domingo, 1 de enero de 2012
Tres mitos sobre ovnis
El duodécimo planeta
El 21 de octubre pasado, el doctor David Morrison, científico “senior” del Lunar Science Institute de la NASA, montó en Youtube un video de cuatro minutos, preocupado por las dudas que una niña de 12 años le planteó a través de una carta, en torno a la existencia del planeta Nibiru.
“Ella me explicó en su nota –señala Morrison–, que junto con sus compañeros de clase se encontraba muy espantada”, ante la posibilidad de que este planeta realmente exista y que, como alegan sus propaladores, se encuentre en ruta de colisión con la Tierra… en una catástrofe vaticinada para 2012.
La leyenda de Nibiru inició en los años 70, cuando el escritor inglés-palestino Zecharia Sitchin postuló su teoría del astronauta antiguo, que se basa en el supuesto origen extraterrestre de la vida humana.
Según la muy personal traducción que Sithcin realizó de geroglíficos y tablillas sumerias, los humanos fueron creados por una raza llamada Anunnaki, proveniente del planeta Nibiru, un décimo integrante del sistema solar que los sumerios, no obstante, denominaban “doceavo planeta” porque también contaban en sus observaciones al Sol y a la Luna.
Nibiru, afirmó el escritor-ufólogo, fallecido el 9 de octubre de 2010, tiene una órbita mucho más abierta que cualquier otro planeta del sistema solar, de tal forma que se acerca al Sol únicamente cada 3 mil 661 años y, de hecho, ufólogos contemporáneos se han encargado de afirmar que la última vez que este planeta se aproximo (provocando, supuestamente, graves alteraciones climáticas en la Tierra) fue en 1649 antes de Cristo, por lo que su próximo acercamiento, según esta teoría, será el próximo año.
Sin embargo, el doctor Morrison aclaró que “no hay evidencia creíble sobre la existencia de Nibiru: no hay fotos, grabaciones, ni observaciones astronómicas. Y, ¿cómo sabemos Nibiru que no existe? Primero, porque si hubiera un planeta en el sistema solar que se acercara a la Tierra para colisionar con ella el 21 de diciembre de 2012, tendría ya que estar cercano a la órbita de Marte, por lo tanto, sería brillante, fácilmente visible para el ojo humano sin necesidad de instrumentos de observación astronómica; si estuviera ahí, todos podríamos verlo.”
Además, prosigue, “si Nibiru existiera, si fuera un planeta con masa, ya estaría alterando la órbita tanto de Marte como de la Tierra, de manera proporcional al nivel de cercanía que fuera adquiriendo progresivamente este objeto. No obstante, ambas órbitas son constantemente monitoreadas por los astrónomos y ninguna ha sufrido la menor variación”.
Por último, aclara, “la estabilidad que presentan las órbitas de todos los planetas del sistema solar revela que, al menos en el último millón de años, ningún planeta externo ha ingresado a él, puesto que habría alterado la velocidad y trayectoria de todos los planetas e, incluso, la de la Luna.”
Así, pues, Nibiru es simplemente un pretexto para vender libros sobre ufología y teorías conspirativas.
Doctor David Morrison, de la NASA
También el Sol ha amado
Entre febrero y octubre del año 2011, diversos observadores difundieron videos captados por el satélite Soho (Solar and Heliospheric Observatory, creado por científicos de la NASA y l Agencia Europea Espacial), enviado al espacio en 1995 para monitorear la actividad del Sol, en los que supuestamente quedó registrada la presencia de distintos objetos voladores no identificados, algunos de los cuales, incluso, atravesaron la estrella para realizar lo que, según los aficionados, pueden ser viajes dimensionales.
El más destacado ufólogo adherido a estas afirmaciones es el suizo Nassim Haramein, quien se presenta como estudioso de física teórica, cosmología, mecánica cuántica, biología, química, antropología, gemoetría sacra y civilizaciones antiguas… además de que asegura haber desarrollado, a los 9 años de edad, una Teoría de la Gran Unificación, ni más ni menos que aquella gema que amalgama la Relatividad de Einstein con la Física Cuántica, y en pos de la cual se hallan los científicos del mundo desde hace medio siglo.
Ya en 2003, Haramein había anunciado que un cometa que doblaba en tamaño a Júpiter se había aproximado al Sol, alejándose luego sin causar estrago alguno en el equilibrio planetario, gracias a “alguien quien nos cuida”. Dijo, además, que se trataba del planeta Nibiru.
Haramein calló, sin embargo, los datos proporcionados por la NASA en torno al suceso captado por Soho, entre el 16 y el 20 de febrero de aquel año, que dejaban claro que no era un planeta del doble de Júpiter, sino un asteroide identificado un año antes y bautizado como Neat, de algunas millas de diámetro, iluminado por la nube que generaba su aproximación al Sol.
Neat captado por Soho, en 2003
Y como el supuesto planeta errante no destruyera la Tierra en aquel año, Haramein se ha dedicado desde entonces a construir una nueva la teoría sobre los ovnis que circundan el Sol, según él, para energizarse e, incluso, para trasladarse a otros puntos del espacio pues, afirma el ufólogo, en el centro de la estrella existe un hoyo negro.
Como prueba, Haramein sigue empleando los videos de Soho, esta vez los que muestran puntos brillantes que caen al Sol y que provocan una eyección de masa coronaria. “Los únicos cometas que sé que hacen esos locos movimientos
–afirmó en 2008–, son los que tienen pequeñas ventanas y pequeños seres dentro.”
Además, denunció, estas imágenes ya no pueden verse en el sitio oficial del satélite Soho.
No obstante, en línea pueden ser consultadas en tiempo real las imágenes que el satélite capta todos los días del Sol, así como el archivo histórico generado por 16 años de observaciones, acompañados con explicaciones claras sobre los cometas que pasan junto o caen en la superficie solar, informando sobre su nombre, fecha de descubrimiento y, en algunos casos, su consistencia química.
Cometa absorbido por el Sol, en mayo de 2011
El último cometa que surcó la órbita del Sol fue Birthday, bautizado con ese nombre en homenaje a Soho, que filmó su paso junto a la estrella entre el 15 y el 16 de diciembre, fecha en que se conmemoraron 16 años del lanzamiento del observatorio solar.
Cuatro décadas de ilusión
El 27 de abril de 1972, cuando la misión Apollo 16 comenzaba sus maniobras para volver a la Tierra, luego de realizar diversos experimentos en la superficie de la Luna, un extraño objeto se posó frente a la cámara con la que se registraba la operación: algo que parece flotar sobre la superficie del satélite y que, tras algunos trastabilleos de la lente, desaparece.
Se trata del ovni del Apollo 16, descrito en su momento como “una nave con forma de plato, con un domo en su parte superior”, una de las más claras filmadas hasta entonces… y se trata, también, de un mito.
El Ovni del Apollo 16
Casi 40 años después de que los cuatro segundos de filmación fueran dados a conocer, y tiempo durante el cual esta película de la NASA ha sido empleada por ufólogos de distintas latitudes como prueba de que inteligencias extraterrestres asedian nuestro planeta, en abril pasado el científico Gregory Byme, del Johnson Space Center, sometió las imágenes del Apollo 16 a nuevos procesos de análisis digital, que le permitieron detectar, además del objeto circular que flota sobre la Luna, un apéndice rectilíneo adosado a él, así como un movimiento de ambos elementos independiente a la traslación del satélite natural pero… ¿y eso qué significa?
La respuesta es muy sencilla: significa que no existe tal nave flotando en la nada, pues lo que la cámara del astronauta John Young captó, y que parece un ovni desapareciendo en la penumbra cósmica, no es otra cosa que el foco de iluminación del módulo Casper, que orbitó 64 veces la Luna para, precisamente, cartografíarla.
“Los ovnis –comentó sucintamente la NASA– no son necesariamente naves extraterrestres y, después de todo, algunos ovnis ni siquiera lo son”.
Fuente: ( animalpolitico )
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