El número de fuegos que se han producido en los últimos diez años refleja una relación estrecha entre los años más secos –como 2005, cuando se produjeron 1.322 siniestros sólo en el mes de enero– y los más lluviosos, como 2010, en el que el primer mes del año se zanjó con 69. Este enero, sin embargo, la cifra asciende hasta los 449 y uno de ellos arrasó más de 500 hectáreas, lo que se considera como un gran incendio, un siniestro que no se daba desde hace tres años. A este respecto, el ministro de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, indicó ayer en un receso del Consejo Asesor de Medio Ambiente que «se están produciendo incendios en zonas y fechas poco frecuentes». Asimismo, a pesar de la insistencia de varias asociaciones de agricultores de impulsar un decreto de sequía, el ministro prefiere ser cauto y pide prudencia: «Estamos evaluando la situación comarca por comarca y cultivo por cultivo». Aunque en su discurso insistió en que «todas las medidas están previstas para ponerlas en marcha si en marzo se desencadenan situaciones más graves y se valorarían los diferentes niveles de intensidad». Pero quiso dejar claro que «es prematuro hablar de escenario catastrófico porque los acuíferos no están en muy malas condiciones».
Los deseos del ministro se podrían cumplir si las lluvias que, de acuerdo con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se esperan para hoy en la cordillera norte llegan y se extienden al resto de la Península. No obstante, su portavoz, Ángel Rivera, explica que se producirá «un alivio parcial que supondrá una cierta humidificación, una renovación de la masa de aire, mayor humedad y romperá la cota de sol con el agua». Pero el campo sigue seco y las brigadas antiincendios se han desplegado en varias provincias. En especial en Galicia, donde más de 4.000 efectivos de la Guardia Civil se han incorporado para cubrir los fuegos que ya se están desatando en la región.
Huesca, en peligro
«La situación es peligrosa, estamos en prealerta porque la sequía es muy pronunciada», insiste De la Calle, ya que «la condición hídrica es la peor que atravesamos desde hace 70 años», añade. En un año normal en el que se respetan los ciclos de calor y frío, el dispositivo de prote-cción de fuegos no se pondría en marcha hasta junio, cuando las altas temperaturas se asientan en toda España y las precipitaciones sólo aparecen en forma de tormenta de verano. Pero en provincias como Huesca, una de las más castigadas por la falta de agua, los refuerzos de las brigadas contra fuegos llevan varias semanas en marcha. «Los dispositivos se han adelantado más de un mes porque en nuestra provincia hace más de tres meses que no vemos caer una gota», se lamenta Fernando Luna, presidente de Asaja Huesca y uno de los impulsores de la mesa de la sequía que se ha reunido para valorar la situación de la zona. «Queremos que la región se declare como zona catastrófica porque a día de hoy sólo contamos con un 20 por ciento de dotación de agua y, si no remontamos, calculamos que las pérdidas serán muy importantes: más de 900 millones de euros sólo en volumen agrario, sin tener en cuenta las pérdidas por su no comercialización», indica Luna. Además de la repercusión económica, el retraso en los cultivos o la falta de cosecha también incidirá en la contratación de jornaleros, que, sólo en Huesca, supone de 4.000 a 6.000 puestos de trabajo.
Éstas son sólo las consecuencias que produciría una sequía prolongada, pero desde el Colegio de Técnicos Forestales insisten en «la mezcla de ingredientes que se están cociendo» para que los incendios se propaguen sin ningún obstáculo. «No se está invirtiendo lo necesario en prevención, es decir, en mantenimiento y labores de concienciación. Los recortes nos han sacudido mucho. Castilla y León, por ejemplo, ha reducido en más del 70 por ciento la limpieza y la gestión integral de los montes», añade Raúl de la Calle.
Los primeros fuegos forestales se han adelantado varios meses en Portugal por la alarmante falta de lluvia. El país luso, que padeció varias olas de incendios la década pasada, había logrado reducir hasta un 73% las hectáreas quemadas en 2011. Pero este año la situación ha cambiado. Febrero se presentó como el más seco de los últimos 20 años. La cantidad de precipitaciones en todo el país el mes pasado fue de 2,2 milímetros, cuando la media es de 100, y se calcula que el 32% del territorio está en situación de sequía extrema.
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