personas, integran nuestra región, rica en diversidad cultural, lingüística y biológica; en la que se hablan más de 600 lenguas, y la que posee las mayores reservas hídricas y de biomasa leñosa en la tierra.
Siete países latinoamericanos, entre ellos Colombia, cuentan con la mayor mega biodiversidad biológica del mundo. Los otros son Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú, México y Venezuela.
Cuentan también con un alto índice de megadiversidad Argentina, Costa Rica y Panamá, pero -pese a eso- como en Las venas abiertas de Galeano, América Latina sigue caracterizándose por la miseria, el hambre y el desempleo.
Como hace 40 años, crece aquí la brecha entre los pocos ricos, cada vez más ricos y la mayoría pobre, cada vez más pobre.
La creciente industrialización y la reciente crisis económica, que aún atenaza la economía mundial y que la mantendrá sobre la cuerda floja en 2011, produjeron más desempleo, explotación y miseria, de acuerdo con la ONU.
Desde que Galeano escribió Las venas abiertas, en 1970, el más importante ensayo socio político del último medio siglo, mejoraron la expectativa y la calidad de vida, pero 53 millones de latinoamericanos siguen pasando hambre hoy, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación, FAO.
Por eso, América Latina continúa siendo esa misma región con la costumbre de “sufrir con los dientes apretados”, como la describió Galeano hace cuatro décadas.
POBLACIÓN INDÍGENA
En 2005, 39,8 por ciento de la población vivía en la pobreza y 15,4 por ciento era extremadamente pobre o indigente y, desafortunadamente, el porcentaje aumenta.
En las últimas décadas se han recudido la fecundidad y la mortalidad, pero subsisten grupos como “la población rural más dispersa, los pobres, los indígenas y los afrodescendientes, para quienes las tasas siguen siendo muy elevadas”, según la ONU.
En la región sobreviven 650 pueblos indígenas, principalmente en México, Bolivia y Guatemala; también en Ecuador, Perú, Colombia, Brasil, Chile y algunos países de América Central y el Caribe.
En Bolivia, la población indígena representa el 66 por ciento del total de la población y en Guatemala el 40 por ciento.
Los afrodescendientes son también una población muy relevante en países como Brasil, que concentra la segunda mayor en el mundo, después de África.
La esperanza de vida es 70 años en la mayoría de los países, pero fluctúa entre los 58 años en Haití y los 78 en Costa Rica, según la ONU.
Para completar el cuadro, a la eventual pérdida de la riqueza ambiental a manos de la nueva conquista por los recursos naturales, los pueblos de América Latina también corren el riesgo de perder la poca identidad que les queda.
La globalización, con todo lo que implica y con la forzada inyección cultural que conlleva, diluye las raíces populares que identifican a los pueblos.
“Somos cada vez más gringos o europeos en el vestir, en la música, en la forma de expresarnos, en lo que comemos. Cada vez sabemos menos qué es lo que identifica a un colombiano, a un brasileño o a un argentino.
“Asumimos costumbres, modos de expresarnos y de vestir que no nos pertenecen, que no nos identifican y que hemos aceptado como ‘propia’, pero que sepultan las raíces, las características que nos identifican como pueblo”, dice Saavedra.
Los centros comerciales de todas las ciudades latinoamericanas son iguales a los que existen en EE. UU. o Europa, resalta. Lo mismo sucede con la ropa, la música, la comida.
Somos los ciudadanos en serie de la tierra del consumo y, por eso, Saavedra predice con tristeza que, si no hacemos nada, seremos “como los dictadores descritos por Galeano en su libro de hace 40 años: ‘patriotas de una tierra que es cada vez menos nuestra, satélites de un imperio ajeno, ecos y no voces’”.
Fuente: ( Portafolio.com )
0 comments:
Publicar un comentario