En las últimas semanas, la explosión en la central nuclear japonesa de Fukushima como consecuencia de un devastador terremoto y el posterior tsunami han marcado la actualidad informativa internacional.
Tal vez el país más afectado en el momento de la explosión y que aún sigue luchando con su legado es Bielorrusia, cuya frontera se encuentra a pocos kilómetros de la central nuclear.
Miles de personas fueron evacuadas de las ciudades y pueblos en el suroeste de Bielorrusia. En Bragin, la ciudad más grande de la zona y situada a 35 kilómetros de Chernóbil, dos tercios de la población debieron ser realojados en la capital, Minsk, o en otras grandes ciudades. Pocos de los diez mil evacuados han regresado a la zona.
swissinfo.ch realizó una visita a la zona en marzo.
Un cuarto de siglo después de la catástrofe de Chernóbil todavía hay recuerdos constantes de la devastación causada por la explosión.
En sus alrededores las aldeas están desiertas. Hay un silencio inquietante en las carreteras. Cientos de casas están en ruinas, con árboles y arbustos que sobresalen de los techos.
En la Plaza Lenin, en el centro de Bragin, hay un monumento dedicado a Vasiliy Ignatenko, el primer bombero local que llegó a Chernóbil tras la explosión. Murió 14 días después. Junto a este busto existen grandes placas en memoria de los 12 pueblos de la zona que quedaron arrasados por completo después de la catástrofe.
Cuestiones de salud
La asistencia suiza a Bielorrusia se centró en las regiones más golpeadas por la radiación. Se ha invertido una gran cantidad de tiempo, dinero y energía se han invertido en la educación de las familias sobre los posibles peligros.
Zhanna Chubsa es la representante en Bragin de la ONG ‘Green Cross Switzerland’, que ha estado ofreciendo apoyo en el lugar durante casi 17 años.
Chubsa tenía 11 años en el momento de la explosión de Chernóbil. Su familia fue una de las pocas que se quedaron en Bragin después del desastre. Ahora gestiona clubes de madres y niños, además de grupos familiares donde la atención se centra en apoyar y educar a la comunidad sobre la seguridad de la salud.
“La gente quiere saber”, dijo. “Si traen frutas del bosque, quieren saber dónde llevarlas para comprobar si están contaminadas. O si cultivan patatas en sus jardines que quiere enterarse sobre cómo disminuir el riesgo de contaminación”.
Todavía hay algunos adultos que no se toman los consejos tan en serio como deberían, pero Zhanna cuenta aquí con pleno apoyo de la generación más joven.
“Si una madre no sigue las recomendaciones son a menudo los propios niños los que se las recuerdan”, señaló. “Ha habido numerosas ocasiones durante las visitas a domicilios, donde he oído a un niño decir: mamá, tienes que lavar bien las patatas y primero cocer bien la carne”.
Las familias pueden recibir una revisión médica completa dos o tres veces al año y hay laboratorios de distrito donde la comunidad local puede comprobar los niveles de radiación de los alimentos y recibir asesoramiento.
Los científicos creen que el suelo del área que rodea a Chernóbil sigue planteando una amenaza para la salud y podrían pasar hasta 300 años para que el cesio 137, un elemento de la lluvia radioactiva, sea completamente eliminado de la tierra.
Las señales aparecen a lo largo de la carretera y en las aberturas de los bosques advirtiendo a la gente de los peligros de la radiación en el suelo. A las personas se les recomienda que no recojan setas o bayas silvestres, además de no cazar animales salvajes como alimento.
Reconstrucción de la comunidad
La COSUDE donó equipo de diagnóstico con ultrasonidos al hospital local de Bragin y ofreció ordenadores nuevos a los colegios, conexiones de alta velocidad a Internet y talleres para ayudar a los jóvenes a conocer la informática.
“Estos jóvenes fueron de repente capaces de crear sus propias webs y, por primera vez, comunicarse con el mundo exterior y decirles a todos lo que estaba sucediendo allí”, indicó Slava Kulchytski, director del proyecto de los programas de la COSUDE.
El desarrollo agrícola también ha sido muy importante en esta región rural de Bielorrusia. La falta de oportunidades sociales y económicas hicieron a la gente depender de las donaciones sociales. La COSUDE asistió a las poblaciones rurales para producir alimentos locales sin contaminar, lo que condujo a un incremento del 25% de los ingresos.
Los proyectos de ayuda en algunas de las zonas más afectadas han permitido a las familias de nuevo tomar el control de sus vidas y que las comunidades miren de forma positiva hacia el futuro.
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