PAUTAS SOSTENIBLES
La celebración de la Semana Europea de la Energía Sostenible es un eslabón más de la cadena que la Comisión Europea viene desplegando de un tiempo a esta parte para impulsar la sostenibilidad como meta y vía de desarrollo. En este sentido Bruselas ha anunciado el desarrollo de nuevos indicadores para evaluar los avances de los Estados miembros en pro de una “economía más verde”. Se trata de implantar nuevos sistemas para medir la ecoeficiencia, la productividad de los recursos –que calibra el grado de uso o abuso de los recursos naturales-y para medir los impactos ambientales y el modo en que se gestionan los residuos. Se trata, en suma, de ampliar el concepto de desarrollo sostenible tanto en el ámbito público como privado, estableciendo así un sistema de “gobernanza verde” global. A pesar de todo, queda todavía camino por recorrer. El informe “Riesgos globales 2011” del World Economic Forum señala que el mundo está “enfrentándose a graves limitaciones básicas en cuanto al agua, los alimentos y la energía. Las poblaciones y el consumo creciente, además del cambio climático, aumentan este desafío, mientras que las interconexiones entre estos problemas dificultan una adecuada respuesta”. Es más, esta escasez es susceptible de provocar tensiones e inestabilidad a nivel social y geopolítico, haciendo que se tambalee todavía más el ya de por sí endeble tablero de juego de la economía mundial.
No puede negarse que la preocupación por el medio ambiente esté influenciando y condicionando en gran medida los procesos de toma de decisiones financieras de las empresas y, en último caso, la contratación de proyectos por parte de un sector industrial que trata de huir de aquellas acciones potencialmente perjudiciales con el medio ambiente. Últimamente, también los mercados valoran positivamente los enfoques de gobierno corporativo y la gestión solidaria y comprometida con el medio ambiente. Aunque tradicionalmente las empresas han contemplado con escepticismo a los proyectos relacionados con la responsabilidad ambiental, ya se empieza a poner de manifiesto la posibilidad de que una gestión responsable pueda derivar en impactos financieros positivos.
La eficiencia energética y la promoción de las energías renovables se perfilan por tanto como los dos principales retos del desarrollo sostenible; y también las multinacionales españolas están actuando en este sentido, impulsando proyectos e iniciativas. . El consumo responsable de energía se revela como imprescindible para que las compañías se conviertan en adalides de la visión de un 'nuevo mundo' en el que se aplique una gestión ética a los recursos, las ideas y las personas. Es vital el eficiencia en el uso de los recursos energéticos, cuyas reservas deben ser consideradas como finitas. Así las cosas, Gas Natural Fenosa presentó recientemente la sexta edición de su Índice de Eficiencia Energética revelando entre otros datos que la adopción de medidas de ahorro y eficiencia evitaría la emisión a la atmósfera de 5,2 millones de toneladas de CO2, equivalente a lo que emiten anualmente 2.170.000 vehículos. Además, según el informe el 53% de la población cree que la eficiencia es ahora más importante que antes de la crisis económica, un grado de concienciación que sin embargo no se traduce en la mejora sustancial del comportamiento energético.
También las renovables muestran su mejor cara y entre ellas despunta el impulso de fuentes energéticas tan alternativas como las oceánicas; objeto de investigaciones en los últimos tiempos por su gran número de ventajas con respecto a la energía tradicional. A este nuevo nicho de oportunidades ha dedicado su atención Iberdrola, que junto con otras 19 empresas y 25 centros de investigación españoles, lidera un consorcio que desarrolla el mayor proyecto mundial de I+D+i sobre energías renovables oceánicas. Esta iniciativa, denominada Ocean Lider, cuenta con un presupuesto de 30 millones de euros y el proyecto ha recibido una subvención de alrededor de 15 millones de euros por parte del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y ha sido apoyado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
Las previsiones de futuro del sector son ambiciosas. Para los expertos, el desarrollo de las renovables ha de estar orientado a alcanzar la consolidación de un “sector económico de vanguardia”. Sin embargo, los analistas claman también por un esquema regulatorio estable y adecuado a las características del sector, eliminándose las barreras políticas y administrativas que eviten el desarrollo de tecnologías renovables de alto potencial. Esta es al menos la conclusión del informe “Cambio Global España 2020/50. Energía, economía y sociedad” elaborado por un equipo de expertos co-dirigido por Pedro Linares, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI, de la Universidad Pontificia Comillas, y Joaquín Nieto, presidente de honor de la Fundación Sustainlabour. Este documento abogaba también por la necesidad de una apuesta firme por las renovables, afianzada en una legislación estable que permita la inversión y la evolución tecnológica. Esto aumentaría la seguridad de suministro y disminuiría la dependencia de los combustibles fósiles, que reducirían su aportación: un 20 por ciento el petróleo y en torno al 15 por ciento el carbón y el gas. A mayores, la energía nuclear no sería una fuente energética en 2030 porque se presupone el fin del ciclo de vida de las actuales centrales y no se baraja la construcción de nuevas plantas.
Fuente: ( icnr )
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