Así, por ejemplo, hace poco tiempo las autoridades de Tanzania tuvieron una idea para desarrollar los parques naturales. Propusieron construir una carretera asfaltada que partiría en dos el territorio de la reserva de Serengeti e impediría la migración de cerca de 1,2 millones de ñus, 200.000 cebras y medio millón de gacelas. Además, esto podría abrir ese parque nacional y la reserva de Masai Mara, en Kenia, a los cazadores furtivos. Esto pone en grave peligro la supervivencia de los 3.000 leones de la región (más del 10% de la población mundial) y de más de 50 rinocerontes negros, una especie de la que apenas quedan 3.500 ejemplares.
Esta semana Ezekiel Maige, ministro de Recursos Naturales y Turismo de Tanzania, envió una carta al director del Centro del Patrimonio Cultural de la UNESCO, en París, donde anunció que este país africano no va a construir esta infraestructura en medio de la naturaleza salvaje. Tan imprevisto cambio de opinión del ministro Maige se puede explicar por la posición de la comunidad internacional y las instituciones bancarias mundiales. Por ejemplo, la tensión entre el Banco Mundial y las autoridades locales ha sido tan fuerte que la institución ha prohibido a sus funcionarios públicos hablar con los medios de comunicación sobre la carretera.
Además de esto otro país africano, Kenia, también ha censurado el proyecto que afectaría a Masai Mara, la reserva más visitada de ese país y una de sus principales fuentes de divisas.
Actualmente el Gobierno tanzano elabora un nuevo proyecto que salva al Serengeti, aunque también existen riesgos para la biodiversidad local. Es evidente que la migración no se ciñe al parque. Por ejemplo, los ñus pasan un 40% del tiempo fuera de las zonas protegidas, cuyo acceso, ahora, será más fácil con las dos carreteras. Se estima que cada año son abatidos entre 40.000 y 100.000 animales en el ecosistema Mara-Serengeti.
Fuente: ( rt noticias )
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