En el lecho oceánico, la corteza terrestre tiene sólo 6 kilómetros de espesor, lo cual facilita el acceso al manto, una capa que se extiende 2.890 kilómetros hacia las profundidades, hasta llegar al núcleo de la Tierra.
"Conseguir muestras del manto sería un tesoro comparable a las piedras lunares que trajeron las misiones Apolo", afirman los científicos responsables del proyecto, Damon Teagle, de la Universidad de Southampton (Reino Unido) y Benoît Ildefonse, de la Universidad de Montpellier 2 (Francia).
Los investigadores confían en que las muestras ayudarán a avanzar en el conocimiento sobre el origen y la evolución del planeta aunque hasta el momento, su objetivo ha demostrado ser aún más difícil que viajar a la Luna.
A la mayor profundidad que los hombres han conseguido llegar hasta ahora son dos kilómetros por debajo de la corteza, es decir, solamente un tercio de la distancia que los científicos necesitan descender.
La idea de alcanzar el manto terrestre surgió por primera vez en 1957, cuando un grupo de geógrafos norteamericanos ideó el proyecto "Mohole", un intento por equiparar la carrera espacial con una carrera hacia el centro de la Tierra.
En 1961 comenzaron a perforar la corteza en un punto cercano a la costa de la isla Guadalupe (México), pero no lograron sobrepasar los 183 metros de profundidad.
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