En un artículo publicado la revista Science, un equipo de ecologistas demuestra que, prestando atención a los cambios en los procesos clave del ecosistema, como la fotosíntesis, se pueden detectar los primeros signos que anuncian una crisis medioambiental.
Para demostrarlo, Carpenter y su equipo introdujeron gradualmente en la laguna Peter Lake en Wisconsin (norte) un pez conocido como lubina negra (Micropterus salmoides).
Se trata de un depredador cuya expansión artificial en nuevos ecosistemas ha causado problemas de supervivencia a otras especies autóctonas e hicieron un seguimiento durante tres años.
Utilizando un lago cercano que ya estaba dominado por la lubina negra como un ecosistema de referencia, los investigadores vigilaron el lago experimental en busca de cualquier señal de advertencia mientras los recién introducidos depredadores comenzaban a dominar la red alimenticia.
Ambos lagos son parte del Centro de Investigación Ambiental de la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), que incluye un número de sitios de investigación acuática y terrestre.
Carpenter y sus colegas fueron capaces de observar varias señales, incluyendo cambios en la disponibilidad de la clorofila, fundamental para la fotosíntesis de las plantas acuáticas, más de un año antes de que la transición a una nueva red alimenticia dominada por esta especia se hubiera completado.
El estudio sugiere que, con el tipo adecuado de seguimiento, es posible vigilar los signos vitales de cualquier ecosistema e intervenir a tiempo para evitar lo que a menudo resulta en daños irreversibles al medio ambiente.
Los científicos consideran que estas "señales de advertencia" podrían ser útiles, incluso cuando no conozcan la causa del cambio en el ecosistema, como alarma para comenzar a investigar los motivos y prevenir desastres cuando todavía hay tiempo para intervenir.
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