Madame Vigée LeBrun sonrió y desató un escándalo.
Fue "una extravagancia, que los artistas, amantes del arte y de las personas
de buen gusto se han unido condenar y que no encuentra precedentes entre los
antiguos", escribió un autor anónimo en Mémoires secrets, una crónica
del acontecer de la época, resumiendo el sentir generalizado.
¿La razón? "Al sonreír muestra sus dientes. Esta afectación es
particularmente discorde en una madre".
Era 1787 y las convenciones que habían regido en el arte de Occidente hasta
entonces implicaban que las connotaciones de una boca abierta eran
negativas.
En primer lugar, mostraba que la persona era plebeya.
"Una extravagancia que los
artistas, amantes del arte y de las personas de buen gusto se han unido condenar
y que no encuentra precedentes entre los antiguos"
Comentario que apareció en Memoires
Secrets
Además, que no tenía el uso de la razón. Desde la antigüedad, los únicos que
aparecían en las artes plásticas con los labios separados eran los locos,
aquellos consumidos por la pasión, los niños -que aún no tienen uso de la
razón-, los actores representando un papel y las mujeres fáciles.
Louise Élisabeth Vigée LeBrun -considerada por algunos como una la pintora
más importante del siglo XVIII y ciertamente una de las más exitosas artistas de
una época en la que ser mujer era un obstáculo- no encajaba en ninguna de estas
categorías.
"A pesar de ser una mujer poco ortodoxa, era considerada como un respetable
miembro de la alta sociedad. Había pintado a la reina Marie Antoniette muchas
veces y era su amiga", le cuenta a BBC Mundo el historiador Colin Jones, de la
Universidad de Warwick.
A pesar de ello, apareció en un autorretrato en el Salón de París abrazando a
su hija y sonriendo tímidamente; una pose tradicional en la que no se mostraban
los dientes, hasta entonces.
"Desde Madame Vigée en adelante, empezaron a aparecer retratos con personas
sonriendo... aunque no muchos: seguían rigiendo las reglas de decoro", señala
Jones.
Tanto que más de medio siglo más tarde, en 1843, la reina Victoria le
comisionó una pintura a Franz Xaver Winterhalter en la que ella aparece
sonriendo, pero se le conoce como "el retrato secreto" pues no era para ser
visto en público: sus dientes eran sólo para los ojos de su amado Alberto, no
para ser exhibidos al público general.
Sonrisa horizontal
Una nueva y moderna sonrisa había hecho su aparición en el siglo XVIII.
"La gente a menudo está llorando en las
representaciones del siglo XVIII pero, de hecho, la sonrisa tiene el mismo valor
expresivo"
Colin Jones, historiador
"Tradicionalmente, reír era desdeñoso: alguien se ríe del otro, de su
situación, de cuán ridículos es. Pero la sonrisa que llega en los 1700 es una
sonrisa horizontal, entre dos personas", dice Jones.
En las artes plásticas, había estado en boga la idea de que la mejor forma de
mostrar la personalidad y el carácter de alguien era en reposo: si estaba
sonriendo o gritando, el artista terminaba pintando el gesto, no a la persona.
Se pensaba que la esencia del individuo no era fielmente expresada con una
emoción pasajera.
"Yo creo que a Madame Vigée LeBrun le entusiasmó otra corriente que en esa
época estaba muy presente en la literatura, según la cual los sentimientos son
los que muestran el verdadero yo... la gente a menudo está llorando en las
representaciones del siglo XVIII pero, de hecho, la sonrisa tiene el mismo valor
expresivo", le explica a BBC Mundo el experto, quien ha estado estudiando la
historia de la sonrisa por años.
La profesión para la sonrisa
Los dentistas franceses del siglo XVIII practicaban lo que
reconocemos como odontología.
Sin embargo, si lo que se quería mostrar era algo agradable, había que tener
dientes blancos.
Y precisamente, en ese momento en Francia, particularmente en París, se pasó
de la extracción dental a la odontología. Una palabra nueva en francés aparece
en ese siglo: dentistería.
"El cuidado de la boca hasta ese punto era bastante básico: la gente se
frotaba los dientes diariamente con un trapo, de pronto usaban un palillo para
limpiar las muelas, y eso era todo. Si empezaba a doler, había pociones pero si
no se calmaba, la única solución era la extracción", anota Jones en conversación
con BBC Mundo.
Le Grand Thomas
Antes del advenimiento de la odontología, la extracción dental era una forma
de entretenimiento público, como las ejecuciones.
Uno de los personajes legendarios del París del siglo XVIII era Le grand
Thomas, un sacamuelas de formidable circunferencia que ejercía su oficio
desde un carrito instalado en Pont-Neuf (Puente Nuevo).
En su letrero se leía: Dentem sinon maxillam - El diente y si no, la
mandíbula.
"A partir de 1720s, un grupo de gente con conocimientos de cirugía se
autodenominaron dentistas y ofrecían lo que hoy reconocemos como odontología
moderna, que es preventiva -calzas, blanqueadores, ortodoncia- y que de alguna
manera considera la extracción de muelas como un fracaso", agrega.
Y, a finales del siglo, un cirujano parisino, Nicolas Dubois de Chémant, tuvo
una experiencia desagradable. Era 1788 y tuvo que pasar una velada con una dama
de la alta sociedad con dientes artificiales y una halitosis muy fuerte.
Se le ocurrió entonces que era posible hacer dientes de porcelana para
usarlos en vez de las apestosas y perecederas prótesis hechas de dientes humanos
o de huesos de animales que se utilizaban hasta entonces en las dentaduras.
Para 1789, tras varios experimentos en los que apeló a la pericia de la
prestigiosa fábrica de porcelana Sèvres, los "dientes incorruptibles" eran una
realidad.
Y los dientes blancos, cada vez más apreciados.
Entonces, la sonrisa no es made in USA
"A estas alturas, los estadounidenses no hacían parte de la historia pero lo
interesante es que en todo caso ellos profesionalizaron la odontología antes que
la mayoría de las otras naciones", señala Jones.
En Francia, hay este interés temprano y una profesión nueva pero todo eso se
pierde en la reorganización de la medicina que tiene lugar después de 1800.
Hasta la enigmática Greta Garbo mostró sus dientes cuando
Hollywood le sonrió al mundo.
Entre tanto en EE.UU. en los 1830 y 1840 empiezan a aparecer asociaciones,
escuelas de odontología, certificaciones, etc.
"Pero la contribución crucial de EE.UU. es Hollywood", afirma el historiador.
"Incluso en la primera década del siglo XX pero particularmente en el período de
entreguerras, surge la fotografía de estudio, que producen esas clásicas
imágenes de las grandes estrellas en las que, sobre todo las mujeres, aparecen
con una amplia sonrisa".
Esa nueva moda se arraigó en los 50s.
"El otro factor que contribuye es la publicidad", resalta Jones.
Y desde entonces, esa atracción que ejerce la sonrisa, ¿es universal?
"Yo creo que es una de esas cosas en las que realmente hay un relativismo
cultural: si uno observa áreas del globo en las que la influencia de EE.UU. no
es tan profunda -Japón, por ejemplo-, la sonrisa no es tan común y la gente no
anda presumiendo de sus dientes, más bien son tímidos a la hora de sonreír y
mostrar los dientes. Y luego están las mujeres musulmanas que se cubren todo el
rostro... la sonrisa no juega ningún papel en esa cultura", responde Jones
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