lunes, 13 de junio de 2016
En la ducha, ¿agua caliente o fría?
La ducha se encuentra perfectamente incorporada a nuestra rutina diaria. Después de un duro día de trabajo o del entrenamiento, lo único que nos apetece es asearnos pasando por el chorro. De alguna manera esto nos permitirá descansar más relajados. Pero los beneficios de la ducha variarán según el tipo de agua. Hay gente que disfruta con el agua congelada, mientras que otros la agradecen a temperaturas más altas, casi hasta quemarse. En la ducha, entre el agua caliente o fría, ¿por cuál habría que decantarse?
En un principio, la mayoría preferimos el agua caliente. Ayuda a prevenir el dolor muscular, pero tampoco hay que olvidarse de los beneficios que proporcionan los chorros fríos. Suele ocurrir con bastante frecuencia que todo dependa de la temperatura que haya en el exterior de la vivienda. En invierno, más duchas de agua caliente, mientras que en verano predominan las duchas calientes.
Agua caliente
-Las duchas por encima de los 35 grados consiguen liberar la tensión de la musculatura, proporcionándole el descanso más adecuado. Agradecerás contar con una alcachofa con potencia, sobre todo para intensificar los chorros en las partes del cuerpo que más acusan las sobrecargas, como pueden ser espalda, hombros y cuello.
-El agua caliente de la ducha, según algunos estudios, permiten aumentar los niveles de oxitocina, calmando de esta manera las situaciones de ansiedad. Una buena opción para aquellas personas que trabajen bajo mucha presión y que soporten demasiado estrés en su vida diaria.
-Actúan, además, como un descongestionante natural, que ayuda a rebajar los síntomas de los catarros y resfriados. Notarás como durante tu estancia en la ducha y con el vapor que se genera las fosas nasales volverán a liberarse.
Agua fría
-El agua fría también presenta sus aspectos positivos. Es aconsejable que los últimos cinco minutos de la ducha los hagamos con el agua a baja temperatura. Eso nos servirá de despertador y para aumentar los niveles de energía. Este cambio brusco consigue liberar al organismo del estado de fatiga y permitirá que el estado mental se despierte. Ideal para aquellas personas a las que les cuesta despertarse por las mañanas.
-Algunos estudios señalan que las duchas frías, a una temperatura por debajo de los 20 grados, pueden resultar beneficiosas para las personas que sufren de depresión. Con hacerlo una o dos veces al día por espacio de dos minutos será suficiente.
-Tanto la piel como el cabello agradecerán mucho estos chorros fríos que nos demos a diario. Si siempre te decantas por el agua caliente notarás como tu piel se va quedando más seca, mientras que con la fría podrías hidratarla. Combate, además, los problemas de las puntas abiertas en el cabello y el cuero cabelludo tampoco se secará con tanta facilidad.
En muchas ocasiones la decisión dependerá de nuestro estado de ánimo y del físico. En función del problema que tengamos en cada instante habrá que decantarse por una u otra opción. Si te encuentras con ansiedad y estrés, mejor el agua caliente, pero si tu piel se reseca, opta por la fría.
Fuente: OK Diario
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