Aunque se conoce poco de su infancia, se sabe que Reverón nació en Caracas. No obstante, a los pocos años de vida fue trasladado a Valencia, donde fue adoptado por una familia para su crianza, según refleja el portal electrónico Venezuela Tuya (www.venezuelatuya.com).
Ese sitio web reseña también que en 1904 Reverón regresó a Caracas. En la capital, cuatro años más tarde, ingresa a la Academia de Bellas Artes. Su excelente desempeño le valió la recomendación de sus profesores para recibir una pensión para estudiar en la Escuela de Artes y Oficios en Barcelona, España, tras culminar su formación académica en 1911.
El año siguiente, después de una estadía corta en Caracas, partió de nuevo pero esta vez a Madrid, ciudad en la que ingresó a la Academia de San Fernando.
Etapas pictóricas
En 1915 volvió al país. Una vez en Caracas se incorporó a las sesiones del Círculo de Bellas Artes, reseña el portal.
A partir de 1920 desarrolló las tres etapas que distinguen su obra. La página www.efemeridesvenezolanas.com refiere que estos periodos se denominan Azul, Blanco y Sepia.
En cada uno de esos lapsos, Reverón se caracteriza por manejar la luz como un elemento determinante en sus obras.
Gerardo Falcón, con más de 42 años involucrado en el ámbito pictórico, explicó que Reverón utilizó pigmentos hechos por él mismo para desarrollar su arte.
A comienzos de la década de los años 20, el maestro dio un paso fundamental en su vida: se mudó al estado Vargas. Según www.venezuelatuya.com, en ese lugar comenzó un cambio de actitud, pues adoptó un estilo de vida más primitivo para representar su entorno de una mejor manera.
Decidió construir una casa llamada El Castillete, en la que desarrollaría sus dotes artísticas hasta su muerte, en 1954, por una embolia cerebral. En ese espacio vivió junto a su amada Juanita Mota, a quien conoció en La Guaira.
Durante la última etapa de su vida, el maestro fue internado dos veces en el Sanatorio San Jorge debido a crisis psicóticas.
Recuerdan su solidaridad
Para Falcón, Reverón es un “artista excelso, singular y original” que representó “una nueva concepción e interpretación del paisaje, en el que la luz es un elemento principal”.
El artista plástico Víctor Morillo consideró la obra de Reverón como “una de las más valiosas” en la historia artística venezolana. “Yo lo conocí a él. Estaba pequeño, pero me acuerdo, sobre todo de su solidaridad. No tenía mezquindad. Lo poco que tenía lo compartía con quien lo visitaba”, dijo.
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