Es esa personalidad fuera de lo común la que le confiere un aura especial que desborda ampliamente su carrera cinematográfica de unas cincuenta películas, entre las que hay algunas obras maestras y muchas otras menos buenas.
"¿Un mito? Es una etiqueta que me pegaron pero que no quiere decir nada", dijo la estrella a la revista Marie-Claire en 2010.
Sin embargo, dos años más tarde, a un periodista que le preguntaba qué actriz francesa podría encarnarla en una película, "BB" respondió sin dudar: "Ninguna. No hay ni una sola capaz de hacerlo". ¿Qué les falta? "Mi personalidad".
Y es esa personalidad fuera de lo común la que le confiere un aura especial que desborda ampliamente su carrera cinematográfica de unas cincuenta películas, entre las que hay algunas obras maestras y muchas otras menos buenas.
En 1956 quema la pantalla en un cortometraje realizado especialmente para ella por su marido el cineasta Roger Vadim: "Y Dios... creó a la mujer".
Allí se la ve bailar un mambo apasionado, con la falda que se abre hasta la cintura. La escena provoca escándalo y la prohibición de la película en varios Estados norteamericanos.
La actriz con rostro aniñado y cuerpo de mujer fatal se convierte en fantasía de muchos hombres y en blanco predilecto de los defensores de la moral, que ven en ella a una amenaza más peligrosa que la de una simple "sex-symbol".
Brigitte Bardot exhibe en su vida la misma libertad que su personaje, "una chica de su época, liberada de todo sentimiento de culpa, de todo tabú impuesto por la sociedad", según las palabras del propio Vadim.
Invitada por el presidente Charles de Gaulle, llega al palacio del Elíseo con chaqueta de húsar y pantalones, en una época en que las mujeres sólo podían ponerse falda o vestidos.
Se libera de los códigos de la burguesía en la que fue criada y se presenta, mucho antes de 1968, como una "bohemia", coleccionando maridos (cuatro en total) y amantes, practicando un estilo totalmente opuesto al de las estrellas de Hollywood.
Ícono de la moda
Las mujeres la imitan, los paparazzi la persiguen y Louis Malle se inspira de su personaje para el filme "Vida privada".
Saint-Tropez, pueblo tranquilo de pescadores del que se enamora, se convierte en destino obligado del "jet-set", como se llamaba en aquella época a los famosos. Sigue viviendo hasta el día de hoy en esa famosa casa, "La Madrague".
Bob Dylan adolescente le dedica su primera canción y John Lennon toma LSD para calmar sus nervios antes de una cita con ella.
Simone de Beauvoir queda subyugada. "Anda descalza, dándole la espalda a la ropa sofisticada, a las joyas, a los perfumes, al maquillaje, a todos los artificios. (...) Hace lo que le gusta, y eso es lo que perturba", escribe la intelectual y principal referente del feminismo.
"Fue el ídolo de toda una generación de mujeres, una referencia importante", resume la periodista Marie-Dominique Lelièvre, autora de una biografía sobre la actriz editada en 2012 por Flammarion.
"Se hizo muy famosa, y después el mito se reactivó por el hecho de que detuvo su carrera antes de los 40 años. Luego dedicó su vida a la defensa de los animales, lo cual mantuvo su presencia en el espacio público", dijo a la AFP.
En el umbral de los 80 años, su acercamiento a la extrema derecha y sus declaraciones sobre los homosexuales, la inmigración o los musulmanes le valieron cinco condenas por incitación al odio racial, lo cual, según Lelièvre, "opacó su imagen".
"Dejó de ser un modelo o una referencia, no creo que ejerza influencia sobre las mujeres de hoy. Lo que sigue presente es su iconografía", agrega la periodista. "Fue muy fotografiada, era sumamente fotogénica y eso es lo que perdura. Siguen imitándola", agrega.
Kate Moss, Claudia Schiffer, Kylie Minogue e incluso Madonna -a quien negó los derechos de adaptación de su biografía por su negativa a dejar de usar pieles-- retomaron códigos de seducción que ella creó.
La ropa que usaba generó tendencias de moda que siguen inspirando a los diseñadores, como Diane Von Furstenberg, que multiplicó guiños a Bardot en su última colección presentada este mes en Nueva York.
Pero contrariamente a Madonna, que pasados los 50 hace lo imposible por seguir seduciendo, la "verdadera" Bardot hace tiempo que se alejó de todo ese universo. Y sigue negándose a hacerse la cirugía estética.
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