domingo, 16 de marzo de 2014
Disolución y desintegración, las opciones más ecológicas de la cremación
Un baño químico caliente que disuelve el cuerpo o una inmersión
helada que lo desintegra.
Se llaman "resomación" y "promesión", respectivamente, y las dos promenten
métodos menos contaminantes que la cremación para disponer de los restos tras la
muerte.
Son los nuevos competidores más ecológicos de la incineración en hornos
crematorios, que comenzó a popularizarse en el mundo en la segunda mitad del
siglo XIX cuando se fue agotando el espacio en los cementerios.
"Creo que, cuando somos 7.000 millones de personas en el planeta, realmente
tenemos que fijarnos en no dañar el medio ambiente con todos los cadáveres. El
1% de la población muere cada año en tiempos de paz, y debemos llegar a una
solución muy sensata que también obedezca las reglas biológicas que debemos
respetar", le dice a la BBC Susanne Wiigh-Mäsak, la bióloga sueca que ideó la
promesión.
Por su parte, Sandy Sullivan, desarrollador escocés de la resomación, afirma
que su método utiliza la octava parte de la energía que se emplea para la
cremación y reduce las emisiones de carbono en un 35%.
Pero veamos en qué consisten.
Tal como le explica Sullivan a Tom Heap, periodista de la BBC, "en el proceso
funerario no hay ninguna diferencia entre un funeral de cremación estándar y uno
basado en la resomación".
Lo diferente es lo que ocurre cuando el fallecido ya está fuera de la vista.
Entonces se saca el cuerpo del cajón de madera, que puede reciclarse.
"Se mete en una cápsula de resomación", detalla Sullivan, "y en lugar de
fuego, utilizamos agua y una sustancia con base alcalina, es alrededor de 95%
agua a alta presión y alta temperatura, y esto químicamente reduce el cuerpo a
cenizas, y esa ceniza pura y blanca al final de proceso se devuelve a los
familiares como se hace en la incineración".
"Usamos un proceso conocido como hidrólisis alcalina, nosotros creamos esa
hidrólisis alcalina usando un químico llamado hidróxido de potasio a alta
temperatura", precisa el bioquímico.
Lo interesante es que la hidrólisis alcalina forma gran parte del proceso
natural de descomposición de un cuerpo, sólo que en lugar de tomar años, en este
caso ocurre en pocas horas.
"Nosotros hacemos lo mismo de forma diferente y en un proceso mucho más
rápido y limpio".
Además, apunta Sullivan, la resomación permite recuperar amalgamas dentales
-por eso no produce emisiones de mercurio- y reciclar implantes.
Aunque aún no está regulado su uso en Reino Unido, ya hay varios estados de
EE.UU. -entre los que se encuentran Florida, Colorado, Maine, Minnesota y
Oregon- en los que la resomación es legal.
Desde Suecia, la bióloga marina Susanne Wiigh-Mäsak creó otra técnica que, al
igual que la resomación, busca imitar el modo en que la naturaleza se deshace de
los cadáveres.
"Cuando un ser humano moría y éramos muy pocos en el planeta, quedaba en el
suelo y después de algunas horas, como nuestros cuerpos son tan grandes,
comienza un proceso de putrefacción, y esa señal llega a los carnívoros y
animales salvajes que están allí para desmembrarlo en pedazos más pequeños y de
cierta forma preparar los restos para que vuelvan a la tierra", le explica a la
BBC Wiigh-Mäsak.
"Y eso es lo que yo imito. En lugar de utilizar los animales, que ya no es
aceptable en nuestra sociedad, creé una solución técnica".
"Se congela el cuerpo en el hospital o en el 'prometorio', entonces pasa al
equipo técnico que se llama 'promesor' y allí se separan el ataúd y el
cuerpo".
El ataúd se transforma en leña, y el cuerpo es expuesto a nitrógeno líquido.
Eso hace que el cuerpo se vuelva quebradizo, y con la combinación de una corta
vibración muy especial, en un minuto el cuerpo cae desintegrado en pedazos".
Algo así, admite la bióloga, como lo que le ocurre a la máquina T-100 en la
película Terminator 2.
Según este proceso, luego se introduce ese polvo orgánico resultante en una
cámara de vacío para evaporar el agua.
Una vez seco, lo siguiente es pasar por un separador de metales para apartar
cualquier resto quirúrgico o de mercurio.
"Y eso será lo que se entierre", dice Wiigh-Mäsak, quien propone hacerlo en
un cajón biodegradable fabricado con almidón de maíz.
Después de entre seis y 12 meses, el féretro y su contenido se convierten en
tierra orgánica.
"No deja ningún residuo en el aire, ninguna contaminación en el agua
subterránea, ninguna emisión peligrosa en la atmósfera".
Wiigh-Mäsak espera que su idea, que está en una fase avanzada de desarrollo,
sea una realidad viable en alrededor de un año.
No es extraño, pues que mientras muchos piensan cómo llevar una vida más
amable con el medio ambiente, hay quienes se ocupan de desarrollar opciones más
ecológicas también para la muerte.
Fuente: BBC MUNDO
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