martes, 13 de agosto de 2013
Una pastilla que tuitea al doctor... desde dentro del cuerpo
Como especie, la raza humana es desordenada.
Podemos ser inconsistentes, desorganizados, mentirosos, impredecibles y con
frecuencia malos para tomar las decisiones correctas sobre lo que realmente es
en nuestro mejor interés.
Lo que significa que ser responsables de personas en situaciones vulnerables,
como por ejemplo alguna enfermedad crónica, puede estar lleno de dificultades.
Porque tan cruel como pueda ser una enfermedad, las consecuencias de un error
humano pueden ser igualmente malas.
Según la Organización Mundial de la Salud, cerca del 50% de nosotros no nos
tomamos las medicinas correctamente, mientras que más del 50% de los fármacos se
prescriben, dosifican o venden de forma inapropiada.
Esto no sólo puede tener consecuencias horribles para los pacientes, sino que
cada año cuesta millones a los proveedores de atención sanitaria.
Así que una tecnología que ayude a evitar estas situaciones podría resultar
ser lucrativa.
No es que exista una escasez de aplicaciones de referencias de medicamentos,
como Micromedex, sino que una cantidad de nuevas empresas están explorando rutas
más interactivas.
"Los seres humanos no son robots, y si les pides que tomen medicinas o hagan
cualquier cosa que requiera altos niveles de repetición rutinaria van a
encontrarlo verdaderamente difícil", dice Andrew Thomson, presidente de Proteus
Digital Health, con base en Estados Unidos, California.
"Las cargas más grandes en nuestro sistema de salud tienen que ver con
enfermedades crónicas y las personas que tienen algún tipo de trastorno y
necesitan tomar medicinas cada día, apropiadamente. Y lo que sabemos es que la
mayoría no lo hace muy bien".
Así que, ¿cómo aseguras que tu madre olvidadiza está tomando regularmente la
medicación?
De acuerdo con Proteus, la respuesta está en una pastilla que envíe un
mensaje o inclusive un tuit cuando llegue al estómago.
Esto no es ciencia ficción, a pesar de que la empresa muy apropiadamente
comparte su nombre con el de Proteus, la embarcación microscópica que con
valentía fue a donde ninguno de nosotros había ido antes, dentro del cuerpo
humano, en una película de culto de los años 60 llamada "El viaje fantástico"
(Fantastic Voyage).
La clave está en un pequeño sensor digerible que puede estar metido en una
pastilla. Funciona como una batería de papa.
"Si clavas un poco de cobre y un poco de magnesio en una papa y la cableas,
puedes encender un bombillo. Es una forma básica de química que explica que dos
metales diferentes en una solución iónica crea una carga eléctrica", explica
Thompson.
"Lo que hemos hecho es tomar dos minerales absolutamente requeridos en la
dieta, uno es cobre y otro es magnesio, y ponerlos en un grano de arena que es
menos de un milímetro cuadrado y de manera tal que cuando la combinamos con un
fármaco, y lo tragas, te conviertas en una papa".
El fluido iónico es el ácido del estómago. Se crea suficiente voltaje para
alimentar el sensor, que se comunica con un pequeño parche que lleva el
paciente, que además registra los signos vitales, el movimiento y el sueño.
Este parche envía todos estos datos a una aplicación que vive en la nube. Se
le puede acceder a través de un teléfono inteligente, una tableta o el
computador, y programar para que mande una alerta a la familia, cuidadores o
profesionales de la salud que indica que la pastilla ha sido tragada.
Esto es particularmente importante cuando el tiempo es crucial o donde
saltarse unas dosis significa que el medicamento dejará de funcionar.
"Efectivamente, cuando tragas una de nuestras medicinas digitales dirá 'hola,
estoy aquí, soy Novartis, soy Diovan de 1,2 mg, vengo de la planta número 76, mi
número de lote es el 12 y soy la pastilla número 2'", cuenta Thomson.
La aplicación también puede hacer un seguimiento a los efectos del fármaco,
si la dosis prescrita es la correcta o si sencillamente no está funcionando.
"Si piensas en alguien con hipertensión que no se toma sus medicinas, el
resultado a largo plazo puede resultar en cosas como un infarto o un ACV lo que
le puede costar al sistema de salud decenas o cientos de miles de dólares",
agrega Thomson.
"Y el costo de las medicinas es de 50 céntimos al mes. Una de las cosas más
importantes que hay que entender aquí es que ayudando a la gente a que use
apropiadamente la medicina tiene el potencial de salvar cientos de millones de
libras".
Fuente: BBC MUNDO
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