lunes, 7 de marzo de 2011

¿Sabes dónde estás pisando?

Una actividad de investigación, de conocimiento y de aventura, te puede llevar a encontrar un tesoro, por más romántico que se lea.



Durante nuestra vida cotidiana, recorremos inmersos con muchos estados de inconciencia, calles y avenidas que están llenas de historias y acontecimientos pasados que desconocemos, pero que están ahí viviendo en el tiempo, esperando ser rescatados.

Como sabemos, nuestro país (México) es la fusión de dos culturas que se caracterizaron por su gran capacidad de crear riqueza; pero ¿la hemos descubierto toda?.

Durante algunos años de vivir en la Ciudad de Santiago de Querétaro, en el centro del país, he sido testigo silencioso de algunos descubrimientos de tesoros escondidos que han sido descubiertos, algunos por accidente y otros producto de incansables búsquedas.

He visto familias que cambian de la noche a la mañana su nivel de vida, porque encontraron en lugares muy ocultos y extraños, vasijas con monedas de oro, lingotes, arte sacro, etc.

Recurriendo a la historia, nuestro país vivió dos grandes guerras que obligaron a sus habitantes a preservar apresuradamente sus mejores pertenencias por la falta de bancos que aseguraran el patrimonio líquido de sus habitantes. La carencia de instituciones encargadas de resguardar valores, obligaba  literalmente a los habitantes a enterrar su patrimonio, esperando recuperarlo cuando las “aguas estuvieran calmas”.

Muchos de estos habitantes nunca lograron regresar a su escondite, por lo tanto, aquellos tesoros quedaron ocultos en el olvido, esperando ser descubiertos por el tesón de algunos “cazadores” ó simplemente por los accidentes que se derivan de remodelaciones ó reparaciones en las edificaciones.

Así es como en nuestras calles, edificios y avenidas, preservan grandes riquezas ocultas, en los lugares más extraños, en donde quizás estemos parados sin saber lo que pisamos.

Conozco personas que dedican el cien por ciento de su vida laboral y profesional en buscar estos tesoros ocultos, y como dice el dicho, “El que busca….encuentra”, y ¡vaya que encuentran!, al grado de mantenerlos con un buen nivel de vida y con los medios para financiar expediciones y tecnología, con tal de seguir los rastros de antiguas leyendas y relatos que pasan de boca en boca. En esta profesión, las corazonadas son una buena materia prima, las leyendas son un excelente derrotero, y las construcciones ó caminos antiguos son un alto indicio de éxito.

Hoy en día, la tecnología en este ámbito también ha tenido grandes avances, y está al alcance de cualquier persona, sólo basta con decidirse a intentarlo y vivir la gran experiencia de encontrar algo valioso en nuestros días, pero que además contiene expectativas de vidas pasadas, que provocaron el atesoramiento de bienes, producto del trabajo, de herencias y hasta de grandes robos.

El que escribe, no se dedica a buscar tesoros, pero la vida me situó con la gran oportunidad de convivir con amigos entrañables que tienen muchos años de experiencia en el ramo, quienes me han invitado a participar en búsquedas llenas de misticismo y magia.

He sido testigo de las más increíbles historias del pasado, desde tesoros ocultos por defraudadores, rateros, piratas, hasta de las mas anónimas historias familiares que no tienen que ver con los tan sonados tesoros de los grandes capos de la historia.

Hace un año, siguiendo un simple y llano presentimiento de un amigo, emprendimos una búsqueda de un barco hundido en el Mar Caribe. Me tocó iniciar el trabajo de manipular el Detector Molecular, y tuve la fortuna de encontrar en un lugar cercano a la playa un ancla de barco antigua con su cadena de arrastre. Quizás no tenga tanto valor, aunque por el diseño del ancla y sus dimensiones, algunos expertos la refieren a una Goleta Española, pero el sólo hecho de vivir el encuentro con un artilugio que tiene años bajo el mar, y que en algún momento perteneció a una embarcación, es una vivencia que se queda grabada en la piel.

Mis amigos son fabricantes de un equipo que utiliza una tecnología muy eficiente para realizar estas búsquedas de tesoros.  Normalmente los equipos que hay en el mercado, ofrecen dos tipos de tecnologías: Las ondas de radio y la electrostática, sin embargo el equipo que fabrican mis amigos basa su operación en las ondas moleculares, lo que permite discriminar materiales como el oro, la plata, el cobre, la pólvora, y otros de manera muy eficiente, además de que permite encontrar objetos a mucha profundidad y en un radio de operación muy amplio.

Hoy en día, esta tecnología está al alcance de todos por su precio y su facilidad de operación, y basta con adentrarse en algún libro, en algún relato familiar, en alguna leyenda local, para saber que hay indicios de algún entierro esperando ser encontrado por un visionario que decidió buscarlo.

Existen equipos muy complejos que inclusive realizan mapas tridimensionales debajo de la superficie, sin embargo en lo personal me resulta muy romántico y aventurero, el sólo hecho de dedicar algunas horas de investigación y trabajo en campo, para poder volver a vivir el descubrimiento de lo antiguo, además de que resulta una experiencia única el realizarlo en un ambiente de camaradería y de confianza entre amigos.

Algunos consejos que hay que tener en cuenta para buscar un tesoro, aunque suene muy utópica esta actividad son:

Si no vas con amigos, asegúrate que acudes con gente de confianza y sensata, porque en caso de que efectivamente se encuentre algo, hay mucho riesgo de que algunos queden cegados por la ambición y recurran en actos violentos.

Asegúrate que estás buscando con el permiso del dueño de la propiedad, con quién deberás acordar porcentajes antes de iniciar, de preferencia por escrito, ya que así evitaras pleitos y situaciones poco agradables.

 Asegura llevar el equipo necesario para esta actividad, ya que de lo contrario te quedarás ahogado en tu frustración.  Infórmate sobre los equipos para respirar los gases que despiden los metales después de permanecer tiempo encerrados en humedad.

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