“No hay una posibilidad política o un proceso formal para
independizarse del Estado Federal. La única vía sería la rebelión armada”,
sostuvo.
"No", responde con contundencia Nicole Hemmer, profesora del Departamento de
Historia de la Universidad de Miami, quien forma parte del grupo de
historiadores, politólogos y expertos en leyes que le quitan importancia a la
movida ciudadana.
Aún así, las firmas que solicitan la secesión "pacífica" de cada estado se
multiplican conforme pasan los días.
La mayor parte de las peticiones simplemente cita la primera frase de la
Declaración de Independencia de Estados Unidos, en la que los fundadores del
país establecieron su derecho a "disolver los lazos políticos" y formar una
nueva nación.
Texas es el estado que más apoyo ha recibido con diferencia. Son más de
100.000 las firmas que respaldan la petición de independencia, superando con
creces las 25.000 adhesiones necesarias para que la Casa Blanca tome en cuenta
la solicitud y emita una respuesta, que no tiene por qué ser favorable.
Cabe recordar que Texas votó por Romney con una diferencia de más de 15
puntos porcentuales sobre Obama.
El texto de la petición texana se queja de "flagrantes abusos" de los
derechos de los estadounidenses.
Razones económicas
Sin embargo, los argumentos de quienes piden la secesión en otros estados
son, sobre todo, de carácter económico. Muchos ciudadanos consideran que su
estado funcionaría mejor si fuera independiente y no tuviera que contribuir con
sus recursos económicos al presupuesto federal.
Pero, como recuerda Dana Milbank, columnista de opinión del diario The
Washington Post, muchos de los estados que más firmas han recabado reciben
del gobierno federal más de lo que pagan.
Milbank cita como ejemplo los casos de Luisiana, Alabama, Carolina del Sur y
Misuri, si bien reconoce que en el caso de Texas, que cuenta con la riqueza del
petróleo, aporta más de lo que recibe.
"Los más fervientes defensores de los recortes en el gasto público tienden a
proceder de los lugares del país que más dependen de él", escribió Milbank el
pasado martes.
La Casa Blanca, receptora de quejas
"Nosotros los ciudadanos"
El derecho a hacer peticiones al gobierno está garantizado por la Primera
Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.
Si una petición consigue el apoyo suficiente, el personal de la Casa Blanca
la revisará, se asegurará de que se remite a los expertos correspondientes y
emitirá una respuesta oficial.
Se deben seguir tres pasos: primero, revisar las peticiones abiertas
relacionadas con el asunto que le preocupa; si su caso no existe, crear una
nueva; si la solicitud supera el umbral de firmas necesarias en un plazo de 30
días, el gobierno dará una respuesta.
Para contrarrestar las peticiones de secesión, hay otras iniciativas que
buscan el efecto contrario.
Hay una petición para que "Estados Unidos permanezca unido". Otras para que
"retiren la ciudadanía de todos aquellos que han pedido la secesión". Y una más
que pide "que aquellos que se separen, paguen todo lo que deben antes de
independizarse".
La Constitución de Estados Unidos no contempla ninguna provisión para dirimir
estos casos de deseos de secesión de la Unión.
El hecho de que las peticiones estén alojadas en una página oficial del
gobierno estadounidense es llamativo, puesto que la Casa Blanca no es la primera
puerta a la que debería acudir un estado que realmente quisiera separarse del
resto del país.
La discusión tendría que comenzar en una asamblea estatal, y debería pasar
por la Cámara de Representantes y por el Senado en Washington antes de acercarse
al ejecutivo.
Esto sin olvidar que, como dice la historiadora Nicole Hemmer, la secesión es
ilegal en Estados Unidos.
BBC Mundo se puso en contacto con la Casa Blanca, donde un portavoz confirmó
que cada petición que supera las 25.000 firmas se revisa y recibe una
respuesta.
"Como regla general, no comentamos sobre el contenido de las respuestas hasta
que estas se emiten a los peticionarios", señaló la fuente.
Frustración postelectoral
En cualquier caso, el sistema que se ha seguido parece confirmar la teoría de
quienes aseguran que se trata más bien de un gesto de enfado que de una
iniciativa verdaderamente independentista.
La acción puede ser simbólica pero refleja el descontento de una parte de la
ciudadanía con el resultado de la elección presidencial.
Nicole Hemmer le recordó a BBC Mundo que "la Unión no está en peligro".
"Lo que los medios a veces olvidan es que por todas esas miles de personas
que han firmado a favor de la secesión de su estado, hay muchos miles más,
millones incluso, que no lo han hecho.
"Todas estas peticiones son sólo la expresión de la frustración
postelectoral", concluyó Hemmer.
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