No son los que más invierten en educación (menos del 7% del
PIB), ni los que imponen la mayor carga horaria a los niños en las escuelas (608
horas lectivas en primaria en comparación con 875 de España, por ejemplo).
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Los niños en Finlandia empiezan la escuela a los 7 años, mucho más tarde que en
la mayoría de los países del mundo |
Tampoco se inclinan por dar cantidades excesivas de tarea para la casa; y, a
la hora de evaluar formalmente el éxito del proceso de aprendizaje, un par de
exámenes nacionales cuando los jóvenes dejan la escuela, a los 18 años, les
basta.
Entonces, ¿cómo es posible que los alumnos finlandeses siempre ocupen los
primeros puestos en las listas internacionales que evalúan los niveles
educativos?
En el informe más reciente de PISA -siglas en inglés del Programa
Internacional para la Evaluación de Estudiantes de la OCDE (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos)- de 2009, Finlandia ocupa el puesto
número dos en ciencia, el número tres en lectura y el número seis en
matemáticas.
Esta evaluación se realiza cada tres años (los resultados de los exámenes de
2012 se publicarán en diciembre de 2013). En 2006, por ejemplo, Finlandia se
estableció en los primeros dos puestos en las tres áreas.
Mientras en América Latina las protestas estudiantiles -más recientemente las
de Chile y Colombia- ocurren con frecuencia, Finlandia parece haber encontrado
un modelo -de educación gratuita de principio a fin y donde las escuelas
privadas casi no existen- que tiene a los maestros y a los estudiantes contentos
por igual.
El orgullo de ser maestro
La educación a grandes rasgos
- Idea básica: igualdad de oportunidades.
- Los niños empiezan la escuela a los 7 años.
- Casi todas las escuelas son públicas (el número de escuelas
privadas es ínfimo).
- Toda la educación es gratuita (desde el preescolar hasta la
universidad)
- La comida y los materiales de estudio también son
gratuitos.
- Durante los primeros seis años de primaria es el mismo
maestro para casi todas las asignaturas.
- Jornada escolar: de 8.30 - 9 a 15 hs., con media hora de
almuerzo.
- Exámenes nacionales cuando los alumnos tienen 18
años
- Promedio de alumnos por clase: 23.
- Clases mixtas (mujeres y varones, y diferentes grados de
capacidad).
- Maestros debe tener una maestría para ejercer la docencia.
Son muchos los factores que hacen que la educación en Finlandia sea una de
las mejores del mundo, pero uno de los temas clave, según varios expertos
consultados por BBC Mundo, es la calidad de los profesores.
"El profesorado tiene un nivel de formación extraordinaria, con una selección
previa tan exigente que no se compara con ninguna otra en el mundo", le explica
a BBC Mundo Xavier Melgarejo, un psicólogo y psicopedagogo español que empezó a
estudiar el sistema educativo en Finlandia hace más de una década.
"Sólo entra en las facultades de educación gente con notas por encima de
nueve, nueve y medio sobre diez. Son muy exigentes. Se les hacen pruebas de
lectura, sensibilidad artística, de dominio de algún instrumento, de
comunicación... Como resultado, las universidades sólo reclutan a un 10% de los
estudiantes que se presentan.
Y para ejercer la docencia todos los maestros necesitan hacer una
maestría.
La contraparte de esta exigencia es el reconocimiento. No necesariamente en
términos económicos, ya que los sueldos de los educadores no presentan grandes
diferencias con el resto de Europa (según la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico, OCDE, el salario básico de una maestro de primaria es
de entre US$29.000 y US$39.000 anuales), sino sociales.
"Los maestros son considerados profesionales académicos y tienen la
responsabilidad de desarrollar su trabajo, por eso no se ejerce sobre ellos un
control excesivo", le explica a BBC Mundo Anita Lehikoinen, Secretaria
Permanente del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.
"Aquí no es como en otros sitios, no tenemos tantas normas",
dice Hilkka-Roosa Nurmi, profesora de idiomas.
"Esta profesión atrae a tanta gente porque ser maestro es un honor en
Finlandia. Probablemente sea la profesión más valorada", acota Melgarejo.
"Yo no soñaba con ser profesora, pero ahora me dedico a esta profesión y me
gusta mucho", explica Hilkka-Roosa Nurmi, una profesora de español e inglés que
tiene experiencia como docente de estas lenguas en su país y en España.
"Aquí no es como en otros sitios, no tenemos tantas normas. Podemos elegir
cómo enseñamos. Tenemos más libertad. Pero esto significa también más
responsabilidad", dice.
Tú vales lo que sabes
Gasto público en educación, total (% del PIB)
- Finlandia: 6,8%
- Suecia: 7,3%
- Dinamarca: 8,7%
- Argentina: 6%
- Cuba: 13,1%
- Chile: 4,2%
- México: 5,3%
- Estados Unidos: 5,4%
Fuente: Banco Mundial 2009
Otra de las razones por las que el sistema finlandés funciona es, en gran
medida, porque la escuela es sólo uno de los engranajes del proceso educativo.
Las otras variables de peso son la familia y la sociedad -de tradición luterana-
donde hay un elevado sentido de la responsabilidad y donde se valora a las
personas "por su formación y no por su situación socioeconómica", dice
Melgarejo.
Para darnos una idea, "en la cultura luterana uno se salva cuando lee la
Biblia, se llega a Dios a través de la palabra escrita". Y aunque hoy día las
iglesias no estén muy llenas, el valor de aprender a leer y escribir ha quedado
profundamente arraigado en la cultura finlandesa, agrega Melgarejo.
En esto coincide Lehikoinen: "la mayoría de los hogares están suscritos a uno
o varios periódicos y ésta es una tradición que luego se pasa a los niños",
señala.
El sentido de la responsabilidad está arraigado en la cultura
finlandesa.
Los medios indirectamente también ayudan al aprendizaje de la lectura. "Todos
los programas de televisión en lengua original, la mayoría en inglés, están
subtitulados y eso impulsa a los niños a aprender a leer y a aumentar la
velocidad lectora", señala Melgarejo.
Pero también los finlandeses apuestan por la educación porque saben que como
país pequeño, rodeado de vecinos poderosos como Rusia o Suecia y sin un arsenal
de recursos naturales a su disposición, la cultura -su dominio en el ámbito del
conocimiento- es lo que lo que les da la posibilidad de competir en una economía
global.
Y puertas adentro, la excelencia en el nivel educativo se traduce "en un
grado importante de cohesión social, que les permite a los finlandeses sentir
que son parte de la sociedad, incluso en tiempos de crisis", explica
Lehikoinen.
Lecciones para América Latina
"Cuando planteamos grandes reformas
educativas, por ejemplo, siempre involucramos a los maestros y a los alumnos, no
se trata de órdenes del gobierno que los educadores tienen que acatar, son
reformas que hemos preparado juntos"
Anita Lehikoinen, Secretaria Permanente del Ministerio de
Educación y Cultura de Finlandia.
Cuando se dieron a conocer los resultados de la primera evaluación PISA en el
año 2000, el gobierno se vio inundado de visitas de delegaciones extranjeras que
acudían a Finlandia para descubrir los secretos de la maravilla nórdica e
implementarlos en sus propios países.
Alemania por ejemplo, azorada por sus resultados mediocres en la prueba, tomó
nota del programa finlandés e introdujo reformas en su sistema.
¿Pero qué posibilidad tienen los países de América Latina, donde la educación
pública está lejos de ser un orgullo, donde el sueldo de los maestros no está a
la altura de sus responsabilidades y donde no existe un estado de bienestar como
en algunos países europeos, de implementar un sistema educativo como el de
Finlandia?
"No puedes copiar y pegar el sistema entero", le dice a BBC Mundo Andreas
Schleicher, responsable de las evaluaciones PISA, "pero puedes ver cómo los
finlandeses saben quién es un buen maestro, cómo los reclutan, cómo les asignan
las clases o cómo se aseguran de que cada niño se beneficie de lo que le
enseñan".
A los niños no se les da mucha tarea escolar para la casa.
Melgarejo también cree que se pueden importar ciertos elementos, como mejorar
la selección de buenos maestros, fomentar las bibliotecas públicas -ampliamente
concurridas en Finlandia- y hacer que las familias contribuyan al proceso de
escolarización.
Y quizá una lección útil para América Latina sea aprender cómo Finlandia
afronta los cambios en el ámbito de la educación.
"Todo se basa en la confianza mutua y en la construcción de un consenso.
Cuando planteamos grandes reformas educativas, por ejemplo, siempre involucramos
a los maestros y a los alumnos, no se trata de órdenes del gobierno que los
educadores tienen que acatar, son reformas que hemos preparado juntos", afirma
Lehikoinen.
Después esta descripción de Lehikoinen, Melgarejo y Schleicher, uno podría
tender a imaginarse una clase en Finlandia como una situación idílica: un grupo
de niños obedientes escuchando embelesados una clase magistral que interrumpen
de tanto en tanto con una pregunta inteligente.
Nada más lejos de la realidad. Los niños hacen las mismas travesuras que en
cualquier parte del mundo. Incluso, a veces, "cuando hacen las mediciones de
educación es una paradoja porque aunque les va muy bien, cuando les preguntan si
les gusta la escuela, siempre dicen que no. Quizá eso se deba al espíritu
independiente de nuestros niños", concluye Lehikoinen
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