La máquina funciona entre el espacio público y el privado (la calle y el estudio) y permite mostrar un método de producción diferente, haciendo visible a todo el mundo lo que se puede crear con el viento. Según la diseñadora, la idea surgió de manera espontánea mientras paseaba por las zonas residenciales de Londres. «En esos barrios hay unas calles cortadas al tráfico en las que se producen fuertes corrientes de aire. Así que empecé a idear una manera de sacarle partido a una energía renovable».
El sistema, que ya ha sido patentado, está compuesto por un pequeño molino de viento –cuyas aspas abarcan un metro de diámetro– y una tejedora. La fuerza del aire y la rotación de las aspas del molino colocado en lo alto del edificio permiten que la bufanda cuelgue por la fachada hasta llegar a una ventana por la que se recupera una vez tejida. «Este sistema puede detenerse de manera ocasional para permitir elaborar bufandas más o menos largas según el gusto del comprador», explica Karhof.
A la velocidad del viento
«La velocidad con la que la máquina funciona –prosigue– es directamente proporcional a la cantidad de viento que sopla en cada momento, por lo que la producción diaria puede variar de una a tres bufandas al día». A modo informativo, cada textil lleva cosida una etiqueta que incluye el nombre de la diseñadora, el día y el tiempo que ha llevado su elaboración.
Karhof ha anunciado su intención de extender la marca y de abrir talleres en otras partes del mundo. «Lo más original de este proyecto es que la gente puede observar desde la calle el proceso de producción de cada artículo. Veo molinos y bufandas en todas las fachadas, especialmente en aquellos países en los que las condiciones climáticas favorezcan su producción, y a los clientes observando cómo los foulares de punto aparecen por las ventanas o los escaparates de las tiendas», comenta.
La creadora –que por el momento sólo ha producido bufandas mediante este sistema– ha empezado a aprovechar los restos de tejido para tapizar muebles. De hecho, el reciclaje ya formaba parte de algunos de los proyectos llevados a cabo por Karhof, quien entre otras cosas reutiliza abrigos de cuero de segunda mano para hacer cojines, almohadas o tapizados. Tampoco es nuevo su interés por la eólica, ya que entre sus creaciones hay «pins» con forma de molinillos que nos permiten darnos cuenta de la cantidad de viento que capturamos mientras caminamos y la energía que el ser humano es capaz de producir con su propio movimiento. Más información:
http://www.merelkarhof.nl/
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