Un número creciente de mujeres estadounidenses se someten a
cirugía plástica para mejorar sus traseros. Y las que no pueden pagar los miles
de dólares que cuesta hacerlo en una clínica certificada acuden a soluciones
mucho más peligrosas.
Una mujer lo hizo porque creyó que se vería más linda y más deseada.
Pero ponerse una inyección para mejorar su trasero fue el peor error que
Natalie Johnson pudo cometer.
En su casa en un suburbio de Miami muestra fotos de su cuerpo lleno de
cicatrices, moretones y piel en proceso de descomposición.
"No lo necesitaba, estaba muy bien como estaba", afirma. "Llevaba una forma
de vida que me hacía creer que si tenía unas nalgas más grandes haría más
dinero".
El dolor que sufre es tan severo que no puede sentarse durante mucho tiempo.
Johnson cuenta con su hija pequeña, de nueve años, que la ayuda con las cosas
más básicas.
Problemas que tardan en aparecer
Todo empezó cuando trabajaba como bailarina exótica: conoció a una persona
que aseguraba ser médico y que le ofreció realizarle una operación en las nalgas
por una fracción de lo que le costaría en una clínica normal.
No parecía nada extraordinario. Otras de sus amigas ya lo habían hecho y
muchas mujeres en Miami quieren un trasero grande para parecerse a las mujeres
de videos musicales, asegura Johnson.
Cuenta que un hombre que se llamaba O’Neal Morris fue a su casa con una bata
de doctor –con pinta de profesional- y le inyectó una sustancia usando una
jeringa descartable.
Natalie Johnson tuvo muchos problemas tras someterse a un
tratamiento realizado por alguien que afirmaba ser doctor.
Al principio los resultados fueron satisfactorios: un trasero más firme y
redondo, lo que la acercaba al prototipo de cuerpo con forma de "botella de
Coca-Cola" que ella quería.
Después de someterse al tratamiento dos veces más, comenzaron los
problemas.
"Empecé a ponerme muy enferma. Me di cuenta de que el material se estaba
empezando a desintegrar y mi trasero empezó a arrugarse".
"Me mareaba y me sentía cansada".
En una ocasión incluso fue trasladada de urgencia al hospital después de
dejar de respirar.
A la cárcel por no tener licencia
Morris, la persona que le había administrado las inyecciones, recibió una
pena de un año de cárcel por practicar medicina sin licencia.
La moda del implante de glúteos
- 2.438 personas se sometieron a un alzado de nalgas en 2013
en EE.UU., un incremento de un 80% respecto a 2000.
7.281 recibieron un alzado de la parte baja del cuerpo, que
incluye un arreglo de nalgas, muslos, caderas y abdomen. Esto supone un
incremento del 3,417% desde 2000 y el mayor registrado por la Sociedad Americana
de Cirujanos Plásticos.
Las mujeres que salieron a la luz durante el juicio aseguraron que Morris no
es un doctor cualificado y que les había inyectado cemento, pegamento y sellador
para neumáticos.
El FBI dijo que el número de personas que se hacen pasar por doctores para
llevar a cabo este tipo de tratamientos se está incrementando, especialmente en
Nueva York, California, Florida y Texas.
En su clínica de un suburbio de Miami, el doctor Alberto Gallerani enseña
muestras de sustancias que ha sacado de las nalgas de pacientes, incluido aceite
de oliva y pegamento.
Cirujano plástico certificado, Gallerani lleva tratando a Johnson y otras
como ella que acudieron a él tras haber sufrido procedimientos dudosos.
Muestra fotos de lo que puede ir mal: son demasiado horribles para ser
publicadas aquí pero en muchos casos la piel cambió de color y está severamente
dañada. Otras fotos muestran cómo el cuerpo ha sido desfigurado.
Gallerani afirma que en muchos casos los síntomas tardan años en
aparecer.
"De lo que mucha gente que se somete a este tipo de tratamientos no es
consciente es de que realmente se están metiendo una bomba de tiempo en el
cuerpo", dice.
Asegura además recibir 100 llamadas semanales de gente pidiendo ayuda.
Las nalgas son cada vez más el objetivo de las cirugías plásticas. En 2013 el
número de procedimientos con respecto al año anterior se duplicó, de acuerdo a
la Asociación Americana de Cirujanos Plásticos.
Como cuesta miles de dólares, muchas optan por métodos que no están
regulados.
También en América Latina
El doctor Gallerani afirma que muchas de las mujeres que se
someten a estos tratamientos no son conscientes del peligro.
En América Latina, un lugar con países que ocupan los primeros puestos en el
número de mujeres que se someten a cirugía plástica, también existe este
problema.
Según la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica Reconstructiva Estética y
Maxilofacial (SVCPREM), hasta un 30% de las mujeres entre los 18 y 50 años
eligen inyecciones de silicona en las nalgas, a pesar de que en 2012 el gobierno
las prohibió.
Si bien no hay cifras exactas, la SVCPREM estima que al menos una decena de
mujeres muere cada año como consecuencia de estos procedimientos.
Según afirma Irene Caselli, corresponsal de la BBC en Caracas, lo más
atractivo de esta técnica para las venezolanas es también su precio. Una
inyección puede costar 2.000 bolívares fuertes (US$318) y toda la intervención
no dura más de 20 minutos.
Los expertos aseguran que en un país que se considera una "fábrica de reinas
de belleza" la presión por verse perfecta es muy grande.
Si bien el gobierno venezolano prohibió las inyecciones de silicona alegando
peligros para la salud, las compañías de seguros no cubren los gastos para
tratar los problemas causados, debido a que no reconocen como enfermedad los
efectos secundarios de ese procedimiento, que al aprecer afecta a cada vez más
mujeres en todo el continente.