Construido sobre un terreno de 2.200m2, respeta los parámetros más exigentes en materia de sostenibilidad y medio ambiente. El edificio de dos plantas más sótano se ha concebido como un espacio luminoso, amplio y confortable en cuya construcción se han empleado materiales reciclados fabricados a nivel local y para cuya alimentación energética se ha apostado por energías renovables y el autoconsumo energético.
El edificio está construido en torno a patios interiores, lo que permite que todas las salas de tratamiento tengan luz natural de forma permanente (fachada a la calle y fachada a patio interior), lo que reduce el consumo de electricidad y genera un espacio más agradable para el paciente. Además, esta disposición también facilita la ventilación natural de todas las salas.
La fachada del edificio está revestida por un material natural que le aísla térmicamente del frío y del calor, efecto que también se consigue con la cubierta verde sobre el tejado, a base de tierra vegetal y plantas. Esta cubierta cumple la triple función de absorber el agua de lluvia, actuar como aislante ante temperaturas extremas y contribuir a un entorno más verde. El aislamiento térmico se ve reforzado con cristales bajo emisivos y sin puente térmico que protegen del frío en invierno y del calor en verano.
La gran luminosidad de las salas reduce el consumo de luz eléctrica durante las horas de sol y se ha instalado en todo el edificio lámparas LED de bajo consumo para un uso más racional de la energía eléctrica. Además, el centro cuenta en la cubierta con más de 70 paneles solares para la generación de energía eléctrica destinados al propio consumo, especialmente en los picos de demanda eléctrica causados por el aire acondicionado en verano.
El edificio cuenta con un sistema de climatización que le permite mantener una temperatura constante sin fuentes directas de calor, al contar con suelo radiante para la distribución más uniforme. Además, el sistema de calefacción emplea pellets de biomasa compactada como combustible, una energía menos contaminante que el monóxido de carbono, con el objetivo de minimizar el impacto medioambiental. El sistema de climatización garantiza la ausencia de corrientes de aire y de focos de frío directos sobre el paciente, a la vez que garantiza la calidad del aire y la humedad relativa adecuada, aspecto clave dado que el paciente de diálisis tiende a sentir frío durante las sesiones.
El uso racional del agua es una prioridad para Fresenius consciente de que es un recurso escaso y por el elevado consumo de agua que supone cada tratamiento de diálisis, estimado en 400 litros por sesión. El consumo de agua se ve reducido con el uso de dializadores de última generación que garantizan un uso más eficiente del agua. Además, en el sótano el centro cuenta con un aljibe con capacidad para 91.000 litros, para almacenar el agua de desecho, que se destina a uso higiénico (cisternas de inodoros y limpieza del centro) y para el riego de la zona verde del centro y de la ciudad de Terrassa, en virtud de un acuerdo con el Ayuntamiento de la localidad.
Además de aislar de las temperaturas extremas, las cubiertas del edificio (fachada y techo) actúan a la vez como aislante acústico, favoreciendo el mayor confort del paciente durante el tratamiento. Del mismo modo, las torres de climatización y los equipos electrógenos, habitualmente instalados en la cubierta, en este caso se han instalado en el sótano para minimizar el impacto visual sobre el entorno y reducir la contaminación acústica.
En la construcción del edificio se ha intentado utilizar materiales ecológicos, reciclados y/o reciclables: así, las bajantes están fabricadas a partir de polipropileno reciclado; en los cimientos y el relleno de drenaje se ha empleado hormigón reciclado; los ladrillos son ecológicos, fabricados usando biogas en la combustión; y el suelo está realizado en un vinilo reciclable, fabricado a partir de materias primas naturales de fácil mantenimiento y bajo consumo de detergentes y agua en su limpieza.
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