Estos incidentes de desmayos fortuitos se denominan síncopes y son causados por disminución transitoria del oxígeno por la sangre que circula al sistema nervioso central, en especial al cerebro.
Antes de ocurrir el desmayo, el individuo puede notar síntomas de mareo, debilidad, escalofríos, cosquilleos en las manos y hasta falta de control del cuerpo. Lo habitual es que la persona que sufre el síncope pierda la conciencia bruscamente, se desplome y caiga al suelo. Esta situación puede ocurrir por múltiples condiciones que afectan al organismo; como las alteraciones cardíacas o de otra índole.
Guillermo Stern, pediatra del Instituto Pediátrico La Florida, manifestó que el síncope más común es el vasovagal y "no es causado por una enfermedad, por lo que es siempre de naturaleza benigna y ocurre cuando no llega suficiente oxígeno al cerebro por una disminución transitoria del aporte sanguíneo".
Las lipotimias son relativamente frecuentes en la población general, sobre todo en los adultos, llegando a padecerla hasta 20% de las personas a lo largo de toda su vida. Además, en 35% de ellas se repiten al menos una vez.
"Para tratar el desmayo es necesario que el paciente acuda a los especialistas y en consulta se le realizará un minucioso interrogatorio para establecer aspectos relevantes que le son característicos a cada tipo de síncope, además de descartar alteraciones de tipo cardíacas, indicó el Dr. Stern.
Ante un episodio repentino de síncope la recomendación inmediata es subir las piernas para regular la circulación. Si el paciente comienza a presentar señales como calor, náuseas, debilidad, palidez, sudoración, frialdad de manos y pies, eventualmente pérdida de conciencia, se puede recurrir a fármacos formulado para la prevención y tratamiento del vértigo y náuseas.
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