La semana pasada, la Asociación Médica de Estados Unidos (AMA,
por sus siglas en inglés) votó a favor de clasificar la obesidad como una
enfermedad. Pero, ¿estar gordo es lo mismo que estar enfermo?
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De un día para otro, un tercio de los estadounidenses pasaron a
tener una enfermedad.
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La decisión se produjo durante la reunión anual de la AMA, donde a pesar de
que un comité de expertos recomendó no hacer tal clasificación, los delegados de
la asociación aprobaron el cambio.
Y de un plumazo, un tercio de la población estadounidense se convirtió en
enferma.
Las repercusiones inmediatas de la votación no están claras.
La presidenta de la AMA, Ardis Hoven, considera que la nueva designación
aumentará la atención a la prevención y tratamientos de la obesidad, y al
hacerlo ayudará a los profesionales médicos a lidiar con los crecientes y
complejos problemas de salud asociados con tener sobre peso o ser obeso.
Si bien la obesidad ha sido un problema de salud pública durante décadas, no
siempre los doctores están equipados o preparados para ayudar a los pacientes a
tratar y prevenir enfermedades relacionadas con la obesidad.
Hoven asegura que el voto motivará a los doctores a cambiar esta situación,
al mismo tiempo que habrá más entrenamiento y educación, tanto para el personal
sanitario como para los pacientes.
"Cuando nos sentemos en el consultorio y hablemos de cosas para prevenir el
aumento de peso y promover la reducción de kilos, lo que esto nos va a permitir
es reunir las herramientas para enseñar y educar sobre las mejores formas de
generar un impacto en el paciente sobre su obesidad", dijo Hoven.
De la noche a la mañana
Para los estadounidenses, que se fueron a la cama sintiéndose bien y se
despertaron con una enfermedad, esta nueva clasificación es alarmante.
"La gente no está muy contenta al respecto", señala Lesely Kinzel, editora
asociada del sitio en internet XOJane.com y autora de "Two Whole Cakes: How to
Stop Dieting and Learn to Love Your Body" (la traducción literal sería: Dos
tortas enteras: cómo dejar las dietas y aprender a amar tu cuerpo).
Poco después del anuncio de la decisión, el hashtag #IAmNotADisease (no soy
una enfermedad) se hizo popular en Twitter para aquellos que querían expresar su
consternación con la decisión.
Expertos advierten que la obesidad no es una cuestión de comer
hamburguesas y no hacer ejercicio, por lo que hay que definirla con
cuidado.
Kinzel explica que muchas personas con sobrepeso ya tienen problemas para
acceder a asistencia sanitaria: no se toma en serio sus enfermedades, pues los
doctores lo ven todo como una extensión de su peso.
"Puedes ir al doctor con una torcedura de tobillo o resfriado común y lo que
te dicen es que tienes que perder peso, lo que no ayuda al tobillo o al
resfriado", agrega.
A Kinzel le preocupa que esta clasificación sólo empeore el problema, por
clasificar a "una persona gorda (como) enferma por naturaleza y necesitada de
tratamiento especial por esta enfermedad visible".
La escritora señala que al menos un tercio de la gente obesa no es más
propensa a tener diabetes o problemas cardíacos.
"Me preocupa que ahora los doctores estén menos dispuestos a escuchar a los
pacientes", apunta.
Responsabilidad personal
Al otro lado del debate, a algunos les preocupa que clasificar la obesidad
como una discapacidad elimine el elemento de responsabilidad personal.
"¿Empezarán a pedir licencia laboral por discapacidad debido a que son
obesos? Si los restaurantes están ofreciendo en su menú platos con alto
contenido calórico, ¿abre esto una puerta para que los demande la gente?", se
pregunta Judy Gaman, consultora de salud y bienestar de Executive Medicine de
Texas.
"Cuando retiras de la ecuación la responsabilidad personal, abres una puerta
a muchas otras cosas".
Marlene Schwartz, directora encargada de centro de políticas para la obesidad
y comidas Rudd, de la Universidad de Yale, considera que llamar enfermedad a la
obesidad podría dar acceso a la intervención médica a los obesos que lo
requieran.
Pero advierte que tal clasificación puede llevar a estereotipos y
simplificaciones.
"En la medida en que esto ayude a las personas
a obtener los recursos que necesitan y convenza a las compañías de seguros a que
es mejor invertir en la prevención, yo estoy a favor. En la medida en que haga
sentir mal a las personas sobre ellas mismas y aumente el estigma, soy más
cautelosa"
Marlene Schwartz
"En la medida en que esto ayude a las personas a obtener los recursos que
necesitan y convenza a las compañías de seguros a que es mejor invertir en la
prevención, yo estoy a favor", agrega Schwartz.
"En la medida en que haga sentir mal a las personas sobre ellas mismas y
aumente el estigma, soy más cautelosa".
La experta explica que la obesidad es increíblemente complicada. La idea de
que aquellos con un índice de masa corporal por encima de los 30 -la marca
oficial para los obesos- sólo necesitan dejar de comer hamburguesas y agarrar
una cuerda de saltar es reduccionista.
"La definición de obesidad necesita tomar en cuenta cuán complicado es el
asunto de sopesar la alimentación y la actividad física", aclara Schwartz.
La clasificación de obesidad como una enfermedad tiene, según la
especialista, un tremendo potencial para ayudar a emplear recursos y dirigir
atención a los potenciales problemas de salud de aquellos con una masa corporal
por encima de 30.
Si se usa correctamente, Schwartz asegura, puede combatir el estigma.
"Necesitamos poder usar esta etiqueta de enfermedad para que la gente tome
seriamente la obesidad y no continúe culpando a la gente de ser
irresponsable".
Al final, agrega, todo el mundo que participa en el debate quiere lo mismo:
que los estadounidenses disfruten de una comida nutritiva, de actividad física,
buena salud y se sientan cómodos con su cuerpo.
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