jueves, 21 de julio de 2016
Amazonia respira con dificultad
Considerada el pulmón del mundo, un gran sumidero de carbono, la Amazonia podría estar perdiendo su capacidad debido a las sequías intensas que pueden ser más frecuentes debido al cambio climático.
Durante los grandes eventos de 2005 y 2010 hubo gran mortalidad de árboles y la región perdió biomasa y carbono. Hubo también menor crecimiento de los árboles.
La situación, preocupante de recurrir las sequías (ver recuadro), fue reportada por un amplio grupo de investigadores, incluido el colombiano Esteban Álvarez Dávilade la Red Amazónica de Inventarios Forestales, que presentaron sus conclusiones en la revista Global Biogeochemical Cycles.
Para ello emplearon información de casi 100 parcelas de monitoreo del proyecto de esa Red (Rainfor). Así, estudiaron la respuesta de los árboles a la sequía.
Álvarez Dávila reveló que “la pérdida de biomasa por hectárea con respecto a la línea base para el periodo 1998-2010, fue de 1.45 toneladas/ha. Esta pérdida de biomasa de 1.45 ton/ha equivale a la muerte adicional debida a la sequía de un árbol de 40 centímetros de diámetro y 26 metros de altura por cada hectárea de selva amazónica”.
Esta región almacena cerca de 100.000 millones de toneladas de carbono en sus árboles, el mayor bosque tropical, por lo que cualquier cambio en su biomasa tiene consecuencias planetarias.
Para Ted Feldpausch, de la Universidad de Exeter, primer autor del artículo la “primera demostración directa de los efectos de las sequías sobre el crecimiento de los árboles de la Amazonia es muy importante: nos muestra cómo el cambio climático aumenta la liberación de carbono por la muerte de árboles, pero también revela el efecto de una menor captura por los sobrevivientes”.
Si la región tiene una extensión de unos 6 millones de kilómetros cuadrados o 600 millones de hectáreas, significa que la sequía mató cientos de millones de árboles, dijo Álvarez Dávila.
No obstante, Feldpausch recordó que la Amazonia muestra una importante resiliencia, porque entre las sequías recuperó gran parte del carbono perdido, gracias al crecimiento de los arboles.
Sin embargo sí hubo una afectación sentida. Oliver Phillips, coautor, de la Universidad de Leeds, explicó que “por más de veinte años, la Amazonía nos ha provisto un inmenso servicio, capturando cientos de millones de toneladas de carbono por año, mediante el crecimiento de sus árboles. Pero tanto en 2005 como 2010 la gran mortandad de árboles provocada por las sequías, implicó que se eliminaron estas ganancias netas”.
Las mediciones de 2009-2010 dijo el investigador colombiano, revelaron una importante recuperación del sumidero de carbono luego de la sequía de 2005, pero no existen datos suficientes para evaluar cómo se ha recuperado el bosque tras la de 2010.
El panorama no es halagador de miras al futuro. Cada vez hay más sequías y la temperatura en esa región y en Suramérica en general también se está incrementando. “Necesitamos mejorar nuestra comprensión de las interacciones de estos dos factores”, en palabras de Phillips.
Álvarez Dávila recordó que en el país “vivimos recientemente los efectos de una intensa sequía y de un incremento inusual en la temperatura, que impactó el territorio nacional durante cerca de una año, hasta el mes de Junio pasado. Según el informe de la UNGRD (Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres), en todo el país se declararon 367 calamidades públicas a nivel municipal por desabastecimiento parcial y racionamiento de agua, siendo el sector agropecuario uno de los más afectados”.
El impacto sobre los bosques fue evidente: 6.400 incendios forestales reportados en diferentes regiones, que arrasaron cerca de 190.000 hectáreas de vegetación nativa. “De acuerdo con el Ideam el fenómeno de El Niño de este año está entre los dos más fuertes en la historia, en términos de intensidad.’
La pérdida de capacidad de la región para almacenar carbono, más la incidencia del cambio climático trae una amenaza conexa, como analizó el profesor Phillips: el cambio climático afecta la diversidad excepcional de flora y fauna y ahora es un reto grande descubrir cuales especies están en riesgo.
El estudio deja en claro las presiones climáticas sobre el pulmón del mundo, que hacen que, como ser vivo, también manifieste señales de epoc, una pérdida en su capacidad respiratoria.
Esteban Álvarez Dávila explicó que los árboles crecen menos durante las sequías, debido a que hay poca o ninguna agua disponible en el suelo. Una sequía puede producir daños permanentes en el sistema hidráulico de los árboles, que les impide recuperarse y crecer como lo hacían antes y los hace más vulnerables.
Uno de los hallazgos de este trabajo de Rainfor, fue que la productividad (acumulación de carbono por el crecimiento de los árboles) declinó en 0,5 ton/ha, equivalente a la muerte de un árbol de 25 cm de diámetro y 20 metros de altura, una reducción del crecimiento del 25% sobre la línea base.
Fuente: El Colombiano
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