Vista de satélite del Mar de Aral, Uzbekistán‐Kazajistán (1989 y 2008), uno de los ecosistemas clasificados por los científicos como "colapsado". (Foto: Wikipedia) |
El investigador del Instituto Pirenaico de Ecología Francisco Comín, que ha participado en este trabajo, explica que la iniciativa es una respuesta a la larga discusión científica sobre conservar y proteger especies frente a conservar y proteger espacios.
"Este protocolo está pensado para ser aplicable en ecosistemas terrestres, subterráneos, acuáticos y de transición, así como para ambientes seminaturales y antropizados. Una comisión creada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza estudiará cada propuesta e integrará las ideas que considere oportunas", asegura Comín.
La metodología propone cinco criterios para evaluar el riesgo de colapso de cada ecosistema: la reducción en la distribución geográfica del ecosistema, la reducción de su tamaño o área de ocupación, la tasa de degradación ambiental abiótica, la tasa de perturbaciones sobre los procesos bióticos y la cuantificación del riesgo de colapso.
Según el artículo, “el desafío científico de desarrollar un marco unificado de riesgo para ecosistemas es mayor que en el caso de las especies”, ya que la Lista Roja está pensada para poder identificar el riesgo de los ecosistemas de perder su biodiversidad, sus funciones ecológicas y los servicios que el ecosistema produce. No obstante, el detrimento de algunas de estas características puede actuar en beneficio de algunas otras, por lo que “es complejo establecer las relaciones entre todas ellas”.
Para conseguirlo, Comín explica: “Primero construimos un marco de conceptos genéricos y modelos derivados de diferentes teorías ecológicas y, en segundo lugar, propusimos los requisitos o mínimos para trasladar estos conceptos en estimaciones prácticas”. Según el investigador del CSIC, “el equipo ha decidido resaltar los riesgos sobre la biodiversidad como objetivo principal de la Lista Roja de Ecosistemas, ya que es el componente vital para ellos”.
Asimismo, la metodología propuesta está acompañada de 20 casos de estudio donde ha sido aplicada. Los investigadores han utilizado este protocolo para evaluar, por tanto, 20 ecosistemas diferentes del mundo.
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