En un experimento del que participaron 125 voluntarios, los científicos establecieron que cuando un recuerdo se vuelve inestable, la persona puede reactivarlo si recibe un impacto, como fue en este caso el frío intenso.
Concretamente, los participantes debieron aprender una serie de cinco sílabas sin sentido que estaba precedida de una combinación de luz, imagen y música, explicó Delorenzi, también investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet).
A los seis días, los científicos volvieron a presentar los mismos estímulos, pero cuando los voluntarios debían evocar las letras aprendidas, se interrumpió la secuencia de luz, imagen y música, por lo que el recuerdo se volvió frágil, puntualizó.
Inmediatamente se les pidió a los participantes que sumergieran el brazo en una palangana con agua helada, mientras que para el grupo de control la temperatura era templada.
Como resultado, los que debieron afrontar el agua helada recordaron al día siguiente en un 80% las sílabas, mientras que aquellos que sumergieron su brazo en agua templada, sólo rememoraron un 20%.
"Con este pequeño truco demostramos que las memorias que parecían desaparecidas, en realidad quedan almacenadas", sostuvo Delorenzi, a cargo de la investigación en la que se emplearon cangrejos antes de realizar estas pruebas en humanos.
El investigador recordó además que sustancias como la epinefrina, cortisol y glucosa, liberadas en situaciones de estrés, también actúan en la modulación de la memoria.
"Con este trabajo estamos cambiando los marcos conceptuales de los procesos de memoria tal como estaban establecidos", aseguró.
Fuente: ( El Universal.mx )
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