domingo, 26 de mayo de 2013
Los secretos de los gigantes de la Edad del Hielo
Hace 80.000 millones de años, la Tierra comenzó a enfriarse en
lo que supuso el inicio de la última Edad del Hielo.
Los científicos están descubriendo los secretos de las bestias gigantes de la
Edad del Hielo rebuscando en la tierra que se recolectó en las excavaciones de
la construcción de un estacionamiento en el Museo de Arte del Condado de Los
Ángeles.
En 2006, después de que unos obreros encontraron el esqueleto casi completo
de un mamut lanudo, se construyeron cajas de madera en torno a los depósitos de
tierra.
Así se salvaguardaron los restos para entregárselos a los científicos del
cercano Museo Page.
Los 23 cráteres, cada uno con su propio paleontólogo residente, y 327 cubos
de material fósil están brindando descubrimientos cruciales. Se espera que el
trabajo tardará años en completarse.
Más de tres millones de fósiles prehistóricos de 600 especies han sido
encontrados en las canteras de brea de California, cuya tierra milenaria
preserva restos de las criaturas.
En el apogeo de la Edad del Hielo, la mitad de Norteamérica estaba cubierta
por una enorme capa de hielo, pero las tierras del sur se hicieron más ricas que
nunca antes. Conozca a las bestias gigantes que la habitaban:
Pese a la notoriedad de los colmillos de 18 centímetros del felino de dientes
de sable, puede ser que en realidad fueran sus musculosas extremidades
inferiores y sus grandes garras las que lo hacían más mortífero.
Los largos y finos dientes del infame depredador eran sorprendentemente
vulnerables y podían quebrarse al quedarse atrapados en los tendones o huesos de
sus víctimas.
Eso le forzó a desarrollar una técnica de caza única.
Los grandes felinos modernos de África, como los leones, suelen matar a sus
víctimas mediante el sofoco, asfixiándolos o rompiéndoles la tráquea. Sus
dientes apenas rompen la piel.
Pero su predecesor de la Edad de Hielo mataba clavando sus dientes y
mordiendo después de haber inmovilizado a sus víctimas con sus poderosas garras
y extremidades.
Blaire Van Valkenburgh, de la Universidad de California, descubrió que el
felino de dientes de sable tenía un enorme hueso temporal que unía a la
mandíbula con el cráneo y le permitía abrir su boca el doble que el león y
morder con mucha fuerza la garganta de su víctima.
"Después se echaban para atrás y podían sacar grandes cantidades de carne",
explica la científica.
"Probablemente el animal se desangraba en cuestión de minutos", añade.
El felino de dientes de sable prosperó en América del Norte en la Edad del
Hielo. Se han encontrado variós especímenes en lo que hoy es Los Ángeles.
Los científicos han utilizado el estiércol perfectamente conservado del
perezoso gigante de Shasta para rastrear sus movimientos por la tierra desértica
del Gran Cañón.
En las cavernas que le servían de guarida a estos animales en lo alto del
cañón, todavía se pueden encontrar enormes montones de residuos, gracias a que
el clima en esos lugares es demasiado seco para que se descompongan.
El estiércol revela cómo estos animales de más de 220 kilos de peso
sobrevivieron en arduas condiciones, masticando plantas duras que otras
criaturas no habrían podido digerir.
Sus primos modernos, los perezosos de árbol de América del Sur vive de manera
similar. Comen hojas duras y tóxicas que les toma semanas digerir y le
proporciona poca energía, lo que le conduce al estilo de vida lento por el que
es conocido.
Además de ser tan grande como un oso grizzly (una especie de oso pardo que
vive actualmente en Norteamérica), el perezoso terrestre tenía largas garras
para ahuyentar a los depredadores que eran tan formidables como las del felino
de dientes de sable.
Los científicos analizaron las capas de estiércol para explicar la
desaparición del perezoso terrestre.
Los últimos rastros de sus excrementos provienen del apogeo de la última Edad
de Hielo, hace 16.000 años. En ese entonces, las condiciones se tornaron
demasiado frías y demasiado secas para que sus plantas favoritas pudieran crecer
y su metabolismo lento hizo que le quedara muy difícil mantener el calor.
Del tamaño de un auto pequeño y equipado con un caparazón óseo enorme, una
cola acorazada y un tronco, el gliptodonte es para la profesora Alice Roberts
"de lejos, el mamífero más extraño" que ha visto en su vida.
Pero además de ser un espectáculo para los investigadores, proporciona datos
sobre la vida en aquellas partes del mundo que no eran secas y frías durante la
Edad de Hielo.
Grandes áreas de Arizona, donde el gliptodonte vagaba, estaban cubiertas de
pantanos y ríos.
En los últimos 2,5 millones de años, ha habido cerca de 20 períodos glaciales
y la proliferación del gliptodonte reflejaba el impacto del avance de la capa de
hielo en el resto del mundo.
Los pantanos se expandían cada vez que la capa de hielo crecía, lo que
llevaba a un aumento en el número de gliptodontes, los que morían conforme el
hielo se empezaba a retirar.
Los científicos creen que una placa de hielo de más de tres kilómetros de
alto en América del Norte actuaba como una cadena montañosa que empujaba vientos
húmedos a través del desierto creando un pantano fértil.
El mamut de Columbia o mamut colombino era el mayor de todos los gigantes de
la Edad de Hielo.
Con una altura de 4,27 metros, se habría erguido como una torre sobre el
elefante moderno, y se alzaba más de un metro más alto que el mamut lanudo.
Consumía hasta dos toneladas de hierba a la semana, por lo que cuando el
hielo reemplazaba al agua de mar, el mamut colombino vagaba en busca de la
vegetación.
El nivel del mar global en la Edad del Hielo era unos 120 metros más bajo que
el actual.
Grandes rocas costeras al norte de San Francisco le han proporcionado a los
científicos pistas vitales acerca de los movimientos del mamut.
Las rocas se desgastaron hasta tener un acabado liso, pulido y con parches
que alcanzan varios metros de altura.
Los científicos creen que los mamuts utilizaban las piedras para exfoliar la
piel y deshacerse de los parásitos, por lo que dejaron un rastro de su viaje por
el mundo en la Edad de Hielo.
Fuente: BBC MUNDO
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