Quedan menos de 100 y están entre los mamíferos más amenazados del mundo porque mueren atrapadas en las redes que buscan peces totoaba, una especie también en peligro.
Las vaquitas marinas mexicanas, dicen los expertos, desaparecerán del planeta en menos de cuatro años si no se toman medidas drásticas y urgentes.
El único hábitat de este pequeño cetáceo es el Alto Golfo de California en México, y aunque existen iniciativas oficiales para protegerlos desde hace años, las vaquitas siguen muriendo en las redes agalleras o chinchorros.
"Pese a todos los esfuerzos, los datos más recientes indican que la población de vaquitas está disminuyendo a una tasa de 18% al año", dice el último informe del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA), un organismo científico que se formó en 1996 para estudiar y promover su conservación.
En 2012 el organismo había contado 200 especímenes. Desde entonces, se estima que la mitad murieron atrapadas en redes agalleras.
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Las vaquitas marinas son cetáceos pequeños endémicos del Mar de Cortés. |
Según los datos que ha publicado recientemente el CIRVA, quedan 97 vaquitas, entre las cuales solo hay 25 hembras en edad de reproducción.
Chinchorros
Las pequeñas marsopas del Golfo de California son tímidas, y se caracterizan por un borde oscuro que rodea sus ojos.
La especie, que fue descrita en 1958, vive en un área de pesca intensa con chinchorros.
Estas redes diseñadas para capturar peces -que se quedan enganchados de las agallas, por eso se conocen como "agalleras"- también atrapan delfines, vaquitas y tortugas.
Víctimas accidentales de la pesca ilegal, quedan atrapadas en las redes agalleras.
El gobierno mexicano ha impulsado un plan de protección que incluye un refugio y la prohibición de la pesca comercial, además de un programa para incentivar a los pescadores locales para que cambien sus redes por unas que no amenacen a las vaquitas.
Pero, asegura el CIRVA, los científicos han advertido desde hace años que cualquier medida menor a la eliminación total de las redes chinchorro será insuficiente para evitar la extinción de la vaquita.
Si eso ocurre, será la segunda especie de ballena, delfín o marsopa llevada a la extinción por el hombre, siguiendo el destino del delfín del Río Yangtze, en China.
Vejiga de totoaba
En los últimos años, han detectado los expertos, ha aumentado la pesca ilegal que empeora la precaria situación de la vaquita.
Y es que la avidez por el pez totoaba, también amenazado, una especie de gran tamaño muy valorada porque su vejiga natatoria se utiliza en China como ingrediente para una sopa y se le atribuyen propiedades medicinales, se ha incrementado.
Según reportes obtenidos por miembros del comité, los compradores ofrecen a los pescadores hasta U$S8.500 por cada kilogramo de vejiga natatoria o buche de totoaba, algo que representa la mitad de lo que ganan al año por la pesca legal.
El tráfico ilegal de buches llega hasta Asia pasando por la costa oeste de Estados Unidos, según han identificado los investigadores y los informes de la prensa local.
Por eso, tras la quinta reunión del CIRVA en julio pasado, los expertos pidieron a las autoridades mexicanas regulaciones de emergencia y a los gobiernos de EE.UU. y China que colaboren para detener la pesca ilegal de estos peces, y así proteger a las vaquitas.
"El CIRVA recomienda firmemente que el gobierno de México promulgue regulaciones de emergencia estableciendo una zona de exclusión de redes agalleras que cubra toda el área de distribución de las vaquitas, no solo el refugio ya existente, empezando en septiembre de 2014", dice en su informe el comité.
Por su parte, el gobierno, a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) firmó un convenio con otras dependencias federales para ampliar la vigilancia en el Alto Golfo de California.
Sin embargo, la clave para salvar a las vaquitas marinas está también en la formación y el equipamiento de los pescadores que dependen de la pesca en la zona para que puedan reconvertir sus tecnologías.
"Siempre hemos estado dispuestos a colaborar con la protección de la vaquita. Muchos de nosotros hicimos reconversiones de redes a jaulas", explicaba a BBC Mundo una pescadora de la comunidad de San Felipe cuando los planes de protección llevaban pocos años.
Pero este no es un proceso fácil para los pescadores, que deben encontrar el equilibrio entre sus necesidades, la presión del gobierno y la tentación que ofrecen los compradores asiáticos.
Mientras tanto a la vaquita, especialmente vulnerable a las redes que buscan totoabas, se le está acabando el tiempo.
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