El WWF internacional nació hace medio siglo a orillas del Lago Leman. Entre sus fundadores está el suizo Luc Hoffmann. A los 88 años de edad, este hombre de terreno y mecenas de la conservación de la naturaleza sigue creyendo en la necesidad de una organización que con el tiempo se ha convertido en una de las más influyentes del planeta.
Ya no tiene un puesto oficial, pero este suizo –nieto de quien creó el Grupo farmacéutico Hoffmann – La Roche y cuya vida transcurre entre Vaud y Camargue-, sigue financiando proyectos de la organización a través de una fundación con “medios considerables”.
swissinfo.ch: Usted participó en la creación de la organización. ¿De qué manera?
Luc Hoffmann: Ya me dedicaba entonces a las asuntos sobre conservación de la naturaleza, especialmente con la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). La UICN hacía un gran trabajo reuniendo anualmente a sus miembros e informándoles sobre los problemas de conservación de la naturaleza.
No obstante, algunos de la UICN lamentábamos que este enfoque no pasara a la acción. Por eso decidimos crear una organización que trabajara estrechamente con la UICN, pero transformara los resultados de los coloquios en programas de acción.
La parte jurídica de la constitución del WWF fue preparada por el Dr. Hans Hüssy, un abogado de Zúrich que aún vive. Es una constitución muy buena porque, con pequeñas modificaciones, sigue vigente.
swissinfo.ch: ¿Cuál fue la primera gran acción del WWF?
L.H.: El Coto Doñana, en España. A la sazón yo trabajaba con un amigo español, el Dr. Valverde, en el salvamento de esa zona. Habíamos reunido algo de dinero y fue entonces cuando decidí tomar contacto con el Dr (Max) Nicholson y Peter Scott de Gran Bretaña, quienes me habían hablado de su proyecto para crear una organización mundial que se ocupara de la conservación de la naturaleza trabajando con la UICN. Ellos me propusieron participar. Ya habíamos recolectado cierta suma de dinero y junto con el Dr Nicholson y Peter Scott nos pusimos de acuerdo para que el Coto Doñana sea el primer gran proyecto del WWF.
swissinfo.ch: ¿En aquella época ya existía en Suiza y en el mundo la preocupación de proteger la naturaleza?
L.H.: Sí, pero era preocupación de una élite reducida. De personas y pequeñas organizaciones comprometidas, pero no llegaba al público general.
swissinfo.ch: ¿En qué medida ha pesado el WWF en el mundo durante estos cincuenta años?
L.H.: Inicialmente se trataba de comprar tierras para declararlas zonas protegidas, como en el Coto Doñana, Kenia o Perú. Posteriormente, los proyectos más eficaces son aquellos con los cuales se ha buscado influir en las decisiones.
Hace poco se decidió recurrir a ciertos gobiernos incitándoles a realizar proyectos de tipo reserva natural, parque nacional. Hay ciertamente varias formas de protección. Pero ya no es comprando tierras como el WWF quiere lograr más influencia, sino instando a que los gobiernos actúen.
swissinfo.ch: Suiza y el WWF tienen una manera de ver los problemas bastante similar, tanto racional como ponderada. ¿Es una casualidad?
L.H.: Es una casualidad. La UICN- que dio lugar al WWF-, fue fundada en Bélgica y transferida a Suiza (a Gland) durante la descolonización. La Bélgica poderosa y colonial podía dar una impresión sospechosa a los adherentes potenciales. Suiza presentaba neutralidad y ausencia de colonialismo.
swissinfo.ch: ¿Pero se justifica en un mundo tan altamente mediatizado esa elección de dar preferencia a un enfoque científico más que a la dramatización de lo que está en juego?
L.H.: Observe la evolución de las distintas organizaciones que se ocupan de la conservación de la naturaleza. Las que se basan un enfoque científico tienen mayor éxito.
Una organización como Greenpeace, que busca más bien la confrontación en vez de la cooperación, suscita algunos avances puntuales, especialmente cuando hay catástrofes. Pero el WWF registra un alza más o menos constante en el número de sus miembros, sus comunicaciones y su impacto.
swissinfo.ch: Cincuenta años después de la creación del WWF, ¿le va mejor al planeta?
L.H.: No, no le va mejor. Pero sin duda le va mejor de lo que le iría sin la existencia del WWF.
swissinfo.ch: ¿En su opinión sigue siendo el WWF una necesidad?
L.H.: Sí. Su desafío principal en la actualidad es cambiar las mentalidades y las maneras de actuar de todos y cada uno. Se han hecho adelantos en el nivel de las empresas y los gobiernos. En lo concerniente al ciudadano común, hay toma de consciencia, pero aún no mide los verdaderos alcances de su conducta.
La ecología política, el enfoque de los partidos ecologistas son interesantes, pero no me seducen. La sensibilidad con la naturaleza debería estar presente en todos los partidos y en todas partes. Es cierto que en los hechos hay partidos más próximos a la ecología que otros, pero no es el camino que debemos seguir.
swissinfo.ch: ¿Llegará un día en el que el WWF deje de ser útil por haber ganado su combate?
L.H.: Lo deseo, pero ya no creo en ello. Pienso que si nosotros –empresas, gobiernos, ciudadanos-, seguimos conduciéndonos como hasta ahora, nos estrellaremos contra el muro. No actuamos de manera durable con respecto a la biósfera.
Con todo, mantengo cierto optimismo. Cuanto más nos acerquemos al muro, más crecerá nuestra consciencia. Al final, una reacción poderosa nos permitirá salir. Pero de aquí a ese momento, el mundo se habrá empobrecido.
Traducción, Juan Espinoza
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