sábado, 11 de febrero de 2017
Proteínas caminantes, halos luminosos y otras rarezas de nuestro cuerpo
Alto o bajito, afilado o curvilíneo, de color oliva, tierra, zanahoria, tomate, papa o cualquiera, nuestro cuerpo, más allá de que nos guste o no, es sorprendente.
Y hasta nuestros pedazos menos apreciados y más corrientes tienen sus peculiaridades.
Partes como...
¿No te inspira mucho?
Tal vez no, hasta que caes en cuenta de que cuando caminas, después de que tu pie rueda del talón a la punta, justo cuando te preparas para empujar para dar el siguiente paso, hay un momento en el que tu dedo gordo aguanta todo el peso de tu cuerpo.
No todos caminamos igual, pero eso sucede en la mayoría de los casos.
Si consideras cuántos pasos das en la vida, esos brevísimos momentos suman un tiempo por el que ese dedo -al que no sueles recordar hasta que te lo pisan o te aprieta un zapato- merece un aplauso.
Y ya que lo mencionamos, la razón de que duela taaaaaaaaaaaaanto cuando nos los pisan, es que los dedos de los pies están repletos de nociceptores (o receptores de dolor), que son altamente sensibles y envían un mensaje a la médula que dispara un reflejo y cuando el cerebro recibe la información, el dolor es tremendo.
Más precisamente, ese mensaje llega al área del sistema somatosensorial en el cerebro que recibe información de tus pies, la cual además resulta que es adyacente a la que recibe los mensajes de los órganos genitales, lo que según una teoría no confirmada podría explicar el fetichismo de pies o podofilia.
Si ninguna de estas peculiaridades han aumentado tu aprecio por los humildes dedos gordos de los pies, quizás te interese saber que han sido declarados como la parte de nuestro cuerpo que hizo posible que fuéramos bípedos.
En un estudio publicado en 2015, científicos de la Universidad de Witwatersrand de Johannesburgo, en Sudáfrica, explican que en otros primates la función del dedo gordo del pie es más parecida a la del dedo gordo de la mano humana -asir-. En contraste, el dedo gordo del pie de los humanos muestra una adaptación única para poder caminar y correr erguidos.
A pesar de eso, la pérdida de los dos dedos gordos de los pies impide que caminemos, corramos o bailemos, aunque toma un tiempo acostumbrarse.
Eso no significa que no tratemos de corregir la falta, como demuestra este hallazgo de un equipo del Centro de Egiptología Biomédica KNH de la Universidad de Manchester.
Como se puede apreciar en la foto, los investigadores encontraron una prótesis de madera y cuero de un dedo gordo del pie de una mujer momificada.
Pero dejemos ya a los pies quietos y pasemos a la cara.
La respuesta es que los tres son músculos hidrostáticos, una estructura única que permite una gran variedad de movimientos.
Se componen de tejidos incompresibles sobre los que se apoyan otros músculos y, para explicar cómo funcionan, los expertos nos piden que nos imaginemos un globo lleno de agua.
Si aprietas cualquier parte del globo, su volumen no se reduce, sólo cambia de forma expandiéndose por otra parte.
Gracias a esa particularidad tu lengua es fuerte y flexible.
Todos lo tenemos, más o menos marcado, pero ¿por qué y para qué sirve?
Se llama también surco nasolabial y es esa hendidura que está entre la nariz y la boca.
No tiene ninguna función. Es más bien un recuerdo de cuando estabas en el vientre de tu madre.
Los lados de tu cara se desarrollaron independientemente y este es el rastro que quedó de su unión.
A los antiguos romanos les parecía erótico así que lo llamaron "arco de Cupido", y la palabra filtrum viene de un término griego que significa "poción de amor".
Así como las luciérnagas y algunas medusas, tú también brillas, aunque no se note a simple vista.
El fenómeno es resultado colateral del proceso metabólico y aunque los científicos desde hace tiempo saben de la presencia de bioluminiscencia en la mayoría de las criaturas vivas, no fue sino hasta 2009 que pudieron confirmar la nuestra.
Gracias a una cámara mil veces más sensible que nuestros ojos, se pudo captar en film la bioluminiscencia humana.
Al parecer, somos más brillantes al atardecer y en las mejillas, la frente y el cuello.
En nuestra colección de partes microscópicas, una de las más bizarras es la kinesina, una proteína motora que hace de mensajera: lleva moléculas importantes a sus destinos celulares.
La maravilla es que las lleva caminando.
Usando dos estructuras que tiene en su base, comúnmente llamadas "pies", camina por su micro sendero, de una manera muy parecida a la de los humanos a los que asiste.
Fuente BBC MUNDO
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