En lo que ahora es el centro de Alaska, uno de los primeros americanos -de apenas tres años- fue sepultado en un foso dentro de su casa, hace 11.500 años, según revela una nueva excavación. La casa y restos humanos antiguos -los de mayor antigüedad encontrados en el subártico de Norteamérica- permiten echar una inusitada mirada a la vida cotidiana de los americanos de la Era de Hielo, afirman los científicos.
Una cosa que aparentemente no es misterio es cómo se sepultó al niño. “Se puede ver que lo colocaron en el foso -un fogón dentro de la casa- y prendieron fuego sobre el niño”, dice Joel Irish, coautor del estudio. La madera quemada permitió que los científicos dataran el sitio con radiocarbono.
Después de la cremación, el clan de recolectores y cazadores al que pertenecía el niño aparentemente llenó con tierra el fogón de 45 centímetros de profundidad y abandonó la morada. Ningún otro artefacto existe sobre la línea de relleno.
Incluso el descubrimiento apenas representa 20% del esqueleto del niño, por lo que hay pocas pistas sobre cómo murió. Pero los restos dejan en claro que el infante murió antes de su funeral y fue colocado en posición para descansar en paz.
Vida cotidiana en la Alaska de la Era de Hielo
“Desde nuestra perspectiva, el niño es ciertamente extraordinario, pero la casa también es única”, destaca Ben Potter, coautor del estudio.
Restos de salmón, perdiz blanca, ardillas terrestres y otros animales sugieren que el fogón fue usado durante semanas y meses antes de convertirse en tumba, precisa el estudio.
El piso de la morada fue excavado 27 centímetros. Tal vez contó con postes para apuntalar las paredes y el techo, según manchas delatadoras en el sedimento.
En otras palabras, era una casa, la más antigua que se conoce en Alaska: “Todos los demás descubrimientos de este periodo o previos tienden a ser asociados con campamentos de cacería de corto plazo o talleres donde la gente reunía materiales de piedra de alta calidad para trabajarlos y convertirlos en herramientas”, destaca Potter, antropólogo de la Universidad de Alaska Fairbanks.
El antropólogo Ted Goebel, quien no participó en la investigación, coincide. “Lo que más me emociona es que al parecer finalmente dimos con una residencia donde se ve que realmente había gente viviendo”, considera.
Algo sospechoso en el sitio de cremación de la Era de Hielo
Ahora que se ha encontrado una casa en Alaska de la Era de Hielo, los científicos están listos para descifrar secretos sobre cómo vivían y se comportaban los primeros norteamericanos, dice Goebel, del Centro de Estudios de Primeros Americanos de la Universidad de Texas A&M.
Ya es claro que a los residentes les gustaba el salmón: en el foso se encontraron restos de aproximadamente 300 de estos peces.
Además de los restos de ardillas terrestres jóvenes, el salmón forma parte de la evidencia de que la casa era una residencia de verano de gente seminómada. Ambos animales son abundantes en los meses más cálidos.
La evidencia de moradas previas se había asociado a campamentos temporales en áreas que hubieran sido frecuentadas en otoño, según el estudio, publicado en la revista Science.
Localizada entre los bosques boreales del río Tanana, la nueva casa “pinta una imagen más amplia sobre la forma en que estas personas usaron las principales especies del paisaje”, dice Potter.
“Imaginamos a esta gente como forrajeros que cazaban presas grandes, como bisontes o alces. Pero el elemento de pesca es nuevo, y resulta sorprendente que haya tantos peces”, precisa.
El aparente patrón estacional de caza y pesca, subraya Potter, es similar al practicado por nativos más recientes de Alaska.
¿Restos humanos con ADN?
Una comunidad local de nativos de Alaska, la tribu del Lago Healy, ha llamado al niño de la Era de Hielo Xaasaa Cheege Ts’eniin, o Niño Boca del Río Sol Ascendente, en honor al nombre nativo del sitio arqueológico.
Varios grupos nativos están trabajando estrechamente con los arqueólogos y algunos han expresado interés en comparar su propio ADN con el del niño, para ayudar a pintar una imagen más clara de los ancestros del infante y, tal vez, de los propios.
Un estudio preliminar de los dientes del niño sugiere que está afiliado biológicamente con los nativos americanos y con la gente del noreste asiático.
Aunque los detalles son sumamente debatidos, por lo general se cree que los primeros americanos migraron desde Siberia cruzando el ahora extinto puente terrestre del estrecho de Bering, hace aproximadamente 13.000 años.
Irish, bioarqueólogo de la Universidad de Alaska Fairbanks, señala que algunos de los artefactos de piedra del sitio, su estilo de construcción y restos de animales hacen recordar a los encontrados en la Siberia actual.
Son particularmente reminiscentes, afirma, a los del lago Ushki, en Siberia. En ese sitio arqueológico de aproximadamente 14.000 años las excavaciones han revelado una cultura con ciertos paralelos con culturas posteriores de nativos americanos.
Ushki también alberga la única tumba adicional de esta era en la vecindad del puente terrestre de Bering, también llamado Beringia.
“La historia de Alaska se parece mucho más a la de Siberia o a la del Lejano Oriente ruso que a la de cualquiera de los 48 estados inferiores” de Estados Unidos, considera Potter.
Goebel, quien trabajó en el lago Ushki, dice que estas similitudes pueden encontrarse en muchas culturas del antiguo norte, así que no considera que los paralelos sean prueba de que ambas culturas estén unidas.
El ADN podría limpiar el panorama considerablemente, y los restos del niño representan una oportunidad inusitada.
“Realmente estamos interesados en usar la historia de Alaska para definir cómo fue que los primeros humanos de la Era de Hielo cruzaron el puente terrestre de Beringia”, destaca Goebel.
“Pero (sin restos humanos) nunca hemos podido decir quiénes fueron esas personas, cómo se veían y cómo podrían estar emparentadas con otras poblaciones”, señala.
“Ahora, por primera vez tal vez podamos hacernos una idea específica sobre cómo se veían los primeros beringianos, en términos de su genética”, agrega.
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