Se supone que nadie debe ser soltero. A lo largo de mi vida he
amado y he perdido, a veces he ganado, y los extraños siempre han sido amables.
Pero parece que la mía es una vida de bendita soltería.
Y no me ha importado. O más bien, no lo suficiente. Pero ahora sí. Por
ejemplo, en las fiestas llega un momento en que preguntan: "¿por qué no tienes
pareja?".
Generalmente lo pregunta alguien acompañado de su media naranja, así que son
realmente dos personas que preguntan.
Me cuesta responder: "No encontré a la persona correcta... Soy un triste
adulto inmaduro... Soy incapaz de amar... Soy un pervertido y prefiero a las
jirafas".
Cualquier respuesta será insatisfactoria. Nadie espera una respuesta feliz.
Sólo estoy encubriendo mi profunda soledad. Ellos lo saben y esa percepción los
reconforta, les da seguridad.
Te miran desde su torre, protegidos de semejante destino. Pero si yo
preguntara "¿por qué lo elegiste a él? ¿por qué te contentaste con ella? ¿tenías
tanto miedo de estar solo?", sería grosero y entrometido.
El autor
James Friel es novelista, autor de The Posthumous Affair (La
aventura póstuma).
La semana pasada, una amiga tuvo una cita. Mala idea. El hombre con quien
salió estuvo casado tres veces y tenía un hijo de cada esposa. ¿Incontinencia
emocional?
Así y todo, esta persona preguntó a mi amiga -soltera y sin hijos- por qué
había fracasado en la vida.
Fue una cita corta. ¿Es realmente un fracaso?
Los solteros también pueden sentir eso sobre otros solteros y sobre ellos
mismos. Se supone que nadie debe ser soltero. Si lo somos, por algo será.
Un libro reciente sostiene en su portada que los solteros podrían ser la
minoría sexual más vilipendiada. Y no sólo ahora.
Solterona
Fíjense en la palabra "solterona": fulminante y cruel. Inocente, sí, pero con
connotaciones infelices, desdeñosas e irrespetuosas.
Hace algunos años, en una época de heroínas estilo Bridget Jones, la
escritora Carol Clewlow se preguntaba por una lectora de su propia generación,
una mujer que había decidido no unir su destino con otro. Escribió una novela
sobre las solteronas.
Bridget Jones es una treintañera soltera que vive en
Londres.
Se la entregó a su agente, que estaba encantada, como su editorial. Comenzó
una campaña. Pidieron a columnistas y celebridades que hablaran sobre la palabra
que titulaba la obra, pero entonces llegó la reacción de las librerías.
No querían un libro titulado Spinsta (Solterona). Lo retitularon
Not Married, Not Bothered (Ni casada ni incómoda).
Cuando hablo de esto con mujeres, surgen abundantes anécdotas irónicas y
divertidas.
Con otros hombres, homosexuales o heterosexuales, la conversación es
melancólica, dubitativa, poco convincente y hasta dolorosa.
Ahora que el matrimonio gay es legal, los gays también debe justificar no
tener pareja. Exigimos matrimonio, para ser reconocidos como parejas no sólo por
la ley -que está bien- sino por Dios, que es redundante. Las parejas necesitan
esas definiciones sólidas.
Yo soy soltero. Carol me describió como solterón. Admito que me fastidió un
poco, hasta que agregó "como George Clooney".
Genial, pensé. Pero busqué "solterón" en Google y el término molesta mucho.
La lista comienza con un artículo del Evening Standard de Londres:
"Un solterón es un hombre sin casarse mayor de 35 años, que en el mejor de
los casos tiene 'problemas' y en el peor es un sociópata. Uno teme por ellos,
como por las solteronas. No pueden ver lo solos que están".
Suena amable este temor. Se supone que nadie debe ser soltero. Ser soltero es
sinónimo de estar solo, pero más solitarios son quienes temen estar solos.
Es decir, el "yo" incompleto sin el "tú". Son tiranizados por la obligación
de andar en pareja.
Visiones recientes sobre la vida de soltero
Según Michael Cobb, cuyo libro "Single" tiene una referencia en
Slate.com: "El individuo contemporáneo no está solo, simplemente es soltero,
pero eso no se reconoce culturalmente".
Mientras tanto, el periódico Shanghai Daily celebra el Día de los
Solteros Chinos y menciona a Christine Liu, de 38 años, que disfruta la vida de
una "dama sobrante: guapa, con buen salario y buen gusto".
En el Huffington Post, la autora Lindsley Lowell -casada hace dos
años- se niega a unirse al "Club de las Casadas Presumidas".
Y el Daily Telegraph dice que el número de británicos de entre 45 y
64 años que viven solos aumentó en más de 50% desde 1990.
Para defender al soltero, parece que hay que criticar a las parejas, la
cultura que nos coacciona a estar en pareja, las religiones, las presiones
familiares, las canciones, las películas, los concursos, los chismes, la
inevitable presión para amar.
Freud dice que nos enfermamos si no amamos y las canciones indican que
debemos sucumbir a un amor que también nos devastará. No soy nada si no te
tengo. ¿Amor amable o punitivo?
La autora Laura Kipnis dedica en Against Love (Contra el amor) un
capítulo titulado Domestic Gulag a las reglas del presidio que una
pareja debe acatar:
No puedes salir sin decir a dónde vas
No puedes irte sin decir a qué hora volverás
No puedes dejar la puerta del baño abierta; es ofensivo
No puedes dejar la puerta del baño cerrada
No puedes tener secretos
Después de nueve páginas y media, Kipnis concluye: "Los detalles no importan,
sino las palabras clave: no puedes. Así se obtiene amor".
¿Soltero = incompleto?
Michael Cobb nos recuerda en un libro llamado Single (Soltero) que
Platón definía el amor como el nombre que damos a la búsqueda del todo, a
nuestro deseo de ser completos. Pero Platón hace que Aristófanes nos recuerde
que esta búsqueda -esta necesidad de estar en pareja- es un castigo.
Tal vez los solteros desean en secreto recobrar un estado original, sienten
que no necesitamos completarnos con otro, que podemos completarnos nosotros
mismos.
Quizás somos demasiado honestos para emparejarnos. Quizás no podemos decirle
a otra persona: "Te amo sólo a ti. Y te amo para siempre".
Es muy difícil decir lo más veraz: "Te amo... por ahora".
Lo siento, pero puede que los solteros sean demasiado dueños de sí
mismos.
Personalmente no quiero satirizar a las parejas porque rechazo tales juicios
-condescendientes, desdeñosos u horrendos- cuando me piden que explique por qué
insisto en ser soltero.
Miss Havisham, el personaje de "Grandes esperanzas" de Charles
Dickens.
Quiero describirme más positivamente y no contra algo que censura a
cualquiera que crea y viva de manera diferente.
Mi personaje favorito de la literatura es la difícil Lucy Snowe de
"Villette", la novela de Charlotte Bronte. En la conclusión de este
singular cuento, logra con su solitaria voz definirse como esposa, viuda y
solterona, y a la vez ella misma, maravillosa, oscura, valiente y astuta.
Debo rescatar también a la calumniada mártir Miss Havisham. Porque no creo
que los solteros tengan una noción escéptica o reducida del amor, sino que
sospecho que quizás son impulsados por un concepto más alto, casi irrealizable
de él.
En el mundo en que vivimos, no esperamos que nuestras relaciones perduren.
Nuestra relativa prosperidad y los avances en nuevas tecnologías nos permiten
vivir solos cómodamente.
Elegimos vivir solos. No necesitamos historias sobre como encontrar pareja,
que sobran. Necesitamos historias sobre cómo ser solteros y cómo sorprendernos y
despertar por la alegría propia.
Aunque nací soltero, nunca pensé que seguiría siendo mi destino.
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