lunes, 23 de mayo de 2011
Innovación: ¿aprovechamos la oportunidad?
Durante los últimos años, la Argentina ha logrado elevadas tasas de crecimiento. Sin embargo, existe la percepción de que el país no está aprovechando adecuadamente el mejor contexto internacional de que se tenga memoria en los últimos 50 años. Antes de ilustrar esta percepción con un ejemplo en el área de la innovación, permítaseme plantear qué entendemos por "aprovechar esta oportunidad".
El país puede vender parte de su producción agropecuaria al resto del mundo a valores excepcionales. Ello, junto con una inversión privada en el sector sin precedente, nos permite lograr excedentes en nuestra balanza comercial y contar con recursos fiscales considerables. Si bien se espera que este contexto internacional siga siendo favorable por muchos años, todo hace pensar que no será permanente. Ello significa que hay que utilizar parte de esos recursos excepcionales para sentar las bases de un desarrollo sostenible, es decir, un crecimiento con equidad que se sostenga en el tiempo.
Ello requiere, en primer lugar, generar los incentivos adecuados para aumentar la producción agropecuaria con criterios que la hagan sustentable en el largo plazo y, en segundo lugar, utilizar parte de esos recursos para mejorar la competitividad mediante mejor infraestructura y mayores y mejores capacidades. O sea, precios adecuados para incentivar la producción y recursos para que el sector público pueda hacer frente al desafío de mejorar la competitividad e impulsar el desarrollo.
Incrementar la producción y la competitividad requiere el desarrollo de las infraestructuras de transporte (vial, ferroviaria, portuaria y aérea) y de energía, que muestran atrasos considerables. Sin esa infraestructura, los esfuerzos privados no serán suficientes para mejorar la competitividad. A ese objetivo es necesario destinar una parte de esos recursos.
Pero con la infraestructura no alcanza para lograr un cambio en la estructura productiva orientado a agregar valor y, en particular, conocimiento en la industria, los sectores primarios y los servicios.
Como en la educación, impulsar el cambio tecnológico requiere, además de recursos, políticas adecuadas. En la educación no hay indicadores nacionales de calidad ya que, a contramano del mundo y de América latina, no medimos la capacidad de los educadores ni el aprendizaje de los alumnos. Sin embargo, las pruebas internacionales son contundentes: cada vez estamos peor en comparación con el resto del mundo.
En innovación ha habido mejoras en los últimos tiempos. Sin embargo, un indicador en esta área, como son los gastos en investigación y desarrollo, nos muestra que la proporción del PBI dedicada a ese fin se ha consolidado por debajo de las de Chile y Brasil. Otras medidas, imperfectas, pero ampliamente utilizadas para medir los resultados de esfuerzos en esta área, son las publicaciones en revistas científicas y el registro de nuevas patentes.
En cuanto a la cantidad de publicaciones por investigador en revistas reconocidas internacionalmente, la Argentina está a un nivel similar al de Brasil, Chile y México y un 30% por debajo de los países desarrollados. En el registro de nuevas patentes, las que, con imperfecciones, reflejan el potencial productivo de la investigación, no nos va bien hace mucho tiempo: gastamos en dólares entre 5 y 10 veces más que lo que gastan los países desarrollados por patente, y la cantidad de patentes respecto de los artículos científicos es 20 veces menor que en los países desarrollados.
Si bien hay ciertas cosas que no pueden mejorar de un día para otro, lo preocupante es la dinámica. En efecto, cuando comparamos el período 2008/2010 con 1999/2001, se observa que los dos países con mayor crecimiento del mundo y que producen la mayor cantidad de ingenieros y profesionales de las ciencias duras, o sea, China y la India, aumentaron la cantidad de patentes en 14 y cinco veces, respectivamente.
En el mismo período, América latina muestra un incremento de sólo 14% en la cantidad de patentes, pero con una notable diferencia entre países: mientras las patentes aumentan en Brasil (49%) y Chile (60%) disminuyen en la Argentina, México y Venezuela. Al igual que con la educación, no pareciera que estemos aprovechando la oportunidad. Brasil ya genera más del 40% de las patentes de la región.
El impulso al cambio tecnológico debe partir de reconocer la realidad productiva del país, una realidad que requiere políticas que incentiven la modernización y la mayor competitividad de la industria y el desarrollo del agro, potenciando la agregación de valor y de conocimiento. La ventaja es que la nueva revolución tecnológica (información y comunicaciones, biotecnología, nanotecnología y nuevos materiales) cruza todos los sectores. Por ende, a diferencia del pasado, en casi cualquier sector se puede profundizar el cambio tecnológico y potenciar la producción y el empleo. Pero el proceso no es espontáneo; hacen falta políticas adecuadas y una activa participación del sector privado.
El autor fue ministro de Economía y es decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella
Fuente: ( la nacion )
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