martes, 29 de marzo de 2011

Factor Nuclear, del mito a la realidad

El tema nuclear entrelaza numerosas opiniones, experiencias y análisis, considerando que el manejo de este recurso es quizás hoy por hoy uno de los temas más delicados de abordar.

 

Se habla de los múltiples usos y beneficios, pero también de las terribles consecuencias, recordando que nuestra historia contemporánea ha estado llena de escenarios nucleares. Y ello con fines tan aleatorios que van desde campos como la medicina, la agricultura y la alimentación, o la generación de electricidad, hasta el relanzamiento de variados transportes, buques armados, aviones militares y las siempre estremecedoras pero desdeñables bombas atómicas.

La energía nuclear es de alguna forma uno de esos descubrimientos que han marcado la pauta de nuestro tiempo, En los años sesenta se crearon las primeras instalaciones para generar electricidad a partir de la energía nuclear, pero fue a inicios de los setenta que la crisis del petróleo hizo que muchos países industrializados apostaran por este tipo de tecnología. Aunque la crisis económica de finales de esta década, junto a la incipiente preocupación de la opinión pública por las posibles consecuencias negativas de la energía nuclear, provocó ciertos movimientos antinucleares que supusieron un varapalo para su desarrollo.

Actualmente la producción de electricidad a partir de la energía nuclear tiende a ir en aumento. La Unión Europea y países como Estados Unidos, China, India, Corea o  Japón, han realizado fuertes apuestas en este sentido. Por ejemplo, con la operación a largo plazo de sus centrales, como en el caso de Estados Unidos; con la construcción del reactor nuclear de tercera generación, como en el caso de Finlandia; o con la próxima construcción del primer reactor de fusión nuclear en Cadarache.

También son diversos los puntos desfavorables que generan preocupación en relación al uso de este tipo de energía. Comenzando con los posibles usos bélicos, ya que con los combustibles nucleares se fabrican las armas nucleares, y pasando por el riesgo de accidentes que originen consecuencias tan graves como las traídas por la central de Chernóbil en 1986, y el alto nivel de radiactividad de las diferentes fases del ciclo nuclear, sobre todo en la eliminación de residuos. De hecho, las centrales nucleares demandan un alto costo de construcción y mantenimiento, y por ello en muchos casos se prefiere el uso de combustibles fósiles.

Una importante cuestión que se ha planteado en relación con las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear es el riesgo de proliferación de armas nucleares, si bien el régimen internacional de no-proliferación y salvaguardias ha demostrado hasta la fecha ser extremadamente efectivo. Por otro lado, y habida cuenta que la proliferación de armas nucleares se mueve principalmente por incentivos e intereses políticos, los objetivos de no proliferación deberán conseguirse principalmente por medio de la política. En este punto conviene resaltar que la mayoría de los países que decidieron adquirir armamento nuclear lo hicieron a través de instalaciones militares especializadas, y a veces clandestinas, no aprovechando el desvío de materiales de programas de generación nuclear civiles, la mayoría de los cuales se encuentran bajo medidas de seguridad internacional. No obstante, cualquier desvío de los programas civiles puede constituir una vía para la adquisición de material fisionable, lo que supone un paso técnico crucial para el desarrollo de armas.

No es menos cierto que, luego de años de estancamiento, la alternativa nuclear para la producción de electricidad ha vuelto a la agenda de muchas naciones. Los motivos del renovado interés nuclear y su importancia relativa han constituido un tema de debate entre expertos. Es evidente, sin embargo, que la influencia de la creciente demanda de electricidad a escala mundial (que, según la OIEA, se espera que se duplique para el año 2030) ha contribuido al fenómeno global de proyección y construcción de plantas de energía nuclear que han equiparado un “renacimiento” de esta industria. Aunque es pronto para evaluar si tal “renacimiento” se transformará en un crecimiento explosivo o en una expansión moderada.

Asimismo, como fue establecido en el Tratado de Tlatelolco en 1967, las naciones de América Latina y el Caribe se han comprometido a mantener la región libre de armas nucleares, un concepto confirmado por varios instrumentos internacionales, tanto en el  nivel sub-regional como en el bilateral. De este modo, el escenario mundial actual abre una oportunidad para que la América Latina lleve adelante una diversificación progresiva y ordenada de sus actuales fuentes de energía eléctrica, en la que la energía nucleoeléctrica juegue su papel. Es deseable que en este sentido la expansión nuclear en la región siga su propio ritmo, cumpliendo con metas realistas y manteniendo bajo control la diversidad de los riesgos nucleares inherentes al tema, sobre todo en un llamado de alta responsabilidad a los gobiernos producto de la delicadeza del manejo profesional del Factor Nuclear.


Fuente: ( Neo club )

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