En los últimos años se han publicado diversos estudios que
sugieren una relación entre la forma de la cara y la personalidad. En
particular, varias universidades estadounidenses realizaron investigaciones que
muestran que los hombres con caras más anchas tienden a ser más agresivos.
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Varios estudios afirmaban que los hombres con caras más anchas son más agresivos |
Estos estudios también sostienen que la mayoría de mujeres prefiere a hombres
con estos rasgos, ya que la agresividad se asocia con una mayor capacidad
reproductiva.
Un grupo de biólogos de cuatro países, liderados por un argentino, se propuso
realizar un examen exhaustivo para ver si estas conclusiones tienen fundamento
antropológico.
Los expertos analizaron los restos óseos de unas 5.000 personas que habitaron
en diversas partes del planeta en los últimos seis siglos. Estudiaron la
fisionomía de 94 sociedades humanas que vivieron en épocas, lugares y
situaciones muy diferentes.
El coordinador del proyecto, Rolando González-José, dijo a BBC Mundo que los
resultados fueron concluyentes: "No existe relación alguna entre la forma de la
cara y el comportamiento".
El trabajo de González-José y de sus colegas de Brasil, España y México fue
publicado en la revista científica PLoS ONE.
Imprecisiones
Los investigadores midieron unos 5.000 cráneos.
González-José explicó que los estudios que buscan relacionar la apariencia
física y el carácter tienden a contener varios errores de procedimiento.
Uno de ellos es cómo se hacen las mediciones. Muchas de las investigaciones
modernas utilizan fotografías para realizar sus estudios. Así, miden los rasgos
de las imágenes y no de personas de carne y hueso.
Para González-José se trata de un método impreciso por un fenómeno que él
llama "cabeceo".
"En una foto es difícil que el sujeto tenga su cabeza perfectamente derecha.
Si está levemente inclinada hacia arriba o hacia abajo será imperceptible a la
vista, pero sí afectará las mediciones", sostuvo.
Para evitar este problema su equipo midió directamente los cráneos de las
personas, un sistema más riguroso.
Otro problema que identificó el científico es el tamaño de la muestra
estudiada.
"Lo que demuestra nuestro estudio es que el
contexto social y cultural es mucho más determinante para explicar un
comportamiento que lo genético"
Rolando González-José
"Muchas investigaciones universitarias se basan en estudios pequeños que no
alcanzan a ser representativos de la sociedad", criticó.
De ahí que el trabajo publicado por este bioantropólogo del Centro Nacional
Patagónico (Cenpat) y sus colegas buscó ser lo más amplio posible, e incluyó
todo tipo de sociedades, desde tribus pre-colombinas hasta poblaciones urbanas
europeas del siglo XX.
El riesgo de estigmatizar
Los expertos no encontraron evidencia de que los hombres con caras más anchas
tuvieran más hijos, ni tampoco que fueran favorecidos por las mujeres a la hora
de encontrar marido.
También descartaron la teoría de que los hombres con caras más anchas suelen
ser más agresivos. Para demostrarlo, recurrieron a un método original:
compararon a todos los hombres estudiados con un grupo de 190 presidiarios
mexicanos que fueron condenados por homicidio o robo en el siglo pasado.
Los investigadores estudiaron los cráneos de ex prisioneros
mexicanos, entre otros.
Claiton Bau, del departamento de genética de la Universidad Federal de Río
Grande do Sul, en Brasil, otro de los autores del estudio, advirtió que asumir
que la personalidad de un individuo está determinada genéticamente y que esos
caracteres se reflejan en la forma del rostro puede acarrear varios
peligros.
"Aplicar esos falsos 'indicadores faciales' podría llevar a una suerte de
estigma negativo en cuestiones que van desde una entrevista laboral o el ingreso
a la universidad hasta un juicio por tribunal", planteó.
También advirtió sobre los riesgos de creer que se puede predecir el
comportamiento humano a través de la anatomía facial.
"Lo que demuestra nuestro estudio es que el contexto social y cultural es
mucho más determinante para explicar un comportamiento que lo genético",
concluyó González-José.
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