Cada vez está más claro el valor de los bosques. Billones de personas dependen directamente de ellos para vivir. Además son vitales para la salud del planeta. Cuidarlos es una obligación de todos los pueblos.
Este año ha sido declarado como el Año de los Bosques. No es una casualidad. Los bosques se han convertido en el tesoro de los países que todavía gozan de ellos. Países como Honduras, el más deforestado, ya no tienen ese privilegio.
Científicamente se ha comprobado que los bosques son el pulmón del planeta, y también se sabe con certeza que el calentamiento global está causando serias consecuencias. La fórmula es tan letal como simple: a menos árboles, más sequedad y más temperatura.
En el mundo, Sudamérica es la que mayor nivel de deforestación tiene, con 4,3 millones de hectáreas al año, seguida por África, con cuatro (1). Paradójicamente, aunque estos dos continentes son de los más pobres, 1.000 millones de personas dependen del bosque para su sustento (2), un tercio de la población mundial usa combustibles derivados de la biomasa, principalmente leña, para cocinar y calentar sus hogares, sin olvidar a los cientos de millones de personas que utilizan medicinas tradicionales extraídas de los bosques (3), y que en 60 países en desarrollo, la caza y la pesca que se hacen en los bosques proporcionan parte fundamental de la dieta de la población. Aquí hay otra combinación fatal si la deforestación continúa: menos trabajos, más pobreza y hambre.
Controvertido pero en uso
Durante la última reunión de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP16), que se realizó en México, los bosques fueron uno de los temas fundamentales sobre la mesa de negociación.
Aunque los avances en otros temas no fueron suficientes, la mayoría de las naciones estuvieron conscientes de que éste es un asunto en el que urgen las soluciones. Así que dentro de los acuerdos que de allí emergieron, se ha establecido con más solidez el del mecanismo de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD+), en el que se paga a los países para que conserven sus bosques y se inscriban en una especie de mercado, el de bonos de carbono. Aunque no es la solución ideal, es la que más aceptación tiene.
En este momento, la deforestación por el cambio del uso del suelo, de cultivos tradicionales a plantaciones de caña y soya, contribuye de manera principal a las más de 1.700 millones de toneladas de carbono que se emiten a la atmósfera por la quema y tala de bosques. Varios proyectos de REDD+, que apuntan a reducir estas tasas y conservar los bosques, se trabajan en América Latina. Bolivia estaba dentro de los nueve países con proyectos piloto en este mecanismo.
Aunque REDD+ necesita varios ajustes, ya ha comenzado a funcionar, y para que lo haga bien, es necesario que los Gobiernos y los donantes lleguen a un equilibrio. Consuelo Espinosa, Encargada de Bosques y Cambio Climático en la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), explica que “deben equilibrarse mejor las inversiones en los aspectos científicos del recuento de carbono y las dedicadas al proceso que en última instancia hará que la REDD+ sea una realidad, es decir la creación de capacidades, la consulta y la participación de las poblaciones rurales pobres. Si no se establece ese equilibrio, saldrán perdiendo quienes más necesitan los beneficios de la REDD+”.
El valor, más allá del dinero
Según el más reciente informe de la UICN, The Value of Investing in Locally-controlled Forestry (El valor de la inversión en la gestión forestal local), lanzado en Nueva York durante la reunión de las Naciones Unidas acerca del Año Internacional de los Bosques, una mejor evaluación del valor de los bosques generará beneficios directos para las poblaciones pobres de las zonas forestales, abrirá nuevos mercados e incidirá en el crecimiento económico mundial. Los beneficios económicos de los bosques son masivamente subvaluados por los gobiernos y organismos donantes, dice el documento. Los bosques se valoran generalmente por su principal recurso comercial: la madera. Pero además de ello, albergan el 80% de la biodiversidad terrestre y suministran a las economías nacionales y a la economía mundial una amplia gama de servicios ecosistémicos, como por ejemplo agua salubre, protección contra las inundaciones y otras catástrofes naturales, por un valor estimado en más de 720.000 millones de dólares anuales.
“Al asignar los fondos públicos, los gobiernos no toman en cuenta por lo general el rendimiento económico de la inversión en la gestión local de actividades forestales”, dice Lucy Emerton, de la UICN, coautora del informe. “Pierden así una importantísima oportunidad de invertir en el fomento del crecimiento económico, el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza”.
El aporte directo de los bosques a la subsistencia de las comunidades más pobres del mundo, en alimentos, medicamentos, combustible, energía, fuentes de ingresos y empleo, se estima en 130 000 millones de dólares por año, es decir una suma superior a las reservas de oro de Francia y Suiza sumadas.
Bolivia y sus bosques
Bolivia ha sido el único país que no ha aceptado el acuerdo que se firmó en México, y ha tomado distancia de los otros 193 países en temas como el de REDD+.
La estrategia de mercado de bonos de carbono, no satisface la visión del actual gobierno del presidente Evo Morales, que ha reclamado el reconocimiento de la deuda climática de parte de las naciones desarrolladas que han aportado con la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero desde la revolución industrial del siglo XVIII. El mecanismo REDD+ es considerado entonces, una expresión del capitalismo. “En las manos del capitalismo todo es una mercancía: el agua, el suelo, el genoma humano, las culturas ancestrales, la justicia y la vida misma. Bajo el capitalismo absolutamente todo puede ser comprado y vendido, e incluso el Cambio Climático (sic) se ha convertido en un negocio” (4), ha dicho el presidente Morales.
En este sentido, la gestión forestal, con un enfoque ecosistémico e integral, es fundamental para afrontar el calentamiento global de acuerdo a esta gestión. Dentro de lo relacionado con la administración de la tierra y bosques y al manejo de los recursos forestales, el gobierno ha establecido “reorientar la política neoliberal maderera industrial hacia un nuevo modelo forestal integral basado en la forestería (sic) comunitaria, y sentar las bases para la gestión y administración de los bosques, a partir de la transferencia de mayores poderes y competencias a los gobiernos locales indígenas, originarios y campesinos.
Hasta el año pasado, se han titulado 33 millones de hectáreas (31% del área a ser saneada en Bolivia), de cuyo total el 59% de las tierras con bosques han sido tituladas comunalmente (lo que corresponde en 15 millones de hectáreas a las TCO de tierras altas y bajas), el 11% son títulos individuales y el 30% restante corresponde a tierras fiscales (5). En el país, el 77% de las emisiones de carbono corresponden a las quemas y talas por el cambio de uso del suelo.
El promedio de deforestación en Bolivia es de 300.000 a 350.000 hectáreas al año. El país ha acumulado una deforestación de aproximadamente 6 millones de hectáreas, de las cuales cerca de 3 millones se han producido en los últimos 10 años. El 80% de esta deforestación ha sido ilegal. Con el ritmo actual de deforestación, los bosques bolivianos habrán desaparecido el año 2100 (6).
1.- FAO, Situación de los bosques del mundo, 2007
2.- Banco Mundial.
3.- OMS.
4.- Extracto de la carta dirigida por el Presidente Morales a la ONU en 2008.
5.- Instituto Nacional de Reforma Agraria. 2009.
6.- Estrategia Nacional Bosque y Cambio Climático. 2010.
Bosques y cifras
- Los bosques abarcan 4.000 millones de hectáreas en el mundo, lo que equivale al 30% de la superficie terrestre. Un 56% de estos bosques se encuentran en zonas tropicales o subtropicales.
- Anualmente la pérdida neta global de bosques estimada es de 7,3 millones de hectáreas anuales entre los años 2000 y 2005.
- La cobertura forestal se distribuye de manera irregular. Sólo siete países poseen cerca del 60%, otros 25 países poseen el 82% y 170 países comparten el 18% restante.
- Las plantaciones forestales ocupan un 3,8% de la superficie con cobertura de bosque total, es decir 140 millones de hectáreas.
- El comercio internacional de madera aserrada, pulpa, papel y cartón, generó el año pasado alrededor de 170.000 millones de dólares, alrededor del 2% del comercio mundial. Dos terceras partes de esta producción y consumo correspondieron al mundo desarrollado.
- En muchos países en vías de desarrollo las empresas forestales brindan una tercera parte de todo el empleo rural no agrícola.
- El valor el comercio de productos forestales no maderables asciende a unos 11.000 millones de dólares. Dichos productos incluyen plantas medicinales, hongos, nueces, jarabes y corcho.
- La deforestación constituye alrededor del 20% de las emisiones de carbono. Más que el sector global del transporte que se basa en los combustibles fósiles. (CIFOR)
Bolivia “verde”
- Bolivia es uno de los 17 países con más megadiversidad en el mundo, y tiene entre 35 y 45% de toda la diversidad biológica.
- En el país existen entre 50 y 60 millones de hectáreas de bosques, de las cuales 41 millones son aptas para la producción forestal permanente. El 80% está en tierras bajas.
- Bolivia tiene más de 60 áreas protegidas y 22 parques nacionales que cubren alrededor del 20% del territorio nacional.
- Entre 2001 y 2008, la contribución del sector forestal a la economía boliviana ha sido muy poca. En 2008, la silvicultura representó el 7% del sector de agricultura, silvicultura, caza y pesca, el mismo que representa el 15% el total del PIB nacional.
- En Bolivia, alrededor de 1 millón de personas dependen en distintos grados de los recursos forestales.
Si sigue el actual ritmo de deforestación, para el 2100 no habrá bosques en Bolivia. (Estrategia Nacional de Bosque y Cambio Climático MMA y A)
Fuente: (
los tiempos.com )
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