Tal vez el pueblo-bastida más bello y más visitado de Francia sea Cordes-sur-Ciel, a 25 kilómetros de Albi, la capital de Tarn. Fue fundado en 1222 por el conde de Toulouse, Raimond VII, que deseaba erigir un bastión contra los avances de las tropas enviadas desde el norte de Francia para acabar con los cátaros. Se agrupa en torno a su promontorio rocoso semejando una madeja de piedra. En su época de mayor prosperidad llegó a tener 6.000 habitantes que trabajaban el cuero, tejían las telas y sedas y fabricaban cuerdas. Los más ricos construyeron sus casas burguesas de estilo gótico que todavía hoy son uno de los tesoros arquitectónicos más preciados: Maison du Grand Ecuyer, Maison du Grand Veneur, Maison du Grand Fauconnier y otros palacios protegidos por la infranqueable red de fortalezas que rodeaba la ciudad. En las fachadas de gres ocre del pueblo, repletas de blasones, cobran vida dragones, animales y personajes extranjeros, todo un lenguaje cuyo misterioso significado hace que reine un clima de leyenda.
Hoy Cordes-sur-Ciel es lugar de residencia y encuentro de los artistas y artesanos que dan fama y vida a la ciudad. Pintura, escultura, cerámica, pieles... se muestran en sus talleres y tiendas, repletos de conocimientos y auténticos talentos. Así, no es de extrañar que, pese a sus reducidas dimensiones, cuente con cinco museos dedicados a diversos artistas y técnicas artísticas y a cosas tan variopintas como el azúcar.
El desaparecido castillo de Castres
Pero no está de más una visita a Castres, ya no solo por su preponderante papel en la lucha anti cátara, sino por sus muchos encantos. A orillas del río Agout que la atraviesa, pueden disfrutarse antiguas casas colgadas sobre su curso, también sus bellas calles medievales de la vieja ciudad cátara, donde tenían sus talleres los tejedores, tintoreros y curtidores. Son admirables igualmente los jardines del mencionado Palacio Episcopal de Castres, llamados Jardins de Le Nôtrepor estar diseñados por André Le Nôtre, el mismo que configuró los famosísimos jardines del Palacio de Versalles.
También aquí se encuentra, y resulta una sorpresa, el Museo de Arte Hispánico (Museo Goya), que fue engrandecido en 1894 cuando Marcel Briguiboul, artista y coleccionista francés admirador de los grandes maestros españoles, donó a la ciudad las numerosas obras de calidad que había reunido, entre ellas tres de Goya. El museo cuenta también con obras de Velázquez, Murillo, Ribera, Zurbarán, Sorolla y Picasso, entre otros.
En las cercanías, junto al pueblo La Rozier y cerca de Millau, están las Gargantas del Tarn, verdadero arte natural que el río Tarn ha ido labrando en la roca, y que puede visitarse por una serpenteante carretera junto al precipicio o por el mismo río en una embarcación, situado todo este hermoso paraje en el Parque Nacional de Alto Langedoc, en cuyo entorno se encuentra el Mirador Point Sublime con unas vistas que sobrecogen.
Albi la roja y herética, Patrimonio de la Humanidad
La capital de Tarn, llamada Albi la rouge por el color de sus ladrillos, está teñida de un sutil tono rosado y alberga extraordinarios tesoros que mostrar al visitante. Pero antes de enumerarlos tal vez sea conveniente hacer un recorrido por su casco antiguo, con sus callejuelas empedradas, casas medievales con entramados de madera y voladizos. Al paso salen lugares como el palacete de Reynès y su extraordinaria loggia, o el claustro de Saint-Salvi del siglo XIII con su blanco jardín, o los palacios donde nacieron dos de sus más ilustres ciudadanos, el pintor Henri de Toulouse Lautrec y el navegante Jean-François Galaup de Lapérouse.
Pero sin duda la joya de Albi es la catedral de Sainte-Cécile, una de las catedrales de ladrillo más grandes del mundo. Se trata de una verdadera catedral-fortaleza que sirvió como singular testimonio monumental del triunfo de la Iglesia de Roma sobre la herejía albigense. Es la mayor catedral pintada de Europa, gracias a las pinturas renacentistas de la bóveda. El recargado interior contrasta con la austeridad del exterior. En 2010 todo el centro de la ciudad fue declarado Patrimonio de la Humanidad, incluyendo la catedral Sainte-Cécile, el palacio de la Berbie, la iglesia Saint-Salvi y su claustro, el Puente viejo y las riberas del Tarn situadas entre el Puente Viejo y el puente ferroviario.
El palacio-museo del genial Toulouse Lautrec
Situado en el corazón del centro histórico de la ciudad, el Palacio de la Berbie, declarado Monumento Histórico, constituye uno de los conjuntos episcopales mejor conservados de Francia. Desde 1922 el Palacio de la Berbie alberga el Museo Toulouse-Lautrec, con la mayor colección pública en el mundo dedicada a este famoso pintor. El museo ha sido renovado y presenta la visión del artista a lo largo de su vida. La colección muestra sus obras de juventud, del mundo del espectáculo, del teatro y del café concierto. Hay más de mil obras, entre ellas 31 de sus famosos carteles, siendo la mayor colección pública en el mundo dedicada al pintor.
Ajos, pimentón, salazones y, por supuesto, buenos vinos.
El área vinícola de la denominación Gaillac, que ocupa 2500 hectáreas, reagrupa en 73 municipios unos 130 viticultores y tres bodegas cooperativas que producen más de 125.000 hectolitros de Denominaciones de Origen Controlada.
Las cepas de origen antiguo han ido evolucionando bajo tres influencias climáticas: la mediterránea (el Tarn está a 150 km del mar), la continental (la región está rodeada por los macizos montañosos de la Montagne Noire y de los montes de Lacaune) y la oceánica, puesto que el Tarn forma parte de la cuenca aquitana. También crecen sobre cinco tipos distintos de suelos: guijarrosos, arcillosos, calcáreos, sedimentarios y montañosos. El resultado de esta riqueza climática y geológica es una formidable diversidad de vinos blancos secos y dulces, tintos, rosados, de aguja y hasta efervescentes. Los viticultores de Gaillac afirman que el famoso método para crear vinos con burbujas habría nacido en el Tarn antes que en la Champagne... Seguramente el monje benedictino Dom Pierre Pérignon, que descubrió la doble fermentación, no estaría de acuerdo.
En la zona hay varios castillos dedicados a la elaboración de vinos que admiten visitas y catas a los viajeros. Uno de los más recomendables es el Château de Saurs, una inmensa propiedad muy cuidada que también tiene una casa para alojar huéspedes por un precio moderado. Hay otros lugares especiales donde alojarse, por ejemplo el castillo de Mauriac, un lugar especial, casa y museo del pintor francés Bernard Bistes, que se considera heredero de Toulouse-Lautrec. Todo el château del siglo XV está lleno de obras del artista y con la venta de sus cuadros, este pintor y su hijo lo van restaurando, conservando la estructura original del castillo.
0 comments:
Publicar un comentario