domingo, 12 de mayo de 2013
Pintalabios, caviar y armas para tantear la economía
En el campo, el vuelo de un pájaro, el florecer de una planta o
el croar de una rana pueden servirle a quienes saben para anticipar eventos que
están por venir.
En la selva urbana, también hay señales poco convencionales que le dan pistas
a los entendidos del futuro.
Una de las más conocidas es la de la hamburguesa, usada por la revista
británica The Economist para comparar monedas de acuerdo al precio de una Big
Mac.
A la pregunta de si estos extravagantes indicadores iluminan u oscurecen el
panorama, la economista Diane Coyle, directora de Enlightened Economics, le dijo
a la BBC que "son más rápidos que los oficiales".
"Son un poco como las luces brillantes en una discoteca, que dan un destello,
pero no la imagen completa".
Otros expertos dicen que no son confiables, pero al fin y al cabo, ¿qué lo
es?
BBC Mundo se pasea por algunos de estos curiosos indicadores.
Las ventas de ropa interior masculina son típicamente estables pues esta
prenda está catalogada como una necesidad. Pero, al parecer, los hombres dejan
de comprarla durante los tiempos difíciles para ahorrar dinero, de ahí el
índice de los calzoncillos (MUI, por sus siglas en inglés). Ese
índice tiene credenciales altas: se dice que Alan Greenspan, ex presidente de la
Reserva General de Estados Unidos, lo usaba como una manera de tomarle la
temperatura a la economía de ese país.
Pero no sólo se han usado los calzoncillos como indicadores sino también lo
que cubren. Un estudio del economista Tatu Westling, de la Universidad de
Helsinki, encontró una correlación entre el pene y la salud de
la economía del país: en aquellos en los que el tamaño del órgano sexual
masculino es promedio, la economía es más sólida. Lo que lo explica son los
niveles de testosterona que están asociados a las conductas arriesgadas. En
cualquier caso, el mismo Westling advierte que su estudio tiene que ser
respaldado por otros más amplios.
El índice del lápiz labial fue una invención de Leonard
Lauder, el presidente emérito de la firma Estee Lauder, quien lo usó para
explicar por qué su compañía había vendido tantos pintalabios a pesar de la
recesión de principios de 2000. Se piensa que cuando los consumidores están en
dificultades económicas, dejan de hacer grandes gastos pero siguen dándose
gustillos, que se traducen en indulgencias como los cosméticos.
Pero cuando se trata de indicadores "femeninos", el más conocido es el del
ruedo o el dobladillo de las faldas. Y es de vieja data: en
1926, el economista George Taylor lanzó la idea de que el largo de las faldas
sube o baja al ritmo de los mercados de valores: más cortas en tiempos de vacas
gordas, más largas en los de vacas flacas. Hay estudios que dicen que parece que
la relación existe, pero también hay otros que la cuestionan.
Los asuntos del amor también dan algunas señales de lo que está pasando en
los bolsillos. Por un lado está el índice de la primera cita.
El portal para encontrar parejas Match.com ha notado un marcado patrón que
coincide con los avatares de la economía: sus períodos de más actividad ocurren
en tiempos de recesión. La teoría que se deriva de esto es que cuando la
situación se pone difícil, la gente se siente sola y busca compañía.
En el otro lado del espectro, la tasa de divorcio disminuye,
debido a que estar casado trae beneficios económicos en muchos países, de manera
que separarse no es conveniente.
La construcción de tres rascacielos que rompieron récords en
su momento -40 Wall Street, el edificio Chrysler y el Empire State- coincidieron
con la Gran Depresión. Y ese no es el único ejemplo que hace del índice de los
rascacielos uno de los que provoca más interés.
Según este indicador, originalmente concebido por Barclays, los
booms de construcción preceden y luego coinciden con recesiones,
particularmente cuando se empieza a construir un edificio "más alto". Y entre
más alto, más larga la crisis.
En la misma vena está la maldición de la nueva oficina
principal. Cuando una compañía anuncia planes de construir o trastear
su sede central, los inversores tiemblan: hay una larga historia de firmas a las
que les cambió la suerte con la casa. Pero también hay otras experiencias que
pueden invalidar esta teoría.
Un indicador líder (aquellos cuyo valor cambia antes de que lo haga la
economía), es el de las cajas de cartón. Una caída marcada en
el uso de cajas de cartón significa que se viene una recesión.
Lo que hace que éste sea uno de los indicadores más sencillos es que responde
a que la mayoría de los bienes no duraderos se despachan en contenedores de
cartón. Si las ventas de cajas aumentan es porque la gente está comprando más
cosas, y los manufactureros están empleando a más gente para satisfacer la
demanda.
Durante 17 años, Richard Aboulafia, analista del Grupo Teal, observó la
correlación entre el presupuesto que le dedica el mundo a la compra de
cazabombarderos (armas) y el dinero que se gasta en aviones privados de lujo
(caviar).
El resultado es una historia de geopolítica y economía global de una década y
media, que empieza con una relación de 10 a 1 a favor de los cazabombarderos,
cuando los presupuestos de Defensa todavía respondían a la lógica de la Guerra
Fría (1989-90), para luego caer en los '90 hasta llegar a que la venta de los
aviones de lujo superaran a los de guerra (en 1999, el clímax de la
globalización). Los eventos de 11-S y la recesión temporalmente cambiaron la
situación pero la creación de riqueza en el mundo desarrollado, semidesarrollado
y en vías de desarrollo permitió el incremento de las ventas de aviones
privados.
En resumen, el índice armas-caviar muestra el nivel relativo
de ansiedad y júbilo de la élite global.
Fuente: BBC MUNDO
0 comments:
Publicar un comentario