
Cabral será inextinguible por dejar una herencia inconmensurable en ritmos y poesía. Un niño abandonado en las calles, que vio a sus hermanos morirse, ladrón y mendigo, que sufrió la pérdida de su mujer e hija, y aprendió con una guitarra las tablas de Moisés hasta convertirse luego en filósofo de la vida, adalid de la paz y pregonero del amor.
El absoluto humanismo trasciende en frases simples: “no soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad, ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad...”. O ante el lamento por los caídos disponer que “el secreto de la vida es vivirla” y “el día en que yo me muera no hace falta una balanza, porque pa` velar a un cantor basta una milonga”. Los desterrados tararearon: “la muerte casi no me convence”.
Sobre populismos y dictaduras latinoamericanas, Cabral alertó que lo que más cuidó en su vida fue la libertad y si hubiera estado en Cuba lo hubieran echado en menos de un fin de semana. El ser humano –dijo- es universal y si uno sólo es el padre la humanidad se trataría de una sola familia habitando un solo país llamado tierra. Mussolini, Hitler y Herodes, hicieron ruido un rato, pero después el bien les pasó por arriba.
“Hay que vivir con la gente que tiene respeto por la vida porque el bien está para siempre, las ideologías se llamen religiones, o tendencias políticas como el comunismo son ideas petrificadas y no hay nada que pueda quedarse quieto cuando todo cambia constantemente porque ninguna teoría es la razón absoluta”. Y la esperanza: siempre se puede empezar de nuevo, en una eternidad siempre se puede empezar de nuevo, y esto es tan cierto como que el paraíso no está perdido, sino olvidado.
kmantilla@lahora.com.ec
1 comments:
K articulo tan hermoso, tiene el tinte del mismo Cabral..me conmueve!...Sigo extranando al poeta, al trovador a nuestro cabral
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