Las personas con enfermedades del corazón deben evitar pasar largos períodos en zonas donde la contaminación del tráfico sea alta. ”
JEREMY PEARSON
Madrid | Europa Press
Las pequeñas partículas químicas emitidas por los tubos de escape pueden aumentar el riesgo de ataques al corazón, según demuestra una investigación de la Universidad de Edimburgo (Escocia) publicada en la revista “European Heart Journal”.
En concreto, observaron que las partículas ultrafinas producidas cuando se quema la gasolina son dañinas para los vasos sanguíneos y pueden aumentar la formación de coágulos sanguíneos en las arterias, dando lugar a un ataque de corazón o a un derrame cerebral.
Los científicos midieron el impacto de estos gases en voluntarios sanos para compararlos con los niveles que se encuentran en ciudades muy contaminadas. En concreto, observaron cómo el cuerpo humano reacciona a los gases que se encuentran en el humo del diesel --tales como el monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno-- con aquellos causados por las partículas químicas ultrafinas de los tubos de escape.
La investigación, financiada por la Fundación Británica del Corazón, mostraron que las partículas minúsculas, y no los gases, causan el deterioro de la función de los vasos sanguíneos que controlan cómo la sangre se canaliza a los órganos del cuerpo.
Las "invisibles" partículas --de menos de una millonésima parte de un metro de ancho-- podrían ser filtradas colocando filtros especiales en los tubos de escape. Estos filtros ya están siendo instalados en los vehículos de transporte público en los Estados Unidos.
El doctor Mark Miller, del Centre for Cardiovascular Science de la Universidad de Edimburgo (Escocia), expone que "mientras muchas personas tienden a pensar en los efectos de la contaminación del aire en términos de daños a los pulmones, existe una fuerte evidencia de afecta también al corazón y a los vasos sanguíneos".
"Nuestra investigación muestra que tanto los gases como las partículas pueden afectar a la presión arterial, aunque son las partículas químicas emitidas por los tubos de escape de los automóviles las que son realmente nocivas. Estas partículas producen moléculas altamente reactivas denominadas radicales libres que pueden dañar nuestros vasos sanguíneos y provocar una enfermedad vascular", reconoce este experto.
"Ahora estamos investigando" –continúa Miller– "cuáles son los productos químicos que contienen estas partículas perjudiciales, así, en el futuro, podremos tratar de eliminar estas sustancias químicas y evitar los efectos nocivos de las emisiones de los vehículos"
Los investigadores quieren que las medidas de salud ambiental diseñadas para reducir las emisiones sean analizadas para determinar su eficacia a la hora de reducir la incidencia de ataques al corazón.
El profesor Jeremy Pearson, director médico asociado de la Fundación Británica del Corazón, afirmaba que "hemos sabido desde hace mucho tiempo que la contaminación atmosférica es un problema importante para la salud del corazón y es por ese motivo que estamos financiando a este equipo de investigadores de Edimburgo; sus hallazgos sugieren que se pueden salvar vidas mediante la reducción de estas nanopartículas nocivas de los tubos de escape. Por ahora nuestro consejo sigue siendo el mismo –las personas con enfermedades del corazón deben evitar pasar largos períodos en zonas donde la contaminación del tráfico sea alta".
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